Los mendocinos de las próximas décadas deberemos ser más ingeniosos, desprendidos, solidarios y menos prejuiciosos. Será más por necesidad que por propia voluntad.
El mundo está cambiando y nuestro viejo páramo que tan maravillosamente describieron Draghi Lucero o Di Benedetto, no podrá mirar para el costado.
Las tendencias globales son arrasadoras. El futuro de la humanidad transcurrirá en las ciudades (7 de cada 10 mendocinos viven en el Gran Mendoza).
Las tecnologías de la información y comunicación, la economía digital, el cambio del medio ambiente y los avances en la medicina, generarán cambios profundos.
Ya nadie discute que el agua no alcanza, que la comida se vuelve más cara, que no hay tierras para que todos tengamos casas en la zona metropolitana, que tampoco hay trabajo para todos, que urge buscar otras formas de producir riquezas para reducir la pobreza, que la buena educación y la salud son bienes escasos, que la contaminación, la violencia y el delito son muy difíciles de erradicar.
Con estas tendencias, ¿cómo seremos los mendocinos de las próximas décadas? Urbanos, más viejos, más pobres, con más tiempo libre y menos empleo, más aislados, pero a la vez más comunicados.
El desafío es potenciar nuestras virtudes y desarrollar nuevas habilidades para seguir adelante. Para que Mendoza fortalezca su desarrollo, deberemos ser transformadores, solidarios, más democráticos, más comprometidos y guardianes del ambiente.
¿Por qué innovadores? Las viejas fórmulas ya no alcanzan. Nuevos problemas exigirán nuevas ideas. El sistema educativo y científico, las áreas económicas privadas y públicas, e incluso las de la seguridad, tendrán que replantearse el modo de dar respuestas a comunidades hipercomunicadas que pueden googlear casi cualquier respuesta; donde la matriz productiva muestra su agotamiento, la sustentabilidad ambiental está amenazada y la criminalidad organizada intenta cooptar gobiernos.
¿Por qué solidarios? Mientras el empleo tiende a escasear (especialmente para la mano de obra no capacitada o con dificultades de adaptación) y la población urbana envejece y crece rápidamente, las desigualdades, la marginalidad y las violencias necesitan, cada vez más, de políticas estatales activas para mantener la calidad de vida. Eso cuesta más plata, que deberá salir del bolsillo de todos.
¿Por qué democráticos? Los cambios profundos son un desafío para las instituciones. Las crisis suelen alimentar a algún mesiánico populista munido de soluciones mágicas y autoritarias.
Estaremos en problemas si la innovación no genera los recursos económicos, culturales y garantiza los ambientales; si solidariamente no aportamos impuestos para un Estado que necesita también que nos comprometamos con efectiva participación.
Los ciudadanos mendocinos somos reconocidos por ser emprendedores, un poco taimados, generosos pero desconfiados.
El futuro nos exigirá ser cada vez más innovadores, solidarios, embebidos de una vocación democrática que logre integrar respetando las diversidades y cuidando el medio ambiente de las emisiones, el consumo descontrolado y las pretensiones de lucro irresponsables, que ya ponen en riesgo la sustentabilidad de Mendoza.