El “Turco” Claudio García atiende el teléfono desde Concordia, Entre Ríos. Es una de sus paradas como scouter de Racing, su trabajo actual: detectar talentos por todo el país para las inferiores del club del que es ídolo indiscutido. "Viajo cada 2 ó 3 meses", dice sobre la rutina de subirse a un avión hacia algún destino donde haya un chico con pasta de crack al que pueda tentar para sumarse a las divisiones menores de la Academia. Pero no son los únicos viajes: también suele darse una vuelta por Río Cuarto, Córdoba, donde funciona la fundación Claudio “Turco” García, que ayuda a jóvenes a alejarse de las drogas. Ésas que este ex jugador de la Selección argentina tanto conoce.
“Probé la cocaína por primera vez a los 15 años”, cuenta el Turco en “Este soy yo”, la autobiografía en la que repasa su vida y en la que se destaca un capítulo titulado "El infierno". Allí, entre otras cosas, confiesa: "Cuento esta historia con todas las letras, incluso con las escenas más tristes, porque creo que puedo ayudar a alguien". Es el crudo relato de un García ya ex jugador. "No sabía qué carajo hacer. Estaba ansioso, no tenía un objetivo", dice. Así que se dedica a tomar, y a tomar... Un día se compra ¡una pitón! como mascota, a la que alimenta con pollitos bebé mientras él la mira.
Hasta que se le pierde y la desesperación -alimentada por la paranoia de la droga- le hace desarmar medio departamento buscando a la serpiente, que aparece en un conducto del hidromasaje porque sólo buscaba calor.
Otro día muere su papá y él, pasado de cocaína, va al velorio y se pone a tomar ¡en el pecho del cuerpo del padre!, ante la vista horrorizada de hermanos y demás parientes.
“Quería contar a la gente mi experiencia y además dejar un mensaje, un consejo: que uno cuando quiere, puede; que no es todo fácil en la vida pero tampoco es difícil si uno se propone salir”, dice el Turco en esta entrevista con Más Deportes para explicar por qué decidió contar todo en un libro. Y sigue: “En la vida de un hombre se dice que hay que plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro, y yo ya hice las tres cosas. Además, con el libro dejo enterrado el tema de la adicción. No voy a hablar más del tema”.
-El libro te sirvió de terapia entonces..
-Me costó escribirlo, recordar, me movió cosas, me hizo llorar. Iba a mi casa y abrazaba a mi señora y a mi hijos porque los veía y decía: "¿Cómo puede ser lo que hice...?" Me costó pero es como que cerré un círculo.
-Y no te callás nada: impresionan algunas anécdotas o detalles de esos días en el "infierno"...
-Sí, lo de mi viejo es fuerte... pero a la gente no hay que mentirle. Yo quería contar la verdad. Fue muy duro para mí y me trajo recuerdos de cosas que hoy no haría ni loco. Lo de la serpiente es igual: son cosas que cuando uno está normal no las hace.
-Lo de la pitón hasta le pone humor a un momento muy triste.
-Sí, estaba solo porque yo quería. Mi señora venía y me traía la comida, me ayudaba, se fijaba cómo estaba. Pero la verdad fue muy duro, fueron 3 ó 4 años durísimos.
-En el libro contás historias de escapadas nocturnas de las concentraciones y de cigarrillos en el vestuario, pero también está la frase: "Si yo hubiera hecho una vida desprolija no hubiera jugado en primera hasta los 36 años". ¿Sentís que en el fondo fuiste un buen profesional?
-Siempre. ¿Sabés qué pasa? Si vos comparás el profesionalismo de antes con el de ahora, es imposible. Hoy tenés dietólogo, nutricionista, psicólogo, te entrenás 10 horas por día... Y lo ves hasta en las inferiores: se entrenan con la misma intensidad que la primera. Por eso lo recalco en el libro: yo habré salido, pero si no hubiera tenido profesionalismo no hubiera jugado hasta los 36 años.
-En el libro marcás el abismo que había en los '80 entre el amateurismo del fútbol argentino y el hiperprofesionalismo de Europa. ¿Esa brecha se achicó hoy o persiste?
-La única diferencia que veo es que en Europa bancan a los técnicos. Acá un técnico pierde 3 partidos y se va. Allá bancan la continuidad y el proyecto vaya como le vaya, salvo algunos casos. Después está pasando lo que ves en la Selección: hoy es más difícil jugar en la Argentina que en Europa. Cuando me tocó irme a Europa, de 10 jugadores volvían 5; hoy se quedan los 10. Por eso los jugadores de la Selección allá la rompen y a los que volvieron, salvo (Diego) Milito, les costó la adaptación: a Denis, a Tevez, a Osvaldo...
-Pese a lo que viviste, ¿te sentís un personaje del fútbol todavía?
-Jamás me alejé, salvo cuando tuve la brecha de esos 3 ó 4 años malos. Siempre consumo fútbol, estoy al tanto de todo y miro mucho fútbol, sobre todo de nuestro medio.
-El fútbol, además de darte de comer ¿de alguna manera te salvo de tu adicción?
-Y sí, seguro... Uno cuando hace un deporte tiene muchas más posibilidades de zafar de todo.
"Con la Lepra tengo algo parecido a lo que me pasa con Racing"
-Tu paso por Independiente Rivadavia tiene un espacio generoso en el libro. ¿Qué te dejó esa experiencia?
-La pasé bárbaro. Independiente Rivadavia es un club que quiero mucho, que me ha dejado buenos recuerdos, que me dio la posibilidad de retirarme, porque yo en el fútbol profesional me retire ahí. Haber ascendido es un gran recuerdo. La verdad es que me siento muy feliz de haber terminado mi carrera en esa ciudad tan linda. Después volví como técnico aunque, por circunstancias que ustedes saben bien, me tuve que venir porque no transaba con algunos dirigentes que me querían poner jugadores.
-Los hinchas aún te recuerdan muy bien. ¿A qué lo atribuís?
-¿Sabés lo que me gustó de la gente? Me propusieron ir viajando el jueves y volviéndome el domingo a Buenos Aires. Muchos jugadores lo hicieron y la gente con razón decía: "Estos vienen a llevarse la plata". Y yo pensé distinto: “Me voy a Mendoza, a la Lepra, a quedarme los 3 meses del campeonato... y si las cosas van mal las banco con mis compañeros”. Creo que eso fue lo que a la gente le convenció. Llegué con un par de kilos de más, me puse las pilas y la gente lo reconoció. Yo hoy con Independiente tengo algo muy parecido de lo que me pasa con Racing... lo único que cambia es que el nombre no le queda bien porque no son pecho frío... (larga la carcajada). No... es un chiste. La verdad es que lo de Independiente es algo asombroso: me acuerdo que llegamos a la final, con 15 mil personas en la cancha alentando...
-¿Te quedaste con las ganas de dirigir al club más tiempo?
-Yo espero volver. Siempre que se va un técnico espero que me llamen. Quiero dar una mano el día que pueda y dirigir a Independiente ya con un poco más de experiencia.
El mejor jugador y el mejor DT
-En el libro decís que el descenso con Huracán fue tu peor momento en el fútbol. ¿El mejor fueron las dos Copa América con la Selección?
-Sí, fue cuando volví de Europa. Ahí está la diferencia entre venir de Europa ahora y cuando jugaba yo: marcaba una diferencia futbolística grande. Ahí empecé a ser ídolo de Racing.
-¿Quién fue el mejor jugador con el que jugaste?
-Primero, René Orlando Houseman, que además es mi ídolo. Después, Rubén Paz.
-¿El mejor técnico el Coco Basile? (autor del prólogo del libro)
-Sí, sin ninguna duda: fue mi padre futbolístico, fuera y dentro de la cancha. Coco es una Biblia, un tipo al que no le podés mentir. Sabe cuándo el jugador está bien o está mal. Por eso fue el último técnico que ganó algo en la Selección.
"El problema de la Selección no es futbolístico"
-¿Qué análisis hacés del difícil momento de la Selección?
-Yo veo que a los jugadores, cuando vienen, les cuesta no haber ganado cosas con el equipo que tienen. Argentina junto con Brasil deben ser las selecciones más caras del mundo. Por eso no puedo creer que digan que hay que jugar en (la cancha de) Boca para que la Selección esté motivada: más motivación que la celeste y blanca no hay. Y ojo que la Bombonera puede jugarte a favor pero para algunos jugadores puede hacerlo en contra. Se escucha (la gente) más que en River.
-¿Creés que es psicológico el problema entonces?
-Seguro. Si después van a Europa y hacen de a 2 o 3 goles, el problema no es futbolístico.