En medio de una nueva ola de incidentes que atentan contra el indefenso fútbol argentino, un especialista inglés en la lucha contra la violencia visitó el país precisamente para contar su experiencia e intentar colaborar.
La manera en la que los ingleses erradicaron a los peligrosos hooligans y todavía hoy luchan cada fin de semana contra la violencia es tan elemental que desnuda la falta de interés de los dirigentes del fútbol argentino. Lejos de la excusa relacionada con "la diferencia cultural", la clave está en la voluntad, o no, para llevar a cabo ese trabajo.
En diálogo con La Nación, Chris Whalley, director de Seguridad en Estadios de la Asociación de Fútbol de Inglaterra y experto británico en seguridad en el fútbol desde 1990, brinda detalles de cómo se llevó a cabo esa tarea en suelo británico, y también analiza y da su opinión sobre lo que ocurre en el fútbol argentino.
-¿Cómo hizo Inglaterra para erradicar a los violentos?
-Fue un trabajo en equipo, largo y complicado, que aún continúa. Todos los involucrados coincidían y coinciden: ni a los clubes, ni a los hinchas pacíficos, ni a la policía, ni al gobierno les interesa que haya violentos en los estadios. Hay un fuerte compromiso en luchar contra el mal comportamiento.
-¿Cuáles fueron las primeras medidas?
-Después de la tragedia de Hillsborough, donde 96 hinchas de Liverpool murieron aplastados contra las vallas del estadio de Sheffield, la gente comprendió que la situación debía cambiar. Decidimos desmantelar las rejas y los alambrados para cuidar la integridad de los espectadores.
Desde entonces, la gente puede pasar al campo de juego, pero es un delito. El que lo hace, sabe que hay personal de seguridad que los identifica, los sanciona y los excluye. Lo positivo es que así tenemos estadios más amigables, con más comodidad, y el ambiente es menos amenazante y más respetuoso. La mayoría se porta bien.
-¿Qué sanciones les aplican?
-Nos costó encontrar una ley que fuera efectiva, pero lo logramos. Incluyó la exclusión de los delincuentes de los estadios. Y con esta medida tuvimos mucho éxito: el que hace algo inadecuado no entra más, por un período mínimo de tres años. Y no pueden ir nunca más al exterior cuando juega la selección. Ni al Mundial ni a la Eurocopa.
-En la Argentina, salvo casos aislados, el dirigente conoce al barra, pero no lo combate. Incluso, un grupo cercano al gobierno creó en 2010 Hinchadas Unidas Argentinas, gracias al cual más de un centenar de barrabravas viajaron gratis al Mundial...
-En ese contexto no hay solución. Lo más importante es excluir a los vándalos. Si los delincuentes pueden asistir a los estadios, no hay solución posible. Todos los involucrados tienen que estar de acuerdo para erradicar a los barras. Si no, es imposible.
-¿La única manera de erradicarlos es con sanciones?
-La exclusión de los estadios es lo que más le duele al hincha. Son fanáticos y quieren ir a los partidos. No les queda otra que portarse bien.
-Acá se juega sin hinchas visitantes, ¿sirve?
-Tal vez sea una buena solución para la Argentina, no para Inglaterra. Parte del evento es la rivalidad y el clima de las dos hinchadas.
-En el fútbol hay violencia porque la sociedad es violenta. ¿Realidad o excusa?
-Es una realidad, porque existe la violencia en la sociedad. En una asistencia de 50.000 personas es lógico que haya un porcentaje de violentos. Pero si el club puede controlar el acceso al estadio, también puede controlar el comportamiento. Y si unas personas no respetan las reglas, el club tiene derecho a echarlos. Eso ocurre en Inglaterra.