Con una producción de 151 mil toneladas de ciruela para industria, la temporada 2017/2018 ha sido la más importante desde la de 2008/2009, cuando se produjeron 202 mil toneladas.
La variación del tipo de cambio desde mayo empezó a ofrecer una leve mejora en las condiciones para exportar la fruta desecada, pero gran parte de ese beneficio se ha trasladado a una baja en los precios, para poder competir en el mercado internacional. A principios de año la caja de 10 kilos se vendía a US$ 24 pero ahora cayó a US$ 20.
Daniel Camacho, de Nevada Argentina, una empresa productora y exportadora de frutas deshidratadas, comentó que la producción 2018 de ciruela fue récord en volumen de los últimos 10 años, aunque los calibres fueron medianos a chicos (lo que impacta en el precio de venta). A diferencia de lo que ocurrió en 2016, cuando las heladas redujeron drásticamente la cantidad, entre setiembre de 2017 y febrero de 2018 no hubo heladas ni tormentas de granizo, por lo que se dieron las condiciones adecuadas para alcanzar una producción a pleno.
Sin embargo, esto, que podría ser una buena noticia, implica un desafío para el sector exportador, de ubicar ese volumen en el mercado internacional. Es que el consumo interno es muy bajo, por lo que entre 95 y 97% de lo que se produce, se exporta.
Hasta mayo, explicó Camacho, el tipo de cambio estaba muy desactualizado y los precios de las ciruelas argentinas en el mercado externo no eran competitivos. De ahí que si bien el volumen de producción había sido importante, la dinámica de comercialización era lenta y se estimaba que no se iba a poder vender todo el stock.
Ahora, en cambio, con un dólar por encima de $ 39, las condiciones cambian. Pero el precio internacional ha ido bajando en los últimos meses -por la gran oferta- y la caja de 10 kilos de ciruelas, que en abril se vendía a US$ 25 ahora se está vendiendo entre US$ 22 y US$ 20, señaló el industrial.
Por eso, detalló que gran parte del beneficio de la devaluación se traslada al mercado para bajar los precios el dólares y pese a que el volumen de exportación probablemente sea mayor al esperado, la rentabilidad será igual o un poco mayor. Sí resaltó como positivo que Argentina volverá a estar presente en los mercados y que quedará menor excedente para el año próximo.
Por otra parte, manifestó que se debe tener en cuenta que la economía está bastante dolarizada y que en la estructura de costos quedan muy pocos ítems cuya variación no está atada a la cotización de la moneda norteamericana. Uno de ellos es la mano de obra, pero su impacto se ha ido reduciendo porque la industria ha tendido a tecnificarse.
Otro es la materia prima, pero sólo la que se consigue en fresco, en febrero y marzo, cuyo precio está pesificado. En cambio, en el segundo semestre, las ciruelas que compran los exportadores ya están disecadas por los productores integrados y su precio se expresa en dólares.
El resto, entre 70 y 75% de los costos, están dolarizados, como los fletes, el gas de la industria, insumos como cartón y plásticos, y los repuestos de maquinarias de acero inoxidable. Por eso, aunque podría pensarse que las ganancias del exportador se duplican cuando se pasa de un dólar de $20 a otro de $40, no es así por los costos de producción y porque se bajó el precio de venta en el exterior.
Pese a este panorama, Daniel Camacho estimó que los volúmenes de exportación van a crecer y ya están analizando la posibilidad de comprar una finca en producción para poder mantener el 15% de materia prima propia que utilizan en Nevada Argentina o elevarlo a un 20%.
Juan Carlos Morillas, presidente del Comité de Exportadores de Ciruela de Mendoza (de la Cámara de Comercio Exterior de Cuyo), expresó que el año pasado, cuando hubo poca ciruela, Argentina vendió unos 20 millones de kilos y quedó un remanente sin exportar (la ciruela, a diferencia de otros productos, que se oxidan, puede conservarse entre 2 y 3 años).
Este año se calcula que la producción, que fue muy buena, permitirá obtener unos 40 millones de kilos secos, pero no cree que se puedan ubicar en el mercado externo más de 22 millones. Es que en el primer semestre se exportaron 11 millones de kilos, de los cuales 3,5 fueron a Estados Unidos a granel, algo que no es de esperar que se repita en el segundo semestre.
Por otra parte, en febrero o marzo se tenía la expectativa de vender la caja a US$ 24, pero los principales compradores de ciruela argentina, que son Brasil y Rusia, han devaluado fuertemente, lo que obliga a bajar el precio en dólares, a unos US$ 19, para poder mantenerlo en la moneda local. Morillas ilustró que los brasileños compraban a un dólar que equivalía a 3 reales, mientras ahora está a 4,20, por lo que si no se baja el valor de venta, no se logra ingresar al mercado.
Ante esto, el industrial consideró que pese a la devaluación la situación para los industriales no es muy diferente de la que tenían en marzo o abril. Y reconoció que el más afectado en este contexto no es el industrial, que compra al precio al que puede vender, sino el productor primario.
Un mercado complejo
Juan Carlos Morillas explicó que la ciruela desecada es un producto suntuario, no de consumo masivo, y que su demanda es inelástica, porque no varía según el precio (no aumenta cuando está barata ni baja cuando se encarece). Los cuatro principales países productores en el mundo son Estados Unidos, Francia, Chile y Argentina.
El primero es el principal, pero también consume 70% de lo que produce y el resto lo exporta en pequeñas bolsas, que llegan directamente a las góndolas (no a granel, en cajas de 10 kilos, como el país). Francia, en tanto, le vende a sus ex colonias y a Europa.
De ahí que el principal competidor de la ciruela argentina sea Chile, que cuenta con diversas ventajas competitivas, como menores costos laborales e impositivos, mayor cercanía del puerto, condiciones climáticas favorables (no graniza) y una mayor producción por hectárea, entre 30 y 35 mil kilos, mientras en Argentina la media es de 10 mil. Pero el más significativo es que no tienen aranceles al entrar a mercados internacionales, mientras los productos locales pagan impuestos de 10% en Europa, 17% en México, 35% en China y 14% en Estados Unidos.