¿Cierre de las plazas de Capital?

¿Cierre de las plazas de Capital?
¿Cierre de las plazas de Capital?

He visto con gran preocupación la propuesta de las autoridades municipales de Capital de "proteger" las plazas de la ciudad de la depredación provocada por algunos inadaptados a través del cierre de estos espacios públicos.

¿Nos exponemos a tener una ciudad definitivamente enrejada? Creo que sería bueno que los mendocinos encargados de la gestión pública recordaran por un momento la re-fundación de esta hermosa ciudad de Mendoza después del terremoto de 1861 y en ese contexto preguntarnos:

¿Por qué se crearon las plazas como nodos importantes en el centro de las áreas pobladas que se reconstruyeron?

No fue un capricho de la época ni una veleidad de los proyectistas. Las plazas aparecieron como prevención para tener un lugar de albergue en el momento de las crisis sísmicas que demostraron ser altamente destructivas en Mendoza, especialmente en el oasis norte y, particularmente, en el Gran Mendoza.

Por ello no se adoptó el diseño europeo que es la plaza cerrada o la plaza seca: nuestra plaza es abierta para recibir a la gente que huye de los edificios que colapsan.

Podemos recordar con claridad esta función repasando los acontecimientos más recientes del terremoto de 1985, cuando muchas familias de la Capital -que habitaban en los pisos más altos- pasaron varios días durmiendo en las plazas por el temor a que las réplicas produjeran mayores daños y pusieran en peligro la vida de sus familias; personalmente recuerdo que mi casa fue en esa época un albergue para muchas de ellas: llegaban con sus colchones después de las 20, buscando refugio en amigos que tenían espacio disponible en casa bajas.

En el proceso de reconstrucción de ese momento, se vio incluso la necesidad de dotar de agua y otros elementos de primera necesidad a estos espacios verdes porque la población llegó a pasar períodos considerables en ellos, particularmente en Godoy Cruz, que fue uno de los más afectados. (1)

Tuvieron que pasar varias horas para que la calma comenzara a adueñarse de la sociedad. En el centro mendocino, las plazas se llenaban de gente que vivía en los edificios más altos de Capital. En los barrios, los habitantes hacían fogatas y reuniones improvisadas esperando el amanecer.

Por suerte, para los habitantes de Mendoza, el momento que eligió la naturaleza para dar su alerta estaba fuera de la época escolar y en un horario en que muchas de las personas no dormían. Sin embargo eso no impidió que el pánico se apoderara de la población. Por las calles se veía gente desesperada que corría a su casa en busca de sus padres, hijos, hermanos. La misión era sólo comprobar que los seres queridos estaban sanos y salvos.

Sin embargo, el poderoso sismo mostró las falencias del sistema de viviendas y la falta de preparación de los mendocinos a la hora de enfrentar un desastre de tamaña naturaleza. Seis personas murieron, 238 resultaron heridas y 12 mil viviendas quedaron destruidas por el movimiento sísmico ya que el 90% de su infraestructura era de adobe. Uno de los departamentos más afectados fue Godoy Cruz. Allí se produjo el derrumbe del viejo Hospital del Carmen. Tambiénlas Heras sufrió mucho las consecuencias del terremoto.

Es imprescindible hoy, que nuestra Capital ha crecido en forma vertical considerablemente, resguardar esos espacios abiertos para esta finalidad. No debemos olvidar dónde vivimos: la particularidad de nuestra zona sísmica que es la de mayor potencialidad de riesgo del país en este tema.

En ese contexto -si bien es cierto que la emergencia frente a desastres naturales por sus propias funciones es cubierta por Defensa Civil- se hace necesario resaltar que las autoridades locales y el Estado cumplen un rol fundamental en la prevención y la planificación de las ciudades que están expuestas a amenazas reconocidas.

Particularmente en este caso, en que debe haber una reflexión sobre por qué se ha aceptado un diseño urbano con una función determinada y evaluar comparativamente qué significaría dejarlo de lado.

Sería bueno que las autoridades hicieran el ejercicio de pensar -por ejemplo- dónde se resguarda o protege la población que circula a las 10 de la mañana en la zona financiera de la Capital, o en los hospitales y centros de salud cercanos a la plaza Sarmiento si se produjera a esa hora una crisis sísmica de importancia.

Como ciudadana creo que la disyuntiva está entre proteger a la población de los sismos o proteger las plazas de los vándalos. Yo voto por la primera porque a los grupos de vándalos los podemos controlar, atrapar y enseñarles de alguna manera que deben respetar y respetarse, porque en algún momento incluso pueden ser los damnificados en esa situación.

En ese caso, hay que apuntar a la educación, al rescate de los jóvenes alojados en las cárceles, a apoyar a las poblaciones en situación de vulnerabilidad y pobreza, en conjunción con un mejor y más estricto control urbano, especialmente durante la noche, en que muchas áreas y arterias de nuestra ciudad se convierten en zonas liberadas.

No cometamos la torpeza de usar el método de la "frazada corta", que nos lleve a exponer a la población a un fenómeno que no podemos dominar -como son los sismos- para extirpar el problema del vandalismo, que necesita otros tipos de acciones y correctivos.

(1) Mitchell Jorge Alberto: Memoria de un terremoto - Terror en Mendoza (1985): ¿Oportunidad o riesgo en el hábitat? Disponible en:

ftp://ftp.cricyt.edu.ar/pub/lahv/jorge_m/ponencia.pdf

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