La ex secretaria de Estado Hillary Clinton se mantiene al frente en la disputa por la nominación del Partido Demócrata a las elecciones presidenciales de noviembre, pero no logra deshacerse del senador Bernie Sanders, su adversario en la interna partidaria.
En la noche del martes, Clinton logró una victoria sobre Sanders por un escaso puñado de votos (medio punto porcentual) en el estado de Kentucky, pero el carismático senador respondió con un cómodo triunfo de seis puntos de diferencia en la primaria del estado de Oregón.
La trayectoria de la interna demócrata para estas elecciones sugiere que Clinton -apoyada en una formidable máquina política, millonarias donaciones y el apoyo del partido- deberá conquistar la nominación presidencial, inclusive antes de la convención nacional, prevista para finales de julio en Filadelfia.
Pero al inicio de la campaña todo indicaba que la nominación de Clinton sería apenas un trámite, y que tendría abundante tiempo de prepararse para los debates con su adversario del Partido Republicano en la fase decisiva de la carrera electoral.
En cambio, el partido ya no puede esconder una profunda división promovida por la cristalización de un sector de su electorado incómodo con la conducción partidaria y favorable a una tendencia más claramente progresista, que por ahora se expresa en la candidatura de Sanders, que se autodenomina un “socialista democrático”.
Convención violenta
Esta tensión estalló el fin de semana, durante una convención demócrata en el estado de Nevada para escoger los delegados después de la primaria realizada el 21 de febrero y en la que Clinton se impuso a Sanders.
La convención terminó convertida en un verdadero festival de abucheos, gritos y reclamos por parte de los seguidores de Sanders, quienes denunciaban la manipulación del reglamento interno para beneficiar a Clinton con más delegados de los que le correspondía.
En la semana, dirigentes partidarios demócratas en Nevada denunciaron haber recibido amenazas y todo tipo de insultos, en una situación que llevó al Comité Nacional del partido a sugerir que Sanders debía pedir disculpas públicas por lo ocurrido.
En respuesta, Sanders emitió una nota en que condenó la violencia pero apuntó que en Nevada “la conducción del partido usó sus poderes para evitar que se realice un proceso justo y transparente”.
Hasta el momento, el senador de 74 años ha resistido a las presiones de importantes figuras del partido para que abandone la campaña y permita que Clinton pueda concentrarse en su duelo contra el multimillonario Donald Trump, quien casi con seguridad será el candidato republicano.