Cuando se piensa en huertas se imagina un espacio de tierra grande donde plantar en línea recta diferentes especies compatibles entre sí. Similar a la idea de un campo de cultivo. Esta representación mental desalienta a los habitantes de zonas urbanas donde el espacio físico disponible es escaso y a veces nulo cuando no se cuenta con un jardín.
Una representación mental que no es tan real. Los expertos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) alientan el desarrollo de huertas en espacios reducidos, inclusive en macetas. Ellos las denominan huertas urbanas. Fueron Janine Schonwald y Francisco Pescio quienes elaboraron, bajo el programa Pro Huerta, una guía que le permite a los dueños de departamentos y casas chicas soñar con comer verduras y frutas frescas.
¿Cómo lograr semejante proeza?
Alcanza con seguir los consejos. Uno a uno:
Que no falte la luz. La planta crecerá en un espacio pequeño sólo si cuenta con la cantidad de luz necesaria como para darle energía para hacerlo. Aquellas hortalizas de fruto y raíz precisan al menos cinco horas de luz directa mientras que para las de hoja, tres. Hay que recordar que cuando las plantas no tienen suficiente luz crecen lentas y sin fuerza.
Agua. Parece casi obvio sin embargo: ¿quién no perdió alguna vez una planta por exceso o falta de este líquido? Lo recomendable es regar hasta que el envase comience a gotear.
Hay que tener especial cuidado en invierno ya que el agua se evapora menos por la falta de calor. En este caso alcanza con disminuir un poco la cantidad de líquido para evitar que se formen hongos.
Tierra. Es fundamental encontrar tierra sana, es decir aquella donde no se tiró basura, que no se encuentre cercana a zonas donde hay desechos químicos, pilas y que tenga nutrientes fundamentales para el desarrollo de la planta. Una vez que se consigue este elemento se puede preparar el sustrato.
Para hacerlo se colocan “3 partes de abono orgánico maduro. Mezcle una parte de tierra con otra de arena, viruta o cascarilla de arroz. Incorpore el abono a la mezcla anterior y revuelva hasta lograr un sustrato homogéneo”, se detalla en el manual del INTA.
¿Qué se puede cultivar? Hay muchas opciones y dependen de las macetas. Una guía permite lograr varias especies aún cuando se habla de departamentos. Comenzamos con la radicheta, rúcula, cilantro, espinaca, ciboulette y perejil que precisan macetas jardineras o latas de 800 cm3. Estas plantas se siembran a poca profundidad. Cabe recordar que, en el caso de usar latas, hay que hacer pequeños agujeros en el fondo para que el agua drene.
Para la lechuga, acelga, apio, copete y frutilla se usan macetas jardineras de 800 cm3 pero se coloca una planta por envase. La zanahoria, rabanito y remolacha precisan de una maceta jardinera pero, ojo: sólo hay que sembrar una por maceta.
En el caso del zapallo, melón y sandía se puede usar un balde de 20 litros. Estas especies necesitan mucha tierra y estar cerca de paredes ya que trepan.
El tomate es una de las plantas que más sol precisa. Para el tradicional se puede usar un balde de 20 litros y para el cherry macetas jardineras.
Las arvejas y las chauchas se adaptan bien a una maceta jardinera. Estas especies trepan también por lo que necesitan que se les coloque un tutor.
La cebolla, ajo y puerro se adaptan a la maceta tradicional, pero no son para los ansiosos. Su cosecha demora al menos ocho meses.
El recuento termina con la papa. Para cultivarla, al igual que la zanahoria, se recomienda un neumático viejo ya que estas verduras se adaptan mejor a los suelos arenosos.
Plagas urbanas, ¡lejos! Lo que menos desean quienes aman sus plantas son los insectos dañinos. Y en las ciudades abundan. Por eso es importante mantener lejos a las plagas. Son peligrosos para la planta: el pulgón, la mosca blanca y la cochinilla. Para controlarlos se recomienda usar alcohol de ajo, agua y jabón blanco.
Las chinches son peligrosas para los frutos y el bicho moro es uno de los más voraces. Para controlarlos es interesante colocar tabaco a la tierra.
Las hormigas negras, tan presentes en Mendoza, cortan las hojas y los brotes. Para controlarlas nada mejor que un buen insecticida.
Hay que alegrarse cuando las plantas tienen vaquitas de San Antonio que ayudan a controlar las plagas y abejas, encargadas de su polinización.
Las instrucciones son sencillas y se adaptan a todos. Ahora sólo falta poner manos a la obra, cuidar las plantas y cosechar lo que se siembra.