Se trata de un formato original inglés, con ediciones en distintos idiomas, donde en cada episodio hay que salvar a un restaurante de una situación límite.
El encargado de esta difícil misión es el chef francés afincado en la Argentina Christophe Krywonis, quien desde esta noche a las 21 por la pantalla de Telefé será el encargado de conducir “Pesadilla en la cocina” y someter a su implacable juicio la presentación de los platos, la carta, el equipamiento, la higiene y hasta la administración del lugar, descubriendo los problemas que el local gastronómico en cuestión tenga tanto en la cocina como en el salón.
Una vez detectados los errores y conflictos, Christophe dará su veredicto y sugerirá los cambios necesarios para que el negocio comience a funcionar con éxito antes de que sea demasiado tarde.
Christophe, con más de 30 años de residencia en el país, tiene una dicción capaz de delatar su origen galo y una fama de “implacable” y no muy pedagógica a la hora de señalar defectos culinarios a los aspirantes a cocineros, bien ganada por su participación en envíos centrados en la cocina como “Masterchef” y “Dueños de la cocina”, ambos producidos por Eyeworks.
“Cada dueño debe reconocer sus problemas, por las buenas o por las malas, aunque en la Argentina se confunde exigencia con maldad”, dice con gran acierto el chef.
La llegada de otro ciclo culinario a la grilla del canal parece afianzar a la gastronomía y los temas ligados al buen vivir como estrellas de una programación que ya cuenta con dos ediciones diarias del magazine “Morfi, todos a la mesa”, que junto al especial dominical lo tiene siempre en pantalla, salvo los sábados, más un concurso televisado de coctelería y el lanzamiento de una tienda virtual que ofrece muchos de los productos vistos en los diversos envíos del canal, la mayoría, ligados a la cocina.
En esta charla, Krywonis cuenta cómo será el programa, al que define como “un buen cóctel de adrenalina y drama”.
-¿Cómo se viven las jornadas de grabación?
-Son intensas, no en cantidad de horas sino por tanto contacto con la gente, no puedo tomar como referencia mis experiencias anteriores en televisión. Por eso, a nivel personal, implica un trabajo intenso, profundo, no sé si se trata de psicología, pero anda cerca.
-¿Realiza entonces una suerte de coaching?
-Totalmente, es un “coachíng” (lo pronuncia con acento en la i). Tenés que lidiar con distintos personajes: está el introvertido que no habla, la que no se asume como dueña del lugar, en fin, cada cocinero, cada dueño es diferente, hay que adaptarse y reaccionar en función de cada uno.
La mecánica del programa resulta algo así: vamos a los restaurantes a los que previamente elegimos, hay una selección que empieza cuando la gente se anota en la página web, luego se llama a tal o cual establecimiento para que sea un posible candidato a ser visitado por mí.
Llego por primera vez y el impulso resulta especial. Tengo la teoría del único cartucho: porque la recorrida por el lugar y lo que le marcás a la gente en ese momento no se puede repetir, es el inicio de todo. Tengo pocos días para poner a esas personas a enfrentar sus responsabilidades, esto implica cierta rigidez y crudeza para decir cómo son realmente las cosas.
-¿Vuelve a su rol de "malo" de la película?
-¡No! En Argentina creen que ser exigente es ser malo, quizá por eso las cosas están como están en este país, donde nadie exige nada para no pasar por villano.
Pero evidentemente no conocen la maldad. Y si tú me vas a encarar, encima de que voy hasta tu lugar para ayudarte, si te me vas a poner en rebelde, me fallás. El terco nunca tiene lugar conmigo. Se ve que Telefé y Eyeworks buscaron la persona idónea para esto y bueno, aquí estoy.
-Recuerdo algunas situaciones tensas con participantes durante "Masterchef" o en "Dueños de la cocina"...
-No, acá todo resulta más intenso y eso le trae mucha vida al programa, vamos a presenciar situaciones nunca vistas acá, quiero preservar la sorpresa pero, se van a caer de culo. El otro día, mientras almorzaba con amigos entre los que estaba Fernando Trocca (reconocido cocinero) les contaba sobre las grabaciones y coincidíamos en que eran situaciones totalmente impensadas.
-En la dinámica del formato original es muy poco tiempo el que tiene para ayudar a que el restaurante mejore.
-Sí y no. No tenemos la vocación de hacer milagros, tenemos la vocación de encaminar y decir a la gente: “Tu restaurante tiene tal o cual problema, si vos no cambiás de actitud, el lugar va estar peor, ese es el primer paso”.
Luego les digo: “Ey, vamos, tenés que concretar el cambio, si no lo realizás, no tenemos nada que hacer acá”. Entonces se producen nuevamente choques, es intenso.
-¿Trabajan con restaurantes que ya están funcionando?
-Mal, pero están abiertos, son restaurantes con problemas, es muy gracioso ver, además, cómo en un momento el no reconocimiento del problema es clave. Entonces empieza el trabajo de que se den cuenta, por las buenas o por las malas.
-¿Por las malas?
-Las malas se justifican cuando el tema es señalar: “Ey, lo que hacés es una porquería: no podés servir eso a los comensales, tu restaurante no puede estar sucio de esta manera. Hay un montón de situaciones que no debes dejar pasar”. Se trata de un buen cóctel de adrenalina y drama.
-¿Le afecta que el público pueda comparar esta "Pesadilla en la cocina" con la versión del programa que puede verse por Discovery Home and Health?
-El formato original es inglés, yo soy Christophe y no intento parecerme a nadie. Nunca veo las versiones originales de los programas que emprendo. En este caso, el español Chicote (Alberto) que está al frente de la edición de ese país, lo veo porque me divierte, es un personaje impactante.
Estoy siempre con el tema de la cocina, veo a Santiago Giorgini (cocinero) en “Morfi...” porque me cae bien, sólo muy de vez en cuando me pongo a ver la contra, a los de Cocineros Argentinos.