"¡Viva la patria!", gritó un jinete y todos adhirieron alzando los sombreros. Algunos estaban visiblemente trasnochados y otros guardaban el mate para emprender la travesía. Las familias enteras de a caballo y con sonrisas a pleno.
Turistas internacionales, algo amedrentados por el ímpetu gauchesco y el rebuzne de los equinos. Los amigos que llevaban “no sólo gaseosas” en la cantimplora. Y los rezagados que apuraron el paso para 'engancharse' a la marcha.
Todos ellos abandonaron entusiasmados, en la mañana de ayer, el teatro Neyu Mapú para dirigirse hasta el puesto La Salada, en pleno desierto sancarlino. Allí, compartieron un amplio asado, guitarreadas, un poco de humor y la alegría de celebrar juntos la tradición.
Más de mil personas engrosaron ayer las filas en la tradicional Cabalgata de Los Claveles, un encuentro que ya se ha convertido en un ícono cultural del Valle de Uco y cada año suma nuevos adeptos.
“¡Buen día doña Deolinda! Dichosos los ojos que la ven. A ver todas las paisanas, a ponerle su toque de distinción a este recorrido. ¡Allá nos vamos compadres!”, alentó Bernardo Palacios desde el camión. Es un cantante muy conocido de la zona que desde el año pasado tiene la función de “guiar y ordenar la cabalgata”. Lo hizo con excelencia, mezclando citas del Martín Fierro, vivas y recomendaciones.
La novena edición de la cabalgata sancarlina lo tuvo todo. Un día de sol, con brisa fresca hasta pasado el mediodía. Medios nacionales interesados en mostrar la cultura local (como Crónica TV), artistas, funcionarios nacionales y cientos de paisanos con muchas ganas de celebrar.
“Es la primera vez que vengo. Tengo familiares y amigos en La Consulta y me han hablado mucho de esta cabalgata”, confesó el maipucino Jorge Palma, mientras sacaba del trailer los ejemplares criollos de su cabaña La Pialadora de Luján de Cuyo.
El pueblo de San Carlos comenzó a realizar este recorrido en el año 2008, para recrear una vieja costumbre de los puesteros, que ha pasado de generación en generación.
Cuentan los lugareños, que los gauchos debían internarse varios días en el desierto para realizar el arreo de los animales. De regreso, pasaban por un cerro del desierto donde abundaban los claveles del aire para juntar un puñado de ellos y llevárselo a su amada.
Así, como cada año -y mientras los gauchos emprendían el viaje- un grupo de baqueanos se internó en el desierto en busca de estas bellas y perfumadas flores blancas. Cuando la procesión de jinetes llegó al puesto de don Lima, los hombres entregaron este 'obsequio' a las mujeres, representadas por la Flor de la Tradición, María Sol Daró y la Flor Clavel del Aire, Samira Luffí.
“Llevamos carne para el asado y algo de líquido en las botas y caramañolas. No le especificaremos qué tipo de líquido”, dijo Marcial Romero y sus amigos del Centro Tradicionalista La Consulta rieron en complicidad.
Tan fanáticos son de este encuentro popular que invitaron especialmente a participar al chileno Andrés Sánchez. El hombre de Santiago no vestía bombacha de gaucho y botas como sus amigos, pero el entusiasmo era idéntico.
“Estamos muy contentos. Esta expresión de respeto y cariño por nuestras costumbres crece año a año”, dijo el intendente Jorge Andrés Difonso. Metros más atrás, sus hijos Mercedes y Bernardo se mezclaban con la tropa, mostrando la “independencia” adquirida.
“Estamos conociéndonos con el caballo. Me lo ha prestado mi prima”, aclaró Ramiro Segura. Con notable verborragia, el chico comentó que su yegua Cholita hace tres meses tuvo a su cría (Milili) y que “no estaba en condiciones de andar tanto”. Como todos los años, muchas familias esperaron a sus 'gauchos' sobre el arroyo seco de La Salada, con las mesas dispuestas para el almuerzo. El folclore y humor de Lisandro Bertín y Jorge Sosa, entre otros, refrescaron la tarde.