En los tiempos digitales, el reinado de las redes sociales se extiende a la hora de generar vínculos. Sin embargo, hay quienes esquivan la tendencia y aún consideran el contacto cara cara. Es que están convencidos de que si se trata de conocer a alguien realmente no hay mejor opción que mirarse a los ojos.
Por eso, hay quienes eligen una tendencia que llegó a Mendoza hace unos dos años: las citas rápidas. Se trata de espacios de encuentro organizados con pocos participantes, en los cuales se propician interacciones de 8 minutos entre dos personas.
“A mí me invitó una amiga. El contacto es más directo que en las redes, que no te permiten conocer quién es el que te contesta del otro lado. Al ser cara a cara te da más confianza, sabés que la realidad es lo que estás viendo”, contó Beatriz (45).
En su caso, este espacio le permitió conocer gente y hacer un grupo de amigas con las que mantiene contacto. Es que, según relatan, no se trata sólo de una oportunidad de conocer a una pareja sino que se entablan relaciones de amistad y hasta contactos que pueden aportar en el plano laboral.
“Yo tengo una vida bastante estresada por lo que, debido a mis horarios, no tengo tiempo para muchas reuniones”, contó Carlos (54), y agregó que a veces por ésta o alguna otra circunstancia termina solo.
Dijo que ha usado las redes sociales, aunque poco: “Lo que no me gusta es que ahí no sabés realmente quién es el que está del otro lado, pueden decirte cualquier cosa y yo creo que es importante conocer realmente cómo es la vida de la otra persona”.
Desde su punto de vista, “no es lo mismo charlar con una persona frente a frente”. Y agregó: “Los más grandes a veces somos más rápidos en la deducción de cómo es la persona, o se aprovechan esas reuniones para contar cosas que uno no contaría en otras circunstancias”.
Por su parte, Rubén -de "55 años y unos kilómetros recorridos"-, señaló que "uno prefiere el cara a cara porque por la mirada y los gestos se empieza a conocer a las personas". En su caso, en estas citas conoció a una mujer con quien se relacionó al comienzo pero aceptó que por las responsabilidades y las demandas de su vida, se le hace difícil sobrellevar una relación.
Pero por otra parte, destacó que fue un espacio que le hizo muy bien después de una separación de otra relación.
“Me sirvió mucho para despejarme, fue un apoyo importante, sobre todo a esta altura de la vida. Conocí ahí gente muy macanuda, muy buena, la mayoría profesionales, con quienes hasta la actualidad nos seguimos reuniendo y comunicando”.
Romper esquemas
La psicóloga y psicoanalista Dora Serué es parte de los dos emprendimientos de citas rápidas que hay en la provincia: Pre-citas y Nueva oportunidad. Explicó que la idea implica “poner la voz, el cuerpo, la auténtica personalidad y la identidad”, muy lejos de lo que sucede en redes, en las que se pasa al otro como en una vitrina. En cambio, estos son espacios con un tiempo de disposición para el encuentro que no se extienden por más de 1 hora y media.
Para ella, en la actualidad muchas actividades se hacen en cubículos de soledad y hay mucha defensa detrás de la pantalla que favorece el anonimato. Por eso, la gente ha perdido el contacto real y hasta la habilidad para concretarlo.
Dijo que esto de las citas rápidas es nuevo en Argentina pero que está muy instalado en Europa y que a la sociedad local le falta romper con muchos prejuicios para adaptarse. Al respecto, mencionó que parece que decir que se quiere conocer a alguien tiene una carga algo negativa, como que falta algo o se falló en algo: “Nos hacen creer que es algo patológico, que no aprendiste a estar solo, sin embargo es lo más sano que se puede hacer”.
Silvana (45) es odontóloga y en pocos días contraerá matrimonio con Eduardo (56), un ingeniero que conoció en uno de estos encuentros. Para quienes creen en el destino, este puede ser un ejemplo de su existencia: “Estaba en el consultorio y escuché por la radio una publicidad de estos encuentros, pero tenemos muchos prejuicios y no sabemos si son confiables.
Me quedó la idea en la cabeza y decidí llamar al día siguiente; me comentaron que esa misma tarde había un evento y que justo una mujer había cancelado, lo cual es raro porque me dijeron que suelen completarse una semana antes”, recordó ella.
Por su parte, Eduardo vio una vez una nota en Los Andes sobre la activa vida social de las personas mayores de 60 años. Allí se mencionaba una de estas propuestas y decidió sumarse. Así se conocieron y luego de los 8 minutos, durante el café volvieron a reunirse para charlar. “Lo lindo es que cuando te volvés a reunir solos sentís que lo conoces, ya tenés una idea”, destacó ella.
“Cuando uno no tiene una pareja estable por mucho tiempo está vulnerable, tiene miedos, tenés 45 años y estás sola. Lo virtual te genera inseguridad”, dijo. En cambio, “acá al ser cara a cara están todos en la misma situación que vos, van porque realmente quieren conocer a alguien, es más difícil que vaya quien ya tiene pareja”.
Al principio fueron muchas emociones encontradas, pero luego todo fue dándose con naturalidad. Finalmente, luego de dos años, el próximo 9 de julio se convertirán en esposos.