Golpeado por la crisis, el Salles, uno de los hoteles más tradicionales de la Ciudad de Buenos Aires, está por cerrar sus puertas. Con décadas de historia, este establecimiento de cuatro estrellas ubicado en Cerrito al 200 ya no toma reservas más allá del 29 de diciembre: en conserjería explican con tristeza que ese día dejarán de operar.
En su sitio web aún se promocionan sus atractivos para el turismo: "Situado en el centro comercial y cultural de la ciudad, el hotel está cerca de varios restaurantes, cines y teatros. El Teatro Colón y la elegante calle Florida se encuentran a pocas manzanas".
Las realidad es que el Salles pasará a ser un recuerdo en pocos días. De acuerdo con datos de la Cámara de Hoteles de la Ciudad, en 2017 bajaron sus persianas 8 alojamientos, y en lo que va de 2018 lo hicieron 10. "Y estos datos son sólo los que corresponden a nuestros asociados. Si tomamos todos, la cifra cuanto menos se triplica", explica su presidente Gabriela Akrabian, y agrega que "lamentablemente hay muchos dueños que no pueden seguir aguantando sus hoteles. No hay manera de que sostengan el pago de las facturas de la luz, el gas y el agua que se dispararon, ni el mantenimiento de la estructura y del personal, con tarifas de habitaciones que no pueden aumentarse porque la demanda es cada vez menor. Según datos del GCBA, en lo que va del año los hoteles tuvieron una ocupación del 54%: casi la mitad de las camas estuvieron vacías. Así no se puede, cuando además hay una competencia desleal avasalladora", sostiene Akrabian.
En efecto, lo que se denomina la "uberización de la hotelería" a través del alquiler temporario de departamentos es una de las mayores amenazas para los establecimientos tradicionales, que no pueden competir en precio. Para Akrabian esto sucede por la falta de controles. "Un departamento temporario es más barato porque no paga ni un solo impuesto, al margen de que no ofrece ninguno de los servicios de un hotel.
Las autoridades no pueden seguir mirando para otro lado. No son departamentos sueltos que un jubilado pone en alquiler para completar sus ingresos. Hay edificios enteros que se construyen para poner las unidades en los portales de alquiler temporario y no se los controla como hoteles porque se hacen pasar por consorcios”, sostiene.
Y agrega: "Ya hay 20 mil departamentos al día en esta situación irregular. Así no es justo, ni razonable ni rentable para nosotros seguir. Nuestros asociados están indignados, descorazonados. Hay diálogo con el Gobierno de la Ciudad, pero no acciones concretas para revertir este cuadro".
Días atrás se publicó en el Boletín Oficial la llamada Ley de inversión en hotelería, que dispone incentivos fiscales para la industria hotelera y beneficia sobre todo a quienes construyan un nuevo, ya que les otorga un crédito fiscal aplicable contra el pago de los Ingresos Brutos generados por el establecimiento durante los 10 años siguientes al otorgamiento del crédito: un 10% de la inversión realizada, con un 2% o un 5% adicional según la zona donde se encuentre el establecimiento.
Si bien falta su reglamentación, la Cámara también ha adoptado una postura crítica sobre la nueva norma: "Creemos que beneficia a las cadenas internacionales, a los capitales extranjeros que vienen a abrir hoteles. Está muy bien buscar inversiones y generar empleo, pero no piensan en los hoteles tradicionales que hace 30 o 40 años se vienen bancando una crisis tras otra: ellos son los empresarios argentinos que necesitan ayuda y no la reciben. En cambio, nos matan a inspecciones que un día te exigen un matafuegos más o cambiar todas las alfombras porque no son ignífugas . La verdad, más golpeados no podemos estar", finalizó la dirigente empresaria.