Valientes y amantes de la adrenalina: las primeras mujeres en conducir una autobomba

Las cuatro uniformadas están al mando de los poderosos camiones por primera vez en el cuerpo de Bomberos en Mendoza. Sus historias.

Valientes y amantes de la adrenalina: las primeras mujeres en conducir una autobomba

Abrirse paso entre las transitadas calles mendocinas al mando de un inmenso camión rojo que destella luces y hace rugir una sirena para llegar lo antes posible a sofocar un incendio no es el único obstáculo que debe sortear la primera camada de mujeres choferes de Bomberos. Además deben derribar los prejuicios de una sociedad que, por primera vez en su historia, las recibe realizando tareas que siempre estuvieron a cargo de hombres.

Analía Altamira, Lorena Fontanarrosa, Verónica Leguizamón y Carola Miranda son las cuatro primeras y únicas mujeres que están al mando de una autobomba en la Policía de Mendoza. Las dos primeras prestan servicios en el Cuartel Central de Bomberos, en Ciudad, mientras que Leguizamón trabaja en San Rafael y Miranda en el Este provincial.

“Una se va poniendo metas. Yo tenía la meta de que quería ser chofer de camión. Y cuando me dijeron que no había mujeres en el Cuartel Central y que iba a romper un mito, eso me alentó mucho más”, cuenta la auxiliar Analía Altamira (36), quien desde hace dos meses se desempeña en ese cuerpo.

Además de lidiar con los bocinazos que algunos le propinan cuando circula en una autobomba, Analía debe criar a sus tres hijos: una nena de 8 años y dos varones de 12 y 17, para quienes ella es su heroína. Ingresó a la Policía hace cuatro meses y desde hace dos meses integra el cuerpo de Bomberos. “Soy de la última camada que nombró el Gobernador”, cuenta orgullosa.

Mucha capacitación

Tras realizar un curso de dos meses de manejo de camiones y obtener su carnet profesional de manos de la Policía Vial, Analía comenzó a conducir los inmensos transportes de la Fuerza. "Cuando me dieron el destino y los vi salir a mis compañeros en los camiones yo dije 'quiero ser chofer'", agrega aunque admite que haber tenido un padre que era chofer de colectivos la hizo involucrarse desde pequeña con estas "bestias".

“Te da una adrenalina... Son monstruos andando en la ciudad. Con las dimensiones que tiene, más la carga de agua y la gente que va a bordo es una responsabilidad muy grande. Sentís adrenalina y nervios, pero vas practicando y vas agarrando coraje, aunque la gente toque bocina para que te apures”, detalla Altamira.

Analía sabe que está en territorio antiguamente ocupado sólo por hombres y es consciente de que debe abrirse paso, como lo hace cada vez que se sube a la autobomba y una columna de vehículos le impide avanzar a alta velocidad. “Al principio te cuesta adaptarte pero te vas dando el lugar y después sos una más de ellos. Estoy en donde quiero. Siempre hago lo que quiero. Me gusta lo que hago y cada día te va gustando más y te vas metiendo y aprendiendo. Los compañeros te van enseñando”, resume con humildad.

Romper moldes

Lorena Fontanarrosa (39) coincide con su colega, con quien comparte las guardias, en que trabajan en un ambiente "machista".

"El solo hecho de ser bombero es difícil. Es un ambiente machista y una se tiene que hacer lugar".

"Tenés que ganarte ese lugar haciendo las cosas a la par de ellos”, apunta la auxiliar primero con 8 años de antigüedad en la Fuerza.

Lorena ya había prestado servicios como chofer de patrullas y como motorista en la Unidad Especial de Patrullajes de Maipú Este. Pero el desafío de conducir un camión de bomberos fue más fuerte y se constituyó en su nueva meta. “A mí me gustan los desafíos”, argumenta la mujer que desde febrero fue destinada a Bomberos.

Esta bombero oriunda de Buenos Aires adora la adrenalina que siente cada vez que se sube a un camión Rosenbauer de cuatro toneladas. De ese peso, unos 3 mil litros corresponden a la reserva de agua que trasladan. "La adrenalina que se siente en los desplazamientos es semejante a la que se vive en un móvil policial. Pero es otro el trabajo que uno tiene; arriesgas más tu integridad física, la vida de tu compañero, y es otra forma de darse al otro", explica.

Lorena es la mamá de Matías (14) y Camila (16), quienes a pesar de que se preocupan cada vez que ella sale a enfrentar una emergencia, están acostumbrados. Ya frente al volante del camión, las dificultades se repiten en gran medida debido a la desobediencia de los conductores.

“El mendocino es difícil. Uno va con la sirena prendida a una emergencia y estamos rabiando con los conductores porque no abren paso, se nos ponen adelante. Pero es otro obstáculo que vamos salteando”, afirma. Y de eso se trata la tarea diaria de estas mujeres: sortear obstáculos y prejuicios y prepararse para el próximo desafío.

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