Desde sus días de estudiante, Hillary Clinton buscó el éxito, los honores y el reconocimiento, y la ambiciosa exprimera dama logró conseguir prácticamente todos sus objetivos de su larga carrera, menos la presidencia de Estados Unidos, una obsesión de décadas. Su sueño parecía en vías de cumplirse en las campañas presidenciales de 2008, pero en ese momento su camino se cruzó con el de un carismático senador de Illinois, llamado Barack Obama, quien la derrotó en la interna demócrata y luego se instaló en la Casa Blanca.
Al lado de su marido, Bill Clinton, formó un simbiótico y todopoderoso tándem político que se mantuvo en el centro de la escena política estadounidense desde 1977.
Ahora, Hillary se encuentra en el medio de la pelea de su vida contra otro senador, Bernie Sanders, quien busca repetir la hazaña de Obama y sorprenderla en el inicio de las primarias demócratas, que arrancan el lunes en Iowa.
Quien podría estar a su lado en la fórmula que cuando cierre el año buscará quedarse con la Casa Blanca aún es un misterio pero los entendidos apuestan por Julián Castro, el principal dirigente latino del Partido Demócrata y uno de los mayores aliados de Hillary.
Nieto de una mexicana, Castro tiene 41 años, fue alcalde de San Antonio -la séptima ciudad del país- entre 2009 y 2014, momento en el que el presidente Barack Obama lo nombró secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, y se convirtió en el miembro más joven del gobierno estadounidense. Se había hecho popular en 2012 al ser el primer latino que abría una Convención Nacional Demócrata, así lo había hecho el propio presidente ocho años atrás, lo que le valió al entonces alcalde el apelativo del “Obama latino”.
Uno de los atractivos de incluir a Castro en la fórmula, quizás el mayor, sería el de captar el voto latino para los demócratas, especialmente en unos comicios para los que el Partido Republicano tiene aspirantes hispanos como Ted Cruz o Marcos Rubio listos para obtener la nominación si no lo hace Donald Trump.
Además, con su juventud complementaría a una Hillary Clinton que, con 68 años, muchos creen que llega tarde al reto.
Bochorno y despegue personal
En 1998 sufrió intensa humillación cuando quedó al descubierto el escandaloso caso que envolvía a su marido y una becaria de la Casa Blanca llamada Monica Lewinsky, pero un sondeo del instituto Gallup descubrió que Hillary terminó ese año terrible con una popularidad de 67%, récord.
Dos años más tarde, Hillary se lanzó personalmente a la política y obtuvo una plaza en el Senado, en representación del Estado de Nueva York. Durante la campaña presidencial de 2004 mantuvo su perfil bajo, pero en 2008 se arrojó de lleno a la carrera presidencial, donde se cruzó con Obama.
Después de ser elegido presidente, Obama buscó cerrar las heridas internas del partido Demócrata y convocó a Hillary para ser su secretaria de Estado. Aunque la mayoría de los críticos señala que ella no alcanzó éxitos diplomáticos de importancia, sus constantes viajes la ayudaron a cementar su imagen de estadista.
En 2014 afirmó que ella y Clinton estaban en la quiebra cuando salieron de la Casa Blanca, aunque poseían una casa evaluada en dos millones de dólares. Posteriormente, los dos hicieron varios millones de dólares cada uno con honorarios por dictar conferencias.
Fuente: AFP y La Nación