Los restos fósiles del dinosaurio más grande del mundo, del tamaño de 14 elefantes africanos, son la máxima atracción para miles de entusiastas que visitan este fin de semana un museo paleontológico en la Patagonia argentina.
Durante la primera jornada, el Museo Municipal Paleontológico Edigio Peruglio recibió hoy unos 3.000 visitantes, una cifra inusual que se repetirá el domingo, dijo Pedro Saizar, coordinador de Programas Educativos de la institución.
Los restos del mayor dinosaurio del mundo, que se estima pesaba unas 77 toneladas, hallados en un campo junto a otros seis saurópodos, se transformaron en la estrella del museo de Trelew, una ciudad de 100.000 habitantes.
"Este tipo de hallazgo tiene un doble impacto, científico y mediático. Se está hablando del dinosaurio más grande a nivel mundial, pero para nosotros es mucho más importante lo que viene después. Hay mucho material y en muy buen estado de conservación", dijo a la AFP el paleontólogo Alejandro Otero, integrante del equipo de científicos que trabaja en el lugar.
Bajo el lema "Desenterrando a un Titán", el museo cuya reinauguración cumple 15 años ofreció, en esta ocasión con entrada gratuita, la posibilidad de conocer de sus propios autores la historia del crucial hallazgo, anunciado al mundo el 16 de mayo pasado.
"Hicimos sólo el 30% del trabajo (de extracción de piezas), pero ya tenemos 200 restos fósiles. Faltan unos dos o tres años de trabajo. La ilusión es encontrar un cráneo o parte de él, porque eso no tenemos", afirmó José Luis Carballido, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas (Conicet), coordinador del trabajo de campo.
El descubrimiento se produjo en un terreno privado a unos 260 kilómetros al oeste de Trelew, cuando un peón rural divisó lo que sería el fémur más grande hallado en el mundo, de 2,40 metros de largo.
El hueso que perteneció a un saurópodo, un gigante hervíboro que vivió hace unos 90 millones de años, en el Cretácico Superior, fue preparado especialmente para ser exhibido en el museo e hizo las delicias de los visitantes, que se paraban al lado comparando alturas.
Según Carballido, lo más destacable es que "entre los siete animales que estamos excavando tenemos restos del cuello, de la espalda, del sacro de la cola, miembros posteriores con las cinturas completas", entre otros fósiles.
Pero lo que más entusiasma a estos científicos asentados en la Patagonia, un verdadero paraíso para los paleontólogos, es que en el sitio donde hallaron los siete saurópodos también se encontraron unos 70 dientes de dinosaurios carnívoros, además de restos de troncos y hojas.
"Todo esto nos va a permitir reconstruir el ambiente donde vivían, el ecosistema. Esto es como una caja de sorpresas", aseguró Otero.
No como en las películas
El museo, gerenciado por una fundación privada, cuenta con unas 20.000 piezas, así como con un laboratorio donde se preservan los fósiles más pequeños en cajas especiales y que, aunque usualmente está cerrado al público, este sábado se pudo visitar.
A diferencia de las visitas habituales del resto del año, los guías esta vez son los mismos paleontólogos e investigadores que dejaron el campo de trabajo para acercarse a la gente.
"La idea es contarle a la gente cuál es nuestro trabajo, devolverle a la comunidad lo que recibimos como científicos. Para el público, no siempre está la posibilidad de ver materiales originales", comentó Carballido.
Los investigadores se proponen además corregir "la idea que dan las películas" y explicar que se necesitan "muchos años de trabajo".
"Los fósiles están tapados por metros y metros de roca y recién cuando se llega a ellos se puede empezar a destapar los huesos", advierte el científico.