Cien años de la biblioteca de Palmira

Nació como parte de una escuela y luego funcionó en media docena de locales prestados. Recién en los años ‘90 la Julio A. Roca consiguió una sede propia. Alberga casi 10.000 libros en un edificio de 100 metros cubiertos, al que asisten 150 socios.

Cien años de la biblioteca de Palmira

En tiempos de internet, de pantallas táctiles y datos que se mueven a la velocidad de luz, las bibliotecas suelen verse a los ojos de muchos como arcaicas instituciones más propias del medioevo que del siglo XXI. Sin embargo y sin por ello prescindir del uso de nuevas herramientas, para muchos otros la lectura de un libro en papel y el pasar de las hojas forman parte de un disfrute que no tiene parangón en el mundo virtual.

Así, las bibliotecas populares suelen mantenerse como reserva de un modo “artesanal” de llegar a la información: papeles y libros, documentos, fotos y gruesas enciclopedias aguardan en los estantes al lector que los rescate y los abra nuevamente al diálogo. En ese contexto, la biblioteca popular Julio Argentino Roca, de Palmira, cumple un siglo de vida y lo festeja el 16 de diciembre.

“Como ha ocurrido casi siempre, también en Palmira la biblioteca nació gracias a un grupo de vecinos inquietos, que buscaban no sólo informarse sino también generar un espacio para el hábito de la lectura”, cuenta Gastón Speziale Kairuz, un muchacho de veintitantos años que integra la comisión de la biblioteca.

Hoy, la Roca tiene sede propia, en la calle Garibaldi al 22, pero el asunto no siempre fue así ya que la mayor parte de su historia la biblioteca de Palmira atendió en locales prestados momentáneamente y gracias a la buena voluntad de algunas instituciones y no pocas familias.

Fue fundada el 16 de diciembre de 1915 pero, en realidad, abrió sus puertas unos meses más tarde, recién el 9 de julio del año siguiente, en la escuela Martín Miguel de Güemes. “Era parte de la escuela, así fue como nació. En una de sus aulas y a sus libros concurrían los alumnos de la Güemes y también los vecinos del pueblo que poco a poco se iban asociando”, recuerda Lidia Sisques, la actual vicepresidente de la entidad.

En aquellos primeros años, cuando las estanterías de la Julio Roca se nutrían básicamente de textos escolares, el presidente de la entidad era don Carlos Darlan, un vecino que, con ayuda de algunos subsidios nacionales, compró libros y buscó promover la lectura, tanto dentro como fuera de la escuela. Eran épocas en que hasta los diarios solían leerse y repasarse en los mesones de cualquier biblioteca.

Sedes prestadas

Cuentan los socios que la Julio Roca estuvo en la escuela Güemes hasta mediados de los años ‘30, cuando finalmente mudó sus instalaciones y comenzó un largo peregrinar por distintas casas y salones, algunos de ellos casi ocultos, al fondo de largos zaguanes, en improvisados garajes y también en pequeñas piezas, donde no había espacio suficiente para los lectores y, a veces, ni siquiera para la totalidad de los libros.

“Es cierto: por no contar con local propio durante muchos años la biblioteca habitó lugares prestados”, recuerda don Pablo Peralta, que se hizo socio de la Roca de muy pibe, a los 8 años, allá por la década del ‘40. “Un tiempo estuvo en el fondo del negocio de la familia Tannus, gente muy solidaria que vendía electrodomésticos y tenía una habitación para la biblioteca del pueblo”, agrega.

Además de los Tannus, la gente menciona a las familias Cuña, Kairuz y Luna entre las que más ayudaron a la biblioteca, que también funcionó algún tiempo en los fondos de la vieja iglesia de la Inmaculada Concepción de Palmira y hasta en el Centro de Jubilados, donde en los años ‘60 ocupaba una habitación de apenas 15 metros cuadrados.

Finalmente, en 1996 la biblioteca popular de Palmira consiguió un terreno propio, en Garibaldi 22, gracias a las gestiones de mucha gente, entre ellos el grupo de docentes jubilados y las gestiones del ex legislador y dirigente ferroviario Antonio Spano.

Hoy, la biblioteca Julio Argentino Roca cuenta con un salón de más de 100 metros cubiertos, una colección de casi 10.000 libros, algo más de 150 socios activos y un edificio en obras, con la ampliación de los sanitarios y la proyección de un nuevo espacio de dos plantas, en los fondos del lote, tarea en la que la comuna ha aportado fondos y también mano de obra.

“La biblioteca pasó épocas difíciles, donde ni siquiera tenía espacio para todos sus libros y muchos se guardaban en casas de familia. También se perdieron muchas colecciones a veces producto de la humedad, de la falta de control e incluso de malas administraciones, pero afortunadamente en todos estos años nunca cerró y con más o menos suerte siempre estuvo abierta a los vecinos”, dice Gastón Speziale Kairuz y recuerda que el miércoles 16 a las 20 habrá un acto frente al edificio de la Julio Roca por su centenario: “Será el comienzo de un 2016 con diversas actividades y espectáculos para celebrar estos cien años”, aseguran desde la comisión directiva.

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