Desde 1969 en el lago Baikal, ubicado en Rusia, un fenómeno se producía sin ninguna explicación. Al llegar el invierno los habitantes del espejo de agua más profundo del mundo eran testigos de una magnífica obra de arte.
Según publica el portal de noticias RT, durante décadas el agua del lago y también las condiciones climáticas del lugar fueron objeto de estudio debido a la formación de círculos que quedaban grabados en el hielo. En un momento de la historia siberiana, se llegó a la conclusión de que se trataba de burbujas de metano que subían a hasta la superficie y al reventarse marcaban su circunferencia en el lago congelado.
Pero dicha teoría no convencía a quienes se percataban de la conducta imprevisible de las circunferencias. Es por eso, que investigadores de diversas nacionales se abocaron al estudio del fenómeno. Para ello, realizaron perforaciones y usaron tecnología para captar lo que estaba sucediendo.
Los sensores arrojaron que debajo del hielo se formaban remolinos. Es que el profundo lago tiene distintas temperaturas, ya que más hacia abajo el agua tiene al menos 2 grados menos que en la superficie. El agua es más cálida alrededor de los anillos y las corrientes no son muy fuertes, por lo que el espesor del hielo es mayor en el centro.
Con la ayuda de los aparatos se logró determinar en qué momento se forman los remolinos de agua. Según los sensores infrarrojos, las formaciones se producen en otoño, antes de que se congele toda el agua. En ese momento, los fuertes vientos aportan agua desde las bahías. Entre el movimiento que se genera en el interior del lago y las distintas temperaturas quedan cristalizados los remolinos en el agua.
Casos similares se han registrado en el lago Hovsgol, en Mongolia, y en el Telétskoye, en Rusia.