Se va el año, un año más, ¿uno difícil? Seguramente, pero no muy distinto de los muchos que hayan vivido ustedes, ni de varios por venir. Está bien claro que el sector agrícola argentino es uno de los que en nuestra diezmada economía real sufre la mayor presión impositiva de todos los que la integran. Castigado también por el resto de la sociedad, pues en la mayoría de las grandes ciudades de nuestro territorio está instalada la creencia de que "… en la actividad agropecuaria se duerme la siesta, se anda a caballo como esparcimiento y se llora porque no llueve y por los gobiernos de turno; mientras se disfruta de los beneficios consecuentes de poseer enormes extensiones de tierra que proveen jugosos beneficios económicos sin realizar el más mínimo esfuerzo y sólo por el regalo de Dios, quien concedió esas tierras a unos pocos seres humanos que nacieron con la enorme fortuna de heredarla...".
Con una vida dentro del sector y 22 años de experiencia profesional nos ha tocado interactuar, desde diferentes funciones, con una enorme cantidad de empresarios agropecuarios, peones, encargados, colegas ingenieros agrónomos y veterinarios de todas las regiones de la Argentina rural. De diferentes escalas productivas, diferentes problemáticas climáticas, diferentes riesgos productivos y produciendo distintos cultivos; pero todos, absolutamente todos atravesados por una característica personal/profesional que se resume en: “… el trabajo en el campo más que labor profesional es una forma de vida que encierra una profunda pasión…”.
Hasta aquí las caricias pero permítanme, en este fin de año y antes de ir a lo que nos corresponde en estas líneas como todos los lunes, hacer una pequeña crítica constructiva. Dedicamos mucho tiempo y energía a hacer catarsis compartida, denostar al gobernante de turno y criticar a otros sectores de la economía real menos agobiados por la presión impositiva y por el resto de los habitantes de nuestra querida nación.
Está muy bien hacer catarsis pero me toca escuchar a diario y hace largos años muchos empresarios agropecuarios que sólo se quedan en eso esperando, en términos de gestión, que algo cambie a favor sin tomar decisiones que permitan defender a sus empresas de un entorno que sin dudas resulta adverso y suele atentar contra la sustentabilidad de sus empresas. Está muy bien desde lo humano descargarse entre colegas pero si sólo queda en esa charla endogámica entre integrantes del sector nada cambiará.
Quizás debemos, por un lado, involucrarnos en lugares relevantes de toma de decisión como me tocó ver a dos amigos y excelentes profesionales en Agricultura y en Ganadería durante el gobierno anterior, y por el otro intentar unificar en una sola voz que represente los intereses del sector en lugares de toma de decisión. El hecho de mantener cuatro entidades en lugar de una sola voz, termina representando los intereses de diferentes perfiles de productores y permitiendo que desde lugares antagónicos resulte sencillo dividir y en consecuencia debilitar la posición del sector en su conjunto.
Quizás sea hora de unificarse y contratar profesionales que asesoren al sector en la representación de sus intereses, así como en la comunicación hacia el resto de la sociedad. En el mundo le llaman “lobby profesional” y es algo muy usual en el resto de los países del planeta. Vale recordar la singular relevancia que tiene la agricultura argentina en términos de generación de las tan escasas divisas a través del cuadro que sigue:
Aquí el origen de la interminable tentación de las gestiones de gobierno de turno, de tomar una tajada de esta importante porción de divisas que provee el sector agrícola año tras año.
Dicho esto vamos a lo nuestro, pensando en la empresa agrícola de la Argentina en este fin de año. En primer lugar en este 2020 que comienza en breve, vaya una humilde sugerencia que, para quienes nos conocen y escuchan hace años, no significará nada nuevo: hemos vivido muchas situaciones difíciles, desde lo institucional ni vale la pena detallar fechas y períodos cercanos en el tiempo y desde lo climático, campaña 2008-09 y campaña 2017-18, en zonas centrales, año 2013 en el Norte del país; soja podrida en enormes proporciones por excesos de lluvia durante la cosecha pasada (18-19) en la zona del Chaco y noreste de Santiago del Estero y, por si esto fuera poco estamos arrancando una campaña con el “tanque en reserva”; es decir sin agua en el perfil en la mayoría de las regiones productivas. Como lo detalla el siguiente mapa, que expone la cantidad de agua útil en la capa arable de las distintas regiones del país al 23/12.
Pero debemos decir y recordar que así es producir en nuestro querido país, una nación profundamente inestable desde lo institucional y con la permanente intención de vivir por encima de sus posibilidades reales; motivo por el cual es altamente probable que en los meses y años venideros la presión fiscal se mantenga o se eleve, independientemente de la condición climática que toque, de los deseos de quienes formamos parte del sector y de lo que indique el análisis lógico. Que sería quitar el pie de encima a quienes tienen la capacidad de proveer la riqueza necesaria para sacar el país adelante. Pero como en la Argentina NO hay tiempo, pues todo es “ya mismo”, se elige esquilmar.
Es lo que hay, es lo que tenemos, y no cambiará en el corto ni en el mediano plazo motivo por el cual; cuando las condiciones de precios externos cambien positivamente, lo cual sin lugar a dudas sucederá, aunque obviamente no sabemos cuándo; NO PODEMOS DARNOS EL LUJO DE DEJAR PASAR UNA VEZ MÁS AQUELLOS VALORES QUE PERMITAN CAPTURAR AL MENOS UN 15% DE RENTABILIDAD EN DÓLARES. Esto es una cuestión humana y NO de suerte, depende del tomador de decisiones y NO del presidente de turno. Hablábamos esta semana en Las Lajitas, Salta, con un amigo y cliente que, luego de haber comprado todos sus insumos 19-20, vendió toda su soja disponible en U$D 250/tn hace algunas semanas, con lo cobrado de esas ventas hizo plazos fijos de diversas duraciones en 60% de tasa de interés promedio (ya están debajo del 40%), acompañando sus vencimientos de pagos y necesidades para gastos corrientes. Al vencimiento de esos plazos fijos, lo que no deba utilizar para pagos o gastos corrientes comprará dólar bolsa para resguardo de valor. ¡Esto es gestión comercial!
La realidad es la misma para todos pero la diferencia la hacen los seres humanos y sus decisiones. Estas cosas son tan simples de hacer como difíciles de llevar a cabo porque suele anclarnos el paradigma eterno del productor agrícola, siempre quiero más, tiene que valer más, algo va a mejorar…
Para romper con ese paradigma volvemos a lo de siempre, medir resultados presupuestables, y cuando un precio nos permita capturar arriba de un 15% de rentabilidad en dólares medida como campo alquilado, NO DUDAR y capturar valor. Nos pasó en febrero19 con el trigo diciembre 19 en U$D 190/tn, nos pasó con la soja mayo 20 arriba de U$D 240/tn y con el maíz julio 20 en los U$D 150/tn. En todos los casos podíamos obtener los resultados buscados a los rendimientos presupuestables para la campaña 19-20. Está clarísimo que no podemos comprometer mucho más de un 30% o 40% de la producción futura pero se puede cubrir sin vender con los benditos PUTs.
En conclusión, si vamos a seguir sembrando en la Argentina, debemos aceptar e internalizar que estas son las condiciones desde lo institucional, motivo por el cual NO REPITAMOS ERRORES DEL PASADO CUANDO LOS PRECIOS VUELVAN A ESTAR A FAVOR.