El chofer del micro de Boca, Darío Ebertz, trasladaba a los jugadores xenezies para jugar el partido que no finalmente no fue. Cuando el micro se aproximaba al Moumental, los alrededores ya presagiaban algo fuera de lo normal.
“De todas las veces que vine (entre 10 y 15 veces), nunca me había pasado. En la zona donde el micro fue afectado, en la esquina de Quintero y Avenido Libertador, no había ningún vallado, cuando siempre hubo alguno”, aseguró el que estaba al mando del volante, que quedó herido en la zona debajo del brazo debido a que intentó proteger su cara con el mismo.
Además de detallar lo que ocurrió en el momento más dramático, el “Gringo” resaltó: “Desde Libertador y Monroe ya estaba áspero. Ya la gente estaba cerca y amagaba a tirarte algo. Hasta desde las tribunas nos tiraron cosas. Siete parabrisas de adelante quedaron destruidos”.
"Tuve mucho miedo, podríamos haber volcado", dijo Darío, quien en un momento se desmayó y el volante lo tomó Hécor Paolini, vicepresidente del club de la Ribera.
Luego de horas con mucha incertidumbre, la suspensión se confirmó pasadas las 14 horas. Antes de que la Conmebol tomara la decisión final, Ebertz no había dudado en buscar a los jugadores para que jugaran el partido, a pesar de que él mismo todavía tenía zonas afectadas en su cuerpo.
“En el vestuario, los futbolistas me agradecieron por lo que hiceEl barco no lo abandono. Hoy quería trabajar igual. Fui hasta el hotel pero me avisaron que no se iba a jugar”, sentenció.
“Estábamos pidiendo que la gente vuelva a las canchas pero así no se puede. Hay que tolerar y pensar un poquito”, concluyó.