Gusto a poco parecen esos 150 mil dólares que Río de Janeiro debió depositar el 1° de octubre de 2007 en concepto de la primera cuota obligatoria para que el Comité Olímpico Internacional le permitiera firmar el Procedimiento de Aceptación de Candidaturas para organizar los Juegos de 2016.
Es que tiempo después, cuando esa aspiración de la ciudad fue formalmente aceptada, el gobierno brasileño gastó alrededor de 80 millones de dólares. Y sólo en esa candidatura, está claro. Esa cifra, ya mucho más importante, comenzó a crecer dentro de un presupuesto enorme aunque lejano al de Londres 2012.
Los reales empezaron a dispararse en todos los sentidos y hubo un punto en el que se invirtió demasiado porque el rubro instalaciones deportivas no fue el más potente de la propuesta de Río de Janeiro. Más allá del legado de los Juegos Panamericanos de 2007 había poco hecho y, como directa y lógica consecuencia, mucho por construir.
Por aquellos primeros años de efervescencia olímpica, y al amparo del 85 por ciento de apoyo que tenían los JJ.OO por parte de los cariocas, comenzó a armarse el Parque Olímpico en Barra da Tijuca, donde se disputarán 23 de las 42 disciplinas. Allí sólo estaban la piscina y el velódromo que se habían usado para los Panamericanos.
Pero la única instalación aceptada por el COI fue el complejo Maria Lenk, que será sede de los saltos ornamentales y el nado sincronizado luego de una inversión de 5.400.000 dólares para mejorarlo. El resto es todo nuevo, incluido el velódromo porque el antiguo no superó los estándares obligatorios de la Unión Ciclista Internacional.
Entonces, en los terrenos que ocupaba el autódromo de Jacarepaguá se levantaron las Arenas Carioca 1, 2 y 3 y la del Futuro, el Centro Olímpico de Tenis, el Estadio Acuático y la Arena Olímpica Río.
De acuerdo a las últimas cifras dadas a conocer por el Planalto, sólo en los estadios el país terminó invirtiendo unos 3 mil millones de dólares. Esto equivale, por ejemplo, a un 13 % más de lo gastado por el propio gobierno federal en 2015 en “Bolsa Familia”, un programa social que proporciona ayuda financiera a más de 56 millones de brasileños.
Eduardo Paes, el alcalde de Río de Janeiro -entre paréntesis, ayer culpó al Comité Organizador por los problemas en la Villa Olímpica-, buscó desde el principio apoyo privado para construir los escenarios deportivos. Hubo promesas al COI que en el balance final se verá si fueron cumplidas: una es que el 64 % de los 3 mil millones terminó siendo aportado por empresas.
No se sabe si porque ese dinero llegó o porque la presión del COI fue demasiado fuerte fue que, a poco menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos, sólo el velódromo no había sido finalizado. Entre esos escenarios entregados en tiempo y forma estuvo por ejemplo la nueva piscina, cuyo costo ascendió a los 83.400.000 dólares.
Por último apareció el velódromo, que fue finalizado hace poco más de un mes. ¿Cuánto se invirtió en uno de los escenarios del ciclismo olímpico? Otros 42 millones de dólares. O sea que salió 20 millones más que el que fue testigo del oro panamericano de Juan Curuchet y Walter Pérez en la madison de 2007.