Estar encerrado no parece ser una situación deseable, en principio.
Las historias de encierros son un seudogénero en sí mismo, un seudogénero que en un punto se toca con otro: extraterrestre caído en la tierra aprende sobre nuestras costumbres.
Gore Vidal –según él mismo- inventó ese seudogénero con su obra de teatro (luego hecha película) “Visita a un pequeño planeta”; esta dio pie a cosas como “Mork y Mindy”, “Mi marciano favorito”, “Alf” y hasta la figura súper paródica del personaje extraterrestre psicópata y sexualmente adaptable de “American Dad”. El extraterrestre olvidado/de misión en la tierra es de alguna forma un ser encerrado también, alejado de su cultura.
Ambos seudogéneros están unidos también por su capacidad alegórica un poco obvia: el grupo de individuos aislados y el extraterrestre pueden reflejar linealmente los peores y los mejores vicios de nuestra civilización, los encerrados los reproducen y el extraterrestre los señala desde su ignorancia.
“Lost” fue el último gran logro de los aislados/encerrados, que no estaban tan aislados y que finalmente no estaban para nada. Los encerrados también pueden ser niños en una isla como en “El señor de las moscas” o burgueses en su propia casa como en “El ángel exterminador”.
En “La niebla” un grupo de habitantes de un pueblo norteamericano quedan aislados en un supermercado por culpa de una extraña niebla y cada uno de ellos empieza a volver loco al de al lado, y surge el líder y el malo y los primeros muertos empiezan a aparece por resultado de la conciencia de turba que se arma en estos casos y una serie de etapas casi naturales que siguen al contexto de encierro.
Como una extensión de “La niebla” llega “Under de Dome” (Bajo la cúpula), otra vez Stephen King esta vez unido a Steven Spielberg, y eso quizás sea sinónimo directo de desilusión, por las altas expectativas que ambos nombres pueden llegar a generar pero ya no colmar.
“Under the dome” tiene en un inicio el mismo argumento que la peli de los Simpsons (citada a modo de chiste entre los adolescentes del pueblo de Chester Hill): una cúpula transparente cae o aparece sobre un pueblo dejando a sus habitantes aislados de todo el resto del mundo.
Estar encerrado no parece ser una situación deseable, en principio.
Aquí el encierro empieza a transformarse en algo conveniente y hasta necesario, parece una medida de protección contra el mundo.
Por ese lado es una historia más parecida a una de zombies, un tanto apocalíptica y de unos contra otros.
Hay personas que sólo estaban de paso por el pueblo y ahora deben quedarse ahí, hay misticismo y ciencia ficción, se percibe una nostalgia Stephenkinguesca más que una presencia; múltiples tramas paralelas con más preguntas que respuestas (y esa semilla de desconfianza que sembró Lost nada la sacará), se adivina que las respuestas pueden no llegar (o estar en uno mismo, si se quiere seguir fingiendo).
El protagonista y galán es un hombre que responde al nombre de Barbie, algo a lo que resulta imposible acostumbrarse.
Aquello que nos aísla es lo mismo que nos salva.
Vale la pena entretenerse con la cúpula, está en internet y es gratis.