El partido conservador Nueva Democracia (ND) ganó ayer las elecciones generales en Grecia y obtuvo más de la mitad de las bancas del próximo Parlamento, por lo que podrá gobernar solo, sin aliados, según los resultados oficiales.
El ND obtuvo poco más de 39% de los votos, con lo que alcanzaba 158 de las 300 bancas del Parlamento, en su mejor elección en los últimos 12 años, mientras Syriza, el partido del primer ministro Alexis Tsipras, sacaba 31% de los sufragios y apenas 86 escaños,
El resultado fue tan contundente que Tsipras llamó al líder de ND, Kyriakos Mitsotakis, aún antes de que se conocieran los resultados con más de la mitad de los votos escrutados. Tsipras se comunicó por teléfono con Mitsotakis y ambos acordaron que el traspaso de mando será hoy, luego de que el presidente Prokopis Pavlopulos tome juramento al líder de la oposición como el nuevo primer ministro del país europeo.
Decisiones costosas
"Pedí un mandato fuerte y me lo han dado con generosidad; no defraudaré sus esperanzas", afirmó Mitsotakis, quien prometió que su gobierno se regirá por los principios de la transparencia y la meritocracia, y anunció que el Parlamento trabajará todo el verano "porque el futuro no puede esperar".
“Nos vamos con la cabeza alta; hace cuatro años nos encargamos de un país al borde de la quiebra y hoy dejamos un país libre, en crecimiento y con reservas en su caja, con el interés de la deuda al mínimo histórico”, dijo Tsipras.
El premier saliente agregó que el resultado de los comicios refleja "el costo político" de las decisiones que debió tomar pero "no constituye una derrota estratégica", y se comprometió a trabajar para que su salida del gobierno "sea temporal".
Los resultados otorgaban además 23 bancas para el Movimiento por el Cambio de centroizquierda, 14 para los comunistas y nueve para el partido creado por el ex ministro de Finanzas de Tsipras que rechazó el salvataje de los acreedores externos, Yannis Varoufakis.
Estos comicios estuvieron marcados por el ascenso de la derecha, el fin de los programas de rescate económicos y las altas temperaturas, que podrían haber sido clave en la participación.
No obstante, el partido neonazi Amanecer Dorado quedó sin representación en el Parlamento por primera vez desde su irrupción en 2012, tras quedar por debajo del mínimo necesario de 3% de los votos.
Las elecciones generales coincidieron también con el cuarto aniversario del referendo de 2015 en el que más de 60% de los votantes lanzó un terminante rechazo a la troika, tal como se conoció al comando económico integrado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo (BCE) y la Comisión Europea (CE).
Pese a este resultado y debido a la masiva presión de esta troika, Tsipras decidió de todos modos aceptar el salvataje y cumplir con los pedidos de los tres acreedores externos, como reducciones de presupuesto y privatizaciones.
Con el reciente fin del salvataje, la imagen de Tsipras fue reivindicada por muchos dirigentes europeos que antes lo habían criticado, pero las encuestas de la campaña y ahora los sondeos de boca de urna indican que la sociedad griega no coincide.
La asistencia a las urnas, de 57% del padrón, fue una de las más bajas de la historia de la democracia griega, aunque superó la registrada en las elecciones de septiembre de 2015, tras el referendo y la fractura de Syriza.