Antes de empezar a proyectar los cambios conviene hacer un estudio completo y en profundidad del estado de la construcción, así como un levantamiento de planos minucioso. Estos constituirán un punto de partida esencial para encontrar la idea que mejor se amolde a lo que el edificio admite. Qué conservar, qué derribar, en qué fijarse…
La cuestión clave es no superar las limitaciones estructurales ni estilísticas de la vivienda. Primero, para que la obra sea sostenible y no se dispare el presupuesto. Segundo, para no sobrecargar la construcción o ponerla en peligro de derrumbe. Y por último, para que la conexión con lo antiguo se haga mediante un lenguaje compatible con los elementos existentes es preferible una mirada renovadora, antes que imitar o importar estilos.
Rehabilitar una vivienda rústica tiene muchas ventajas. La primera y más importante es que se trata de un edificio con características espaciales y constructivas únicas, con rasgos que confieren a cada casa un carácter diferenciado. Otra ventaja es que está adaptada al medio donde se ubica, lo que contribuye a mantener el patrimonio rural y a ser más sostenibles.
Sin embargo, puede ser una desventaja el no poder contar desde el principio con un presupuesto cerrado, debido a que es muy probable que surjan problemas que no se habían tenido en cuenta o que haya partidas que requieran un mayor desembolso en mano de obra especializada, como es el caso de las cañerías o la carpintería de madera. Otra desventaja es que las obras pueden eternizarse, pero todo dependerá del grado de resolución del proyecto y de una dirección de los trabajos comprometida y a pie de obra.
Aún así, si te decidís por la rehabilitación, convendrá conservar todos los elementos constructivos que se encuentren en buen estado o que admitan reparación, así como reciclar materiales que puedan servir para distintos usos. Los trabajos tendrán que abarcar tareas de consolidación de muros y estructuras existentes, refuerzos y sustituciones con materiales procedentes de derribos. O bien intervenciones mixtas en las que se incorporen perfiles de acero, losas de hormigón armado, viguerías de madera laminada, bloques termoarcilla, forjados de chapa colaborante… No hay que tenerle miedo a la contraposición entre las técnicas post y preindustriales. En muchas ocasiones, configuran un nuevo lenguaje formal que enriquece el espacio. Por eso, también conviene dejarlas en bruto y no ocultarlas detrás de revoques o revestimientos.
En cuanto a las fachadas, la idea es reparar sin desfigurar. Por eso, como la fachada también es volumen y cubierta, conviene ajustarse a la forma existente para que se mantenga la proporcionalidad de las partes. Si el edificio es largo y estrecho y tiene una cubierta a dos aguas, por ejemplo, conviene potenciar el eje predominante y las pendientes originales. De esta forma, seguirá identificándose con la construcción antigua, aunque se abran vanos más grandes, se renueve el tejado o se revoquen los muros.
Si hay zonas derruidas, para no caer en reproducciones de mala calidad, es preferible optar por otro acabado que delimite la ampliación o el reemplazo. Si el muro existente fuera de piedra, por ejemplo, podría combinarse con un acabado revocado o un revestimiento de madera al natural.
En las viviendas rurales las ventanas se concebían con un sentido funcional; estrictamente ligadas al clima. Por eso, suelen ser pequeñas, lo que también obedece a su ubicación en gruesos muros de piedra. Pero cuando rehabilitamos, la ventana adquiere un valor fundamental dentro de la nueva distribución, porque transforma el interior en un lugar luminoso y alegre. Pero además se busca que tenga una conexión directa con el exterior, por eso se crean ventanales con puerta, especialmente en las zonas de día. Y como tampoco se quiere renunciar a las vistas, otra constante es abrir paños fijos en puntos estratégicos, a modo de marco pictórico.
En una vivienda rústica es frecuente que predomine el muro frente a las aberturas, así como los formatos verticales. Por eso, si querés tener una mayor entrada de luz, sin alterar las proporciones originales del hueco, se puede, por ejemplo, rasgar los antepechos hasta el piso o disponer la ventana entre forjados.
Por otro lado, la elección de las carpinterías tiene que hacerse de acuerdo a una idea de conjunto, por lo que puede ser tan válido recurrir a carpinterías recicladas, como a modelos de sección más fina como las perfilerías de acero o de aluminio.
Además, para que la integración sea respetuosa y de poco impacto visual, conviene sintetizar los diseños con ventanas de una hoja y y aumentar prestaciones con sistemas más estancos y funcionales, como los basculantes, pivotantes y a guillotina.
Sin duda, las posibilidades espaciales que ofrece una construcción rústica –espacios abiertos y techos altos– se asemejan a lo que ahora está en boga en la arquitectura actual. Una altura considerable, permite, por ejemplo, un segundo nivel. Dejando parte de la planta abierta, se obtiene un espacio de doble altura que permitirá sacar partido de los materiales, la luz natural y tener un dominio completo del volumen, consiguiendo un ambiente de una gran calidad espacial.
La falta de luz natural en plantas bajas soterradas o en viviendas entre medianeras puede solventarse trasladando la zona de día al bajo-cubierta, aprovechando así la luz natural, ventilación y posiblemente buenas vistas.
En todo caso hay que tratar, aunque se cambie el orden de las plantas, de agrupar las zonas por actividades, para que no se superpongan funciones.
Huir de las compartimentaciones. Ganarás en amplitud, luminosidad y aprovecharás mejor la superficie disponible.
Por otro lado, siempre hay que estar atento a nuevas formas de distribución. Es el caso de las cocinas, que pueden disponerse en islas para no tener que depender de las paredes y así conservar, por ejemplo, la continuidad de un muro de piedra.
Para encontrar la imagen interior, lo más recomendable es serenar la envolvente, rebajando el peso visual de algunos materiales como la piedra o las estructuras de madera. Se consigue, por ejemplo, con revocos irregulares que dejen vistas solo algunas piedras, pintando estos soportes con lechadas de cal, combinando lienzos revocados con otros en los que tome protagonismo una mampostería, un ladrillo artesanal, un adobe…
Asimismo, cuando no hay mucho espacio, tratá de compactar el equipamiento, eligiendo escaleras de un tramo adosadas a la pared, creando bancadas para mesas, instalando una estufa a leña metálica en lugar de un hogar de obra, etc. Tratá de integrar también la cocina y el comedor en un mismo espacio. Aprovecharás mejor la luz natural que muchas veces es escasa porque se cuenta solo con un frente al exterior.
Las estructuras de madera, como la de una viguería, se pueden blanquear o rebajar la incidencia de un entrevigado mediante pintura. Otra clave para conectar con el estilo rural es elegir acabados artesanales y terminaciones que no busquen la perfección absoluta.
Fuente: houzz.es