Su vida es un viaje. Sin un lugar fijo, Ciro Pertusi está un poco cansado de los aviones y aeropuertos. Los afectos y la música lo dividen constantemente entre tres destinos: Buenos Aires, Córdoba y Bahía Blanca.
Cada lugar le da lo suyo. En Bahía el amor de su pequeña hija; la ciudad de la furia el trabajo y en Córdoba, el amor de su compañera. En esa división geográfica, los aviones unen sus destinos.
“Una vida miserable. Mi hija vive en Bahía, la mujer que amo vive en Córdoba y yo vivo en Buenos Aires. Los aviones son lo que más odio. No porque les tenga miedo, son muy prácticos. Pero el viaje al aeropuerto, la espera y que haya gente que te dice lo que tenés que hacer, es bastante tedioso. Y después la gente se come un viaje con el avión; se empilchan como si fueran a una gala. Mis compañeros y yo viajamos cómodos para viajar. Y el resto como si fuera un evento aristocrático. Después el avión se cae, terminamos todos carbonizados y lo único blanco que quedan son los dientes. Es macabro, pero al final de cuentas, es un medio de transporte”, apunta entre risas el líder de Jauría.
Pero entre lo tedioso del check in y el check out, el rock punk de la banda sigue ganando espacios y fortaleciendo la relación con su público.
Aunque de la edición de “Libre o muerto” pasó un año, el disco doble de estudio merece una nueva presentación. Sacar al vivo esas canciones que aún no fueron coreadas, con esa adrenalina, característica que vienen cultivando en la escena nacional. Y esta noche, Sebastián Ambesi, Ray Fajardo, Mauro Ambesi y Pertusi vuelven a N8, con un compilado de su mejor sonido.
-Regresan con "Libre o muerto"…
-Estamos en la segunda parte de la proyección del disco. Como es un álbum doble con 21 temas, hicimos una doble proyección y estamos en el medio de eso, que sería llevar esta segunda parte a los lugares que ya fuimos. Por naturaleza, en un disco más largo, se notan los primeros diez temas.
Obvio sin descuidar las canciones que están arraigadas. Y lo mismo haremos con el primer disco, con esos temas que quedaron. Y también otras canciones del material mío con Attaque.
-¿Hay tiempo para meterse en el estudio?
-No, todavía no. Empezaríamos a partir del verano. Hay mucho material, porque en el disco anterior se trabajaron sobre más de 20 temas y sobraron algunas canciones. Aparte de otras composiciones. Además hay una idea latiendo, una especie de tributo, medio de culto, que tenemos ganas de hacer. No sabemos para cuándo. Tenemos esa libertad con la compañía. Asique veremos que sale… o un DVD en vivo. Están abiertas todas las posibilidades.
La generación 77
Desde su partida de Attaque 77, en 2008, Pertusi mira de afuera el proyecto y sueño por el que transitó más de dos décadas.
De aquel veinteañero rebelde y filoso, quedaron un puñado de poesías como “Espada y serpientes”, “Beatles”, “Arranca corazones” o “El cielo puede esperar”. Canciones que se convirtieron en clásicos y que aún sus ex compañeros siguen tocando.
En agosto pasado, la banda de punk rock cumplió 25 años y la celebración fue una ocasión excelente para reunirlos en el escenario. Ante más de 20 mil personas, en el Estadio Malvinas Argentinas, remozaron esa idea: que son una de las bandas más importantes del rock nacional.
-Volviste a tocar con Attaque, ¿cómo fue ese regreso?
-Lo eventual del asunto fue la emotividad del momento. Mucha gente había generado muchas expectativas, especulaciones, nostalgia. Todo eso se juntó y dio como resultado un estadio Malvinas lleno, como hace mucho no veía. La historia de Attaque me dio a entender que fue una historia muy grande. Esto es para hacer un análisis sensato.
Los últimos shows que toqué con los chicos, en 2008, fueron en Pilar, Temperley y en Montevideo. Si sumamos esos tres shows no había ni un cuarto de público de lo que hubo ahora. Por un lado, lo que se generó, como se añejó el sentido de clásico. Pero también estaba esa contradicción. ¿Dónde estaba esa gente cuando estuvimos? Es parte del ser humano.
Hay una frase muy cliché que es “Disfrutar el momento”. Pero es tan común y lo poco que se puede lograr. También dicen: “El sentido común es el menos común de los sentidos”. Los humanos estamos preocupados por el futuro o apesadumbrados por el pasado y no sabemos disfrutar el presente. Yo en Attaque estuve 21 años y hay gente que se acordó de ir ahora.
-O también nuevas generaciones que se suman.
-Sí, claro. También chicos que no pudieron verlo. Esto es un análisis de la situación, de la parte emotiva que existió. Fue muy fuerte, emotivo y divertido. Porque volvimos a poner en práctica aquello que supimos hacer, que es llevarnos bien. Ahora estoy con ellos, a la distancia.
A veces algunos se sorprenden, pero sabemos la ecuación de cómo llevarse bien. Entre ellos y yo me sentí normal, sé de qué se trata. Lo nuevo fue sentir esa vibra de la gente. Fue emocionante, supe apreciar el momento.
-¿Sos de comparar los caminos que has hecho con Jauría y Attaque?
-Sí, como todo ser humano. La comparación está adentro de nuestro instinto. A veces estaría bueno que no sea así, tratarse de pararse en el hoy. Lo he aprendido mejor, pero todavía sigo con la vieja costumbre de comparar.
-¿Y cuál es tu percepción de esa comparación?
-Está buenísimo ahora. Si estuviera tocando en Attaque estaría mirando lo que viene. Sería el mismo tipo que soy. Para añorar, como quien aprecia como algo lindo lo vivido está bueno. Pero si lo quiero repetir, es como un ejercicio en vano.
Pensá que me fui en 2008 y justamente, esos últimos años, no fueron los más lindos para mí. Porque yo estaba en plena crisis de darme cuenta que tenía que dejar semejante sueño. Pero si me tengo que transportar a los momentos más altos, entre el ‘97 al 2002, el Ciro de ese tiempo no vuelve más. Había mucha célula joven y así me ponga la misma ropa sería una representación.
Sí me gusta esto, la eventualidad. Me llamaron unos meses antes para tocar. Pero lo viví lo más natural posible y para mí fue relajado. Ensayé un día y después, al show.
-Luego de la polémica que surgió por la canción de Attaque que pusieron en la apertura de las sesiones ordinarias. ¿No te gusta que mezclen tu música con una cuestión partidaria o la política en general?
-En estos tiempos y sobre todo, en estas latitudes se hace muy difícil una postura apolítica. A nivel idiosincrasia somos muy irrespetuosos. No toleramos las diferentes ideas. Seguimos intentando lograr una hegemonía de ejército donde todos pensamos lo mismo. Luchamos contra los militares, las imposiciones y por otro lado, hay una sub visión de que el no piensa de determinada manera, no va. Pero en todos los ámbitos.
Todos tenemos que ser la misma persona… ¿entonces para qué tenemos un DNI, huellas digitales? Somos diferentes, eso es más profundo.
Obviamente que en ese caso particular di mi opinión a los seguidores de Jauría de Facebook y fui muy ingenuo, en pretender que en este momento tan caníbal, donde la gente se tira con seres humanos no iba a causar revuelo. En la actualidad, los misiles son seres humanos. Me usaron a mí de munición para sus guerras constantes entre los medios, los políticos.
Lo que importa es que seamos funcionales a las urnas y no pensemos en lo que realmente sucede. Por ejemplo, hice una publicación ayer para un niño que necesita una donación de sangre y tuve seis comentarios. Y la que hice: “No me cae en gracia que se utilice una canción como “Donde las águilas se atreven” en un acto político” logró cinco mil comentarios.
O sea, está clarísimo a donde vamos. Están pasando otras cosas. Mientras nosotros estamos en el canibalismo, los nenes nos miran como cuando los padres se pelean.
La ficha
Jauría
Banda invitada: Cerebro de Mono.
Día y hora: hoy, a las 20.
Lugar: N8 Estudio (Mitre y Godoy Cruz).
Entradas: $150. En N8 Estudio (de 14 a 21 hs), Otra Vida (Galería Caracol), Siempre Deportes (Luján y Maipú), Mohs (Maxi Mall, L8. 9 de Julio 1455), Astor Minimarket (Azopardo 63, Godoy Cruz) y www.rebeltickets.com.ar