La sopa de aletas de tiburón, cuyo precio puede llegar a los 1.600 yuanes la ración (200 euros), ha sido durante mucho tiempo uno de los platos chinos más apreciados, célebre tanto por sus virtudes medicinales como por ser símbolo de riqueza. Dicen que la textura es un poco gomosa con cierto gusto a yodo.
Sin embargo, desde que el gobierno las ha prohibido en sus banquetes, sumando campañas apoyadas por varias estrellas, la aleta de tiburón ha perdido su lustre. Organizaciones medioambientales llevan décadas luchando contra su consumo, ya que la práctica del aleteo diezma a las poblaciones de tiburones ya de por sí muy amenazadas.
La aletas se le cortan a los tiburones vivos que después son devueltos al mar para morir ya que no pueden sobrevivir.
La práctica está prohibida en un tercio de los países del mundo, según Pew Environment Group.