Es el galán del momento, pero pocos saben su nombre: se llama Ricardo Mario Darín, tiene 29 años y le dicen el "Chino". Al finalizar esta charla, nos dirá que prefiere viajar a permanecer en un solo lugar. Que es viajero y ha venido muchas veces a Mendoza, dice (a filmar, a catar, a esquiar), aunque quizás nunca antes haya venido tan fugazmente.
Porque ayer él, Lorenzo Ferro y Luis Ortega hicieron un maratónico recorrido por los medios locales. No pararon un segundo: llegaron temprano y se fueron tarde, sabemos, para seguir promocionando en otras partes "El Ángel", la nueva película de Ortega, que protagonizan Lorenzo (o simplemente "Toto") y el Chino. Llega a las salas el jueves 9 de agosto.
Lo vimos bajar de una combi a la velocidad de la luz, abrigado con una campera de estampado militar que aquí, en pleno desierto, también le sirvió para camuflarse de sus fans. Así, y con una entrega profesional que lleva en su ADN, se sentó a charlar con Los Andes.
Pero antes hay que destacar que "El Ángel" es uno de los estrenos más esperados del año. Llega con renombre internacional (puesto que compitió en "Un certain regard", en el Festival de Cannes) y, más allá de eso, seduce con su propia temática, que se inspira en las andanzas delictivas de Carlos Robledo Puch.
Pero quien la vea, sabrá que la película no responde a una reconstrucción histórica. Ortega toma al mito (ese “ángel de la muerte”, ese “carita de ángel” o “el unisex”, como lo llamaban) y lo recubre con el aura de su búsqueda artística. Vemos al Chino interpretar a Ramón Peralta, quien es cómplice, compinche e incluso amor platónico del pequeño y seductor asesino.
-De hecho, tu personaje nunca existió.
-Sí, es una construcción de Luis para la película. Se pueden encontrar paralelismos entre él y algunos de los personajes reales que se vincularon con Robledo Puch, por algún dato que sea coincidente o incluso con el rol y la función que cumple este personaje en la historia, pero fuera de eso es una construcción.
-¿Te sentiste tentado a documentarte con crónicas y biografías?
-Hice todo eso. Es a veces necesario, más allá de la tentación que uno tenga. Pero no en particular en la construcción de este personaje, sino para empaparme de la historia: de la Argentina de los años ‘70, del contexto socio-político, cultural, que era donde se movían estos pibes.
Afortunadamente, me había tocado en otras oportunidades interpretar a personajes contemporáneos a ellos, por lo que ya tenía parte de ese camino andado.
-¿Qué opinás de los que le exigen a este tipo de historias similitud con la realidad, cuando el cine es justamente una posibilidad de liberarse de ella?
-Me parece ridículo. Para eso se pueden ver documentales o leer crónicas periodísticas. Si vas al cine vas a ver una película.
-¿Y qué explicación le das a este furor por las ficciones basadas en asesinos y asesinatos?¿Tiene que ver con el espíritu de una época?
-No creo. Toda la vida nos interesaron historias así: el Conde Drácula, por ejemplo. Si te vas para atrás en la historia, siempre hay personajes oscuros, cuestionables éticamente, que de alguna forma están del otro lado de la moral y que son interesantes para analizar la condición humana. Es cierto que el contexto, con una especie de invasión de series, productos y contenidos, hace que tal vez destaquen este tipo de personajes, por algunas series que hayan sido famosas últimamente, historias truculentas. Hay un “factor morbo” o un magnetismo que nos tienta por el lado oscuro. ¡Star Wars mismo lo decía!
-Son historias viejas, pero épocas nuevas.
-Ha pasado siempre. El foco está puesto ahora por “El Ángel”, pero además por un montón de cosas que hemos visto en los últimos años y que rescatan la parte humana o atractiva de estos personajes cuestionables.
-Leí que Luis dice que el eje de la película es una historia de amor entre amigos, ¿vos también creés que ese es el eje de la película?
-Sí. Me parece que se toma la historia de Robledo Puch como un marco y como una inspiración que luego Luis construye. De hecho lo hemos trabajado así. Es el vehículo que hace que atravesemos la historia.
-De hecho se ha hablado mucho del erotismo sutil y constante entre los dos personajes, ¿eso fue trabajado?
-Sí, a mí me tocó trabajarlo como una premisa importante dentro de la peli, porque mi participación está directamente relacionada con eso. En el caso de Toto hay momentos de él a solas con otros personajes, donde la relación va por otro lado, pero en lo que a mí me tocó construir con él eso estaba muy presente. Y parte de la base de que es un amor de camaradas, de colegas, casi de admiración. Esas cosas que en cierta edad y contexto no están bien definidas y los límites no son muy claros. Es algo que fuimos construyendo, entre ellos hay una relación que es una especie de montaña rusa.
-¿Creés que fue acertada la decisión estética de dejar la violencia en segundo plano? Los que vieron la serie "Historia de un clan" quizás crean que van a ver otra cosa.
-Sí, aunque no estoy tan de acuerdo con que en “Historia de un clan” estuviera en primer plano. Me parece que Luis siempre va por una tangente que no es tomar los hechos como lo primordial. Él siempre encuentra otra sustancia dentro de estos personajes y estas familias. Y es el mundo que él explora: cómo se relacionan, cómo piensan, por qué, qué justificación encuentran de sí mismos, qué los motiva. Me parece que ese es un universo inexplorado y Luis le saca bastante punta.
La larga sombra del padre
- Saliendo del tema de la película, hace poco tu papá le comentó a Los Andes que hay días en que hace 60 entrevistas de corrido. ¿Vos cómo te llevás con ese nivel de exposición?
-Me canso, como cualquier otro humano, pero es parte del trabajo. Entiendo que las primeras veces que me pasó me pareció demasiado. Tenés la sensación de que tus palabras van perdiendo valor, por repetición y por costumbre de escucharte decir lo mismo. Las preguntas son las mismas, y podés entrar en un círculo vicioso donde te parece que nada vale, que no hay pregunta ni respuesta valiosa y sentís que somos todos unos pelotudos (ríe). Por un lado siento que es nutritivo porque dentro de esa repetición encontrás cosas...
-¿Aprendés cosas?
-Sí. Explicaciones, puntos de vista, miradas que te hacen llegar a otra conclusión. Pero es algo que hay que hacer. Hay que promocionar las películas y defender el cine nacional. Estamos todos orgullosos de hacerlo, aunque es la parte menos agradecida de nuestro lado, porque es la menos creativa y artística.
-En relación a tu papá, ¿cuál es tu película favorita donde él haya actuado?
- (piensa un momento) Creo que “El aura”. Creo.
-¿Qué ves ahí?
- Al director: Bielinsky (sonríe).
-¿Y qué es lo más importante que te enseñó Ricardo Darín?
- A respetar a las personas.
- Con él has emprendido también el proyecto de una productora (que debutó el jueves con la película "El amor menos pensado"), ¿es cierto que hay una idea incipiente de actuar juntos en una película?
- Sí, es una idea incipiente. No es más que eso, por ahora. Pero está avanzando y ojalá que llegue a buen rumbo. Tenemos entusiasmo con eso, pero no vale la pena quemarlo ahora.
-¿Será un desafío actuar con él?
- Sería básicamente un desafío personal, porque es un proyecto en el que produzco, desarrollamos un guión... Pero actuar con él no sería un desafío, es más un regalo, una situación linda. Creo, habrá que ver... ¡quizás después nos llevamos a patadas!
- Actuás tanto en España como acá y solés estrenar más de dos películas por año. ¿Rechazás muchos guiones?
- No considero que los rechace. Me llegan últimamente varios proyectos, pero depende, porque de repente se acumulan guiones que coinciden en fecha, tiempo y espacio y tenés que decidir. A veces hay que rechazarlos. Afortunadamente se han ido multiplicando. Para mí está bueno, porque poder decidir en esta carrera no es fácil. Pero hay que elegir.
-Qué preferís, ¿película o serie?
- Película, sin dudas.
- ¿Guión o improvisación?
- Improvisación.
-¿Permanecer o viajar?
- Filosóficamente, más allá de lo que signifique irse o quedarse, creo que viajar es un concepto más lindo. En esta vida estamos de paso, y si creemos que permanecemos en algún lado o que pertenecemos a algún lado, caeríamos en un error.