Las pequeñas linternas en las cabezas de los corredores van dibujando una coreografía caprichosa tras la señal de partida. Son las 5 de la mañana y acompañados por aquella difusa estela de luz, el pelotón de runners que intenta desafiar los 82 kilómetros de El Soberbio, en Misiones.
"Lo único que pretendía era poder bajar el tiempo del año pasado. En ese momento, no tenía otra idea en mente. Intenté sostener el trote en los primeros kilómetros antes de ingresar en la zona de la reserva, pero aquel paso suave sobre el asfalto pronto se hizo más pesado por el barro, los senderos de tierra nos fueron reclamando mucho esfuerzo en la oscuridad", explicó tiempo después -a Más Deportes- Claudio Pereyra Moos.
"Fue poco más de una hora la que corrimos casi en una oscuridad absoluta, en la zona de la reserva había que tomar muchas precauciones por las ramas y también por las raíces que emergían del suelo. Había que cuidarse de una caída o de ja lesión, es por eso que el ritmo se hizo un poco más lento. Los ascensos los realizaba casi trekkiando, ese había sido el consejo de Sergio Furlán, mi entrenador. En los descensos procuraba soltarme un poco más".
"Poco a poco comenzó a amanecer y junto a mi viajaba un pequeño grupo de corredores, sobre el resto había perdido referencias. Sólo intentaba mantenerme en marcha. Estaba frío, la humedad era alta, casi no había mariposas cuando enfrentamos el recorrido que bordea el río Uruguay. Con las lluvias de los días previos el paisaje parecía ser muy diferente".
"Intenté cuidarme, pero tuve un tropiezo que me provocó un tirón en el gemelo izquierdo y me dolía. Baje el rito intentando aliviarme, el grupo de corredores que viajaba conmigo me ayudo a levantarme, me acompañó un tramo y les pedí que siguieran. Quería prepararme para una subida muy empinada. En este punto estábamos, más o menos, a mitad de carrera. De repente un banderillero me dio aliento, me dijo que el séptimo había pasado hacía poco. Fue una sorpresa para mi haber estado la mayor parte del tiempo entre los punteros, era algo que no me había propuesto antes de largar. La cuesta era extensa, pensaba en la mística de la militancia. en sobreponerme al dolor, en poder mejorar mi tiempo. El año pasado había terminado el circuito en 11 horas".
"Las condiciones no eran las mismas, el frío y las lluvias de los días previos, a la carrera, habían hecho que el escenario se viviera de una manera diferente. seguí en carrera y pensaba que mi objetivo estaba cada vez más cerca. Competía contra mí, contra las 11 horas del año pasado, avanzaba".
"Entiendo y también comparto el sacrificio que realizan los deportistas amateur, estar en el mismo nivel que los mejores ya es un premio frente a tantas horas de entrenamiento solitario. Empecé a correr a los 40 años, fue un cambio de vida muy significativo para mí".
"Me acordé de mis compañeros de prensa en ATE, ellos me apoyan para que pueda afrontar estos pequeños desafíos. La meta estaba cerca, pensé que estaría sobre las 10 horas de carrera, me sentía bien porque cumpliría mi objetivo. Cuando llegué el reloj marcaba 9h04'02, no podía creerlo y me puse a llorar, estaba emocionado"
"La vida es eso... caer y levantarse, eso es lo que te enseña el deporte", finalizó Pereyra Moos.
Claudio Pereyra Moos: "Fue una sorpresa para mí estar entre los punteros ”
El corredor mendocino finalizó octavo en los 82 km de El Soberbio, en Misiones. Se ubicó segundo en la clasificación general de su categoría.
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