La ciudad de las luces y sombras

Las letras de nuestro país son las grandes invitadas al mayor salón literario de Europa, que se desarrollará durante el fin de semana. Las polémicas llegaron antes que las plumas: el escritor Martín Caparrós denunció parcialidad política a la hora de eleg

La ciudad de las luces y sombras

"Sí, pero quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer por la rue de la Huchette...", el celebérrimo comienzo de "Rayuela" que ha llevado a tantos argentinos a buscar esa calleja en París –está cerca de Notre Dame, tiene clubes de jazz de los que le gustaban a Cortázar y a los miembros del Club de la Serpiente-, esa invitación al juego, seguramente, se escuchará este fin de semana en París donde se está llevando a cabo el Salón del Libro de la Ciudad de las Luces.

La 33° edición de esa feria, la más importante en lengua francesa, tiene a la Argentina como invitada de honor en una edición que celebra muy especialmente a Julio Cortázar en el centenario de su nacimiento.  Pero, más allá de los protocolos, el romance entre estas pampas y la France tiene antecedentes muy anteriores a aquel 26 de agosto de 1914, fecha en que el Cronopio nació.

Argentina y Francia, un solo corazón

Alberdi, el que escribió las "Bases y Puntos de Partida" (los   Fundamentos de la Constitución Nacional) era un enamorado de la cultura francesa. El muchacho (sí, era un muchacho cuando participaba del Salón Literario de Marcos Sastre junto a, por ejemplo, Miguel Cané, en ese grupo que luego se conoció como La generación del '37), Juan Bautista firmaba como el Figarillo en el periódico que fundó:  "La Moda"(una temprana versión de Caras) . Alberdi no tenía mucha confianza en la población autóctona y por eso dijo aquello de "gobernar es poblar" y este poblar no era "con el gaucho indolente de la pampa" -Sarmiento dixit- sino con europeos probos, buenos trabajadores que vendrían a las colonias. De haber sido por Alberdi –si se le hubiera aceptado- es probable que el francés se hubiera posicionado como nuestro  idioma nacional y este diario se hubiera llamado Les Andes.

Después está la otra ficción –que si uno va a París, no lo es tanto- de que la Avenida de Mayo, la Avenida Alvear son Paris méme, y Buenos Aires es, por supuesto, la Petite Paris. (Los por qué de este fanatismo y esta negación exceden con mucho los alcances de este artículo pero valga destacar que la gente bien -leáse bian- siempre entendió a lo francés como lo civilizado y las clases altas hablaban en francés. También, las clases altas leían en francés y traducían en la lengua de Balzac. Así llegamos a la gran traductora de toda nuestra cultura (en más de un sentido) Victoria Ocampo. 

Sur y Gallimard

Con el dinero de su familia, Victoria Ocampo fundó la revista Sur y, más adelante, la Editorial Sur. Del otro lado del Atlántico el señor Gastón Gallimard hizo lo mismo: fundó primero una revista La Nouvelle Revue Française (NRF) y luego la editorial Gallimard. Victoria fue un puente, estableció el parámetro de la buena literatura y de lo que era importante en el campo cultural. Paul Groussac había hecho algo parecido antes en la Biblioteca Nacional.

En Sur, publicó Cortázar antes de irse a París, antes de perderse en el fuego sordo y rojo que lo perseguía por la Rue de la Hachette, antes de profundizar en su  lengua doble esa erre glotal.

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