Mal clima de negocios e inversiones

El empresario invierte cuando sus expectativas son que la inversión, el riesgo asumido, tendrá un retorno positivo; de lo contrario, esperará tiempos mejores. Y hoy el estado de desaliento es generalizado en todo el país, pero más acentuado en las economías regionales. Situación agravada por los severos daños producidos por las heladas.

Una encuesta del Centro de Informes de la Federación Económica de Mendoza consultó a 76 hombres de negocios de diversos sectores. Entre ellos 6 de cada 10 afirman que no tienen pensado algún tipo de inversión. Este tipo de datos se repite en numerosos informes. Diversos factores, tanto económicos como políticos, confluyen para crear un clima poco favorable a las inversiones.
 
Uno dominante en las empresas con fuerte participación en las exportaciones de bienes y servicios es que han sido aprisionadas por la pinza de suba de costos y el atraso cambiario. En este rubro se ubican los sectores agroindustriales, en particular la vitivinicultura.
Otro factor que ha producido importantes efectos negativos ha sido el abandono del proyecto Vale, que por su magnitud inducía inversiones en actividades proveedoras de bienes y servicios y que hoy han quedado en mala situación.

La exclusión de dos grandes empresas mendocinas (Impsa y Cartellone) de la licitación de las presas de Santa Cruz también repercute negativamente en numerosas empresas vinculadas. A ello debe agregarse el atraso e incertidumbre sobre proyectos hidroeléctricos en nuestra provincia, como Los Blancos.

En el caso de los hidrocarburos no convencionales del promocionado yacimiento de Vaca Muerta parece haber "más ruido que nueces". Al respecto son muy elocuentes las expresiones de Alejandro Bulgheroni, titular de la empresa Bridas, pronunciadas en un foro: "Podemos decir que los resultados no han sido del todo satisfactorios.

Esta poca experiencia, la falta de tecnología de las compañías de servicios en la Argentina y los altos costos operativos en la inversión harán muy difícil la rentabilidad de estos proyectos". Luego menciona la necesidad de mejorar la productividad de este tipo de yacimiento, para alcanzar costos comparativos con el mundo.

Existe cantidad de otros factores que hacen que las empresas se retraigan hasta que "mejore el tiempo"; algunas se achican, unas cuantas extranjeras han partido. Entre esos factores adversos no puede dejarse de mencionar una presión impositiva agobiante, aumentada en estos días con nuevos impuestos a los beneficios y a la transferencia de acciones. O el cepo cambiario y las cada vez mayores trabas a la importación de insumos, equipos y repuestos.

Una política económica contradictoria, inconsistente, cortoplacista, con reglas discrecionales que cambian al ritmo del humor de los funcionarios, no es precisamente condición que aliente la inversión. Un intervencionismo estatal en la economía y un reglamentarismo abrumador, a veces con fines claramente persecutorios de las empresas, provoca la huida de los capitales, en lugar de su atracción.

Finalmente, sin agotar la lista, el desenfrenado populismo, la avaricia por apoderarse de cuanto recurso haya disponible para poder sostenerlo, la inseguridad jurídica expresada en expropiaciones o confiscaciones o el absoluto aislamiento económico internacional del país, hacen imposible pensar en inversiones significativas.
 
Sin cambios profundos en la política económica, sin una recuperación de las instituciones constitucionales dañadas, sin poner fin al autoritarismo del gobierno no hay inversión, hay lo contrario. Como vemos a diario.