Ciclovías: entre el respeto y la sensatez

El uso de la bicicleta como transporte es positivo, pero debe regularse muy bien la conformación de las ciclovías para evitar accidentes.

Ciclovías: entre el respeto y la sensatez
Ciclovías: entre el respeto y la sensatez

Los Andes advertía el pasado martes 16 de este mes, sobre la ocurrencia de incidentes en la ciclovía de Godoy Cruz, con ciclistas como principales y casi únicas víctimas.

Se describían en esa nota al menos cinco colisiones entre ciclistas y automovilistas en el lapso de una semana.

No son muchos los casos reportados, pero se presentan como preocupantes y suficientemente indicativos para tenerlos en cuenta y advertir que todos los actores -ciclistas, conductores de vehículos y peatones- deben poner sus mejores esfuerzos para que estos conflictos en la vía pública no se incrementen.

Mejor diseñadas en un caso, no tanto en otras, las bicisendas cada vez tienen más kilómetros en el Gran Mendoza y es casi seguro que se amplíen los circuitos para los ciclistas, siguiendo la tendencia mundial de alentar el uso de la bicicleta en detrimento de los automóviles.

Los episodios descriptos en la ciclovía de Godoy Cruz, se acentúan más en los cruces con importantes arterias transversales, y es allí donde se percibe la naturaleza del conflicto: algunos conductores no respetan los reductores de velocidad y hasta ignoran los carteles de Pare (que son verdaderos semáforos en rojo) y que están concediendo en esos lugares la prioridad a los ciclistas. En tanto que estos últimos, afortunadamente siempre los menos, en ocasiones no disminuyen la velocidad del pedaleo y cruzan desafiantes. Esas situaciones son causa de encontronazos verbales, embestidas y roces entre rodados, en los que siempre las de perder están con los pedalistas.

Si bien existe la idea de reconocer que hacer ciclovías es “mejor que no hacer nada”, no todos coinciden con las formas, y se discute qué hacer en los espacios donde la convivencia entre la bicicleta y el automotor no tiene separaciones físicas, y entonces no hay más amparo que la responsabilidad y mesura del conductor del mayor de los rodados.

Otra solución sería poner cordones de protección donde haya esa cercanía entre los usuarios.

Obras entonces se pueden ejecutar para proteger al más débil de esta ecuación, pero seguro que lo que más se necesita es sensatez para apuntalar y alentar las bondades de transportarse a través de este medio, que podríamos resumirlas en su economía, su aporte a la salud, al medioambiente y sobre todo, su accesibilidad.

Pero de la mano de los derechos van las obligaciones: hay ordenanzas que regulan las obligaciones del ciclista, como usar casco, luces y respetar al peatón, un eslabón aún más débil de la cadena.

No sabemos cómo estamos en Mendoza, pero un estudio realizado en la ciudad de Buenos Aires sobre los hábitos de quienes usan la bicicleta como medio de transporte arroja resultados elocuentes. Entre otras cifras, el trabajo que incluía una encuesta a 300 personas de 30 años de edad promedio y que en su mayoría estudian o trabajan, señala que 31,1% sufrió un accidente en bicicleta; 61,1% utiliza la vereda para circular; 71 % no usa casco; 75% confiesa pasar los semáforos en rojo; la mitad circula a contramano y zigzaguea entre los autos y 70% no hace señas para avisar que va a cambiar de carril.

No sabemos cómo estamos en Mendoza en este sentido, pero contamos con grupos, como el Pro Bici, que se empeñan en asegurar una buena calidad de desplazamiento entre sus adherentes, que esperamos se traslade a toda la comunidad de ciclistas del Gran Mendoza. Mientras tanto, hay que asegurarse que los chicos, los que empiezan, asuman cabalmente los contenidos de la educación vial.

En síntesis, las ciclovías se están imponiendo en todo el Gran Mendoza, y se reportan muy útiles para que más gente adhiera a una forma de desplazarse no contaminante y amigable con el ambiente.  Pero demanda mucha prudencia y tolerancia por parte de los conductores de automotores, y acatamiento escrito del pedalista a las normativas viales.

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