Chistes - Por Jorge Sosa

Al parecer, en su origen, la palabra chiste viene de “chistar”, o hablar en voz baja, porque muchos suelen contarse de manera “silenciosa"

Chistes - Por Jorge Sosa
Chistes - Por Jorge Sosa

Nos llenan la vida de alegría. Estoy hablando de los chistes, esas pequeñas expresiones orales o escritas que nos hacen resumirnos en risas y sonrisas.

Todos los pueblos tienen sus chistes y todos los pueblos tienen a algún habitante de un pueblo determinado para hacerlo blanco de sus pullas.

Los gallegos, por ejemplo en la Argentina, sufren una andanada de ingenio por parte de la población y son el centro de una satisfacción que abarca a todos, menos a los gallegos.

El chiste es por lo general breve, y cuanto más se alarga pasa a la categoría de cuento, pero el objetivo es el mismo: la risa de quien lo recibe. Un ejemplo de este último tipo es Luis Landriscina, quien puede estar varios minutos con un tema que generalmente remata con una salida graciosa.

Al parecer, en su origen, la palabra chiste viene de “chistar”, o hablar en voz baja, porque muchos suelen contarse de esa manera. Pero también puede provenir de la onomatopeya “chist”, que es un llamado de atención.

Hay chistes de distinta índole. Están los llamados “de salón”, que son suavecitos en sus apreciaciones y no incurren en territorios obscenos, pero están los chistes obscenos que no se privan de ningún modismo vulgar para cumplir con su cometido. Muchos de ellos son llamados “chistes verdes”, aunque el color sea mucho más suave que el chiste. También suele “llamárselo chascarrillo” que viene de la palabra “chasco”.

La categorización de los chistes es muy grande, hay chistes que tienen que ver con la fisonomía del ser humano, chistes sexuales (son de los más frecuentados), chistes paisajísticos, chistes de personalidades, chistes étnicos, chistes políticos (muy usados en estos momentos)

Cabe mencionar que la mayoría son de origen popular. No tienen dueño: a alguien se le ocurrió en algún lugar y de ahí fue transmigrando de boca en boca hasta hacerse popular.

Los teléfonos celulares han venido a colaborar intensamente en esta práctica, por eso puede uno ver a personas en soledad matándose de la risa y mirando su teléfono. Han creado otra forma: el chiste cibernético.

Los chistes gráficos son los que llevan dibujitos y que han hecho trascendente a argentinos muy renombrados, como nuestro Quino, por ejemplo, o el gran Negro Fontanarrosa, o el inmenso Caloi, que nos llenaron de sonrisas con sus personajes.

Los que los ponen en práctica con asiduidad son los humoristas. Habría que agradecerle a este género de artistas que predispongan a la alegría a toda una audiencia y la hagan partícipes de sus disparates. Reír estira la vida, la risa es salud, es bienestar, es tiempo ganado definitivamente

Bien podrían decirme, a esta altura de la nota: “Bueno, tanto hablar del chiste, ¿por qué no te contás alguno?”. Cómo no:

¿Qué le dijo un techo a otro techo? Techo de menos.

-Mamá, el abuelo se cayó.

-¿Lo ayudaste?

-No, se cayó solo

-Doctor, ¿qué puedo hacer para que  mi hijo no se haga pis en la cama?

-Que duerma en el baño.

Son meros ejemplos de una actividad que ocupa una parte de nuestro día ganado para el lado de la alegría. Bienvenido el chiste, mientras no ofenda. Gracias a todos los que tienen la intención de hacernos un poquitito, aunque sea un poquitito, más felices.

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