Colapso de ida y vuelta

Colapso de ida y vuelta

Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes

Lo hemos dicho en otros de estos esperpentos escritos que se anima a publicar Los Andes y que tiene que ver con su nombre. El paso cordillerano no encuentra el mismo interés en ambos lados de la cordillera. Al lado Este el paso le interesa a nosotros, a Uruguay, a Paraguay y a Brasil, porque permite, a todos estos países,  el acceso a los puertos que nos acercan a los grandes mercados asiáticos. En el lado Oeste no existe el mismo interés,  porque no hay mercados atractivos para los chilenos, son, en todo caso, mercados secundarios, menores. Por lo tanto nunca vamos a encontrar la misma intención de mejorar el transpaso.

Sin embargo, hace pocos días atrás nuestra cancillera y el canciller de Chile, se juntaron in situ, a miles de metros de altura, y prometieron agilizar los trámites. Pero la buenas intenciones suelen topetarse con las crueles realidades, porque el pasado jueves, inicio del fin de semanna largo (en ambos lados) se armó un amotonamiento de vehículos tan grande que por primera vez en la historia, que yo recuerde, Chile le pidió a los argentinos que se abstuvieran de ir a visitarlos.

La cola de espera para los trámites de inmigración y aduana fue tan grande que por por venir de cola el paso colapsó. El largor de semejante hilera de autos iba de Horconones hasta Penitentes; no llegó a Uspallata porque algunos se volvieron si no, hubiera llegado. Es que la cordillera nos une con Chile según como cotice el dólar, y en estos momentos los “che” encuentran ahí artículos electrónicos tan baratos que se ha vuelto a poner de moda el “deme dos”.

La demora llegó a superar las seis horas con algunos agravantes. Por ejemplo, no hay baños en la montaña y no es bueno hacer pichí en el baúl del auto. Muchos de los que esperaban el jueves tenían entradas para ver el partido entre las Selecciones de ambos países, pues a la hora en que se jugó el partido ellos todavía estaban a cinco kilómetros de la aduana.

Se dieron casos curiosos, un marido que le dijo a su familia: “Hay que verle el lado bueno a la situación, si seguimos así vamos a estar muy cerca de la aduana el próximo fin de semana largo”. Algunos conductores calientes puteaban en arameo frente al Aconcagua que por estar tan alto no escucha bien lo que dicen abajo. Varios comerciantes de alta montaña volvieron a subir los precios de sus productos, porque la necesidad tiene cara de hereje y expresión de avivado. Algunos cumplieron dos cumpleaños en la misma espera, hubo mujeres que se embarazaron al comenzar la cola y cuando lograron pasar al otro lado ya sentían los dolores de parto. Los autos cero kilómetro que comenzaron la espera después de cruzar ya eran unidades usadas.

Claro que el tema no termina con la ida, el problema va a terminar cuando se complete la vuelta, cosa que va a ser más difícil que crucigrama chino, mucho más angustiante, porque no es lo mismo hacer cola para llegar de vacaciones que hacer cola para volver de las vacaciones.

Las empresas e instituciones oficiales argentinas, si quieren que mañana sus empleados marquen tarjeta, van a tener que llevar la máquina tarjetera a Horcones.

En definitiva una galleta que no puede sorprendernos porque fue la crónica de un depelote anunciado. Tenemos que encontrar una forma de resolver este problema. Yo pienso: ¿y si le encargamos a la Barrick que voltee la cordillera, ah?

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