Dicen que las personas generamos un gran peso en el planeta y, por eso mismo, lo movemos. Y, si al mundo lo mueven las personas, a las personas, ¿qué las mueve? Pues bien, a las personas las mueven las emociones, sus emociones. Esta época del año es muy especial, porque es diciembre el mes más movilizante de todos.
¿Serán las fiestas de fin de año lo que nos hace reencontrarnos en familia, perdonar errores, reconocer equivocaciones, agradecer momentos… o será lo que estas fechas despiertan a nivel emocional lo que nos hace sentirnos melancólicos, algunos felices y otros un poco tristes y angustiados?
Como asegura la psicóloga y maestra en Reiki, Natalia Bonazza, "en este período del año se entrecruzan muchos sentimientos, por un lado lo que nos pasa personalmente- lo que ha provocando que las consultas médicas de diferentes especialidades aumente considerablemente-.
Pero, también, pasa que sin darnos cuenta aparecen las angustias, las penas y tristezas; y no son las fiestas las que generan esa melancolía, sino que las fiestas hacen estallar esos sin fin de sentimientos del pasado (lejano o cercano) que aún no han sanado y reflotan cuando diciembre toca su fin".
En realidad, las fiestas marcan lo que aún está emocionalmente anclado en los sentimientos de las personas, lo que "despierta" es aquellos que no sanó y sigue "abierto".
El mercado también hace lo suyo. Nos muestra un mundo efímero en el que grandes marcas de bebidas gasificadas pintan de colores las fiestas de fin de año, colman las mesas hogareñas de felicidad, con una familia numerosa y sonriente, donde, llegado el momento, abren sus regalos navideños y todos felices…
Este es un concepto muy fuerte para aquellos padres que están separados, las familias ensambladas, las familias con padres del mismo sexo, las personas que han sufrido algún tipo de perdida, las personas que han quedado sin empleo recientemente "nos hace pensar que, en esta idea de convertirnos en la "gran familia feliz", el comercio se olvida de un gran segmento de la población. Es una gran irrealidad la que nos están vendiendo", señala Bonazza.
Navidad es la excusa perfecta para reunir familias, llenarnos de mensajes prósperos, repartir abrazos y besos por doquier. Las distancias se hacen cortas: hablamos por varios minutos con seres que están lejos, hacemos largos viajes para volver a la mesa familiar, a la casa materna. Incluso, es el momento en el que los que ya no están, están más presenten que nunca.
Recordamos a los seres queridos ya sea con la silla vacía, el silencio en el momento del brindis o, recordando anécdotas, palabras, bromas (…). Por otro lado, están aquellos que eligen pasar las fiestas con su "segunda" familia, los amigos. Alternativa que hace eco en los más jóvenes, especialmente. Sin olvidar, también, a los que prefieren pasarlo en soledad.
En la mesa se comparte todo: la cena, el brindis, los deseos, besos y abrazos. Pero también, la noche trae historias típicas de la familia que se repiten en cada encuentro. Esos finales ya conocidos, los chistes de cada fiesta, las risas y buenos recuerdos. Son muchas las emociones que mueren, reviven y surgen. Por eso es un buen momento de análisis, de balance de lo vivido, de lo proyectado y de lo alcanzado.
Como plantea la profesional, "hay personas que están esperando que el 2014 se vaya de una vez, sin analizar lo logrado en el año, las alegrías, los momentos vividos que gratifican el camino de la vida. Tenemos una evaluación bastante negativa, no tenemos el aprendizaje de amar aquello que hemos construido. La vida se trata de luchar, de sacrificio… nadie evalúa que esto es efímero".
En la actualidad, la evaluación de la vida está atravesada por los aspectos materiales que vamos consiguiendo y lo trasladamos al futuro, "el porvenir". La vida se trata de cosas, "tanto tengo tanto valgo", destaca Bonazza, y agrega: "poco importa los logros presentes, podríamos decir que es cultural no nos enseñaron a disfrutar el transitar, y esto pasa en todo el mundo".
El concepto contemporáneo es el del sacrificio: para conseguir algo hay que "sufrir" y, ¿sobre qué nos enfocamos? "Sobre lo que nos falta, lo no conseguido y pocas veces nos enfocamos en lo que se hizo y los logros obtenidos. Y lo que se transmite de generación en generación es lo que falta. Nos cuesta aprender a disfrutar el momento presente. Lo importante es disfrutar el camino", aclara la profesional.
El último día del mes, es el día de evaluación del año transcurrido; pero este balance solemos centrarlo en lo negativo o en lo no conseguido. Y creamos o no, esta actitud hace que el año que se avecina esté envestido de mayor peso, de todo lo que no hemos hecho y queremos hacer. Este el instante perfecto para tomar el timón de nuestras vidas y animarnos a vivir diferente, sin miedos y con optimismo.
¿Por qué no animarse a hacer un cambio mental que nos invite a experimentar otra forma de vivir y nos permita encontrarnos con nosotros mismos y ver el futuro con más convicción y esperanza? Proponernos metas saludables y beneficiosas para nuestro futuro y deshacernos de todo aquello que nos paraliza, nos estorba y genera ansiedad y frustración. Y que, por concatenación, despiertan malestares a nivel físico y emocional.
Las emociones dependen de nosotros mismos, o sea que, en gran medida las creamos a través de nuestros pensamientos y de las interpretaciones de aquello que nos rodea. Y si somos responsables de ellas, las podemos manejar y controlar, encaminándolas para cultivar sentimientos positivos que se manifiesten en buenas acciones, en palabras de aliento y en momentos que expresen amor incondicional.
Que las fiestas no se limiten a poner la mesa, sentarnos, comer, beber, dar o recibir regalos materiales… Que el gran regalo sea el encuentro, el abrazo infinito, las palabras que permitan fortalecer las relaciones y nos hagan crecer espiritualmente. Creer en que se puede renacer en Navidad es crear un nuevo y mejor futuro para un mismo y para la familia en general, ni hablar de las nuevas relaciones que se cosecharan cuando se tiene un cambio ante la vida.
"Estas fechas de reencuentro despiertan emociones muy fuertes en las personas -dice Bonazza-, no dejemos que esas emociones solo pasen, abrámosle camino, sirvámoslas en la mesa, que sean nuestro menú principal y el postre para un mejor año".
Muchas veces no nos damos cuenta de lo que somos capaces de crear con solo creer, pues pongámoslo en práctica, porque está en nosotros. Animémonos a vivir y a disfrutar de los pequeños momentos de la vida, los que nos reúnen en familia y nos hacen mirar a los ojos y volver a empezar.