Las emociones llegaron sobre el final, todas juntas. Cuando ya todo parecía indicar que iba a ser un amargo 0-0 en calle Mitre, un frentazo a quemarropa hizo lucir a Fontemachi, quien tapó en primera instancia pero lo pelota dio en el travesaño y quedó muerta ahí casi sobre la línea de gol y allí estaba un goleador, como debe ser.
De cabeza, David Pizarro rompía la paridad a 14 minutos del final. Se festejaba de manera eufórica porque además el equipo que conduce Juan Carlos Bermegui lo hacía con un hombre menos (habían expulsado a Renzo Martínez en el primer tiempo por una agresión sobre José Villarroel). El Jarillero seguía prendido en la lucha por meterse en la segunda instancia del torneo y hundía al local en la puja por la permanencia. Sabía a hazaña.
Pero 8 minutos más tarde, Lucero alcanza a peinar el enésimo pelotazo que le tiraban en la tarde y habilitaba al recientemente ingresado Alaniz, quien de volea lo dejó a Videla afuera de la foto. Golazo. La Academia volvía a vivir. Y al minuto posterior llegaría la avivada de la visita.
Sacó rápido desde el medio, abrió el juego por la izquierda, desborde y centro atrás para que Morales pusiera otra vez arriba a Palmira. En la platea local aún festejaban el empate y no podían entender que ya estaba otra vez abajo el Atlético Argentino. Locura total en la visita. Ganaba tres puntos clave en un reducto muy difícil, sigue prendido por la clasificación y, como para ponerle un moño, lo hizo con un hombre menos. Un lujo.