China y Argentina: economía y geopolítica

China procura metas económicas y políticas a través de un gigantesco programa de inversiones externas llamado la Ruta de la Seda. En ese mundo complejo, Argentina tiene una importante relación en esos aspectos con el país asiático, pero debe avanzar co

China y Argentina: economía y geopolítica

Existen pocas dudas. La salida de Gran Bretaña (GB) de la Unión Europea (UE), aprobada en un referendo el año pasado, y el triunfo de Donald Trump en EEUU, están generando cambios económicos y geopolíticos de envergadura.

El republicano encara un fuerte nacionalismo, proteccionismo económico, rechazo al libre comercio internacional, severo cuestionamiento de la globalización económica. El camino elegido indica aislamiento de su país y renuncia del liderazgo del mundo occidental, que ostentaba desde la Primera Guerra Mundial. ¿Hasta dónde llegará esta política? Difícil pronóstico. Las instituciones constitucionales funcionan; la división de poderes es realidad. Tanto el Senado como los jueces mantienen su independencia y han frenado medidas del presidente. La salida de GB de la UE, el denominado Brexit, ha comenzado el largo y complejo proceso de ejecución: dos años de plazo y la necesidad de negociar más de 600 tratados que ligan al país con la Unión. El resultado de la elección de Diputados complicará aún más el proceso de negociación. La UE ha sentido el golpe y no faltan pronósticos sombríos sobre su futuro, aunque los resultados de la reciente elección de presidente de Francia y la anterior de Holanda, con sendas derrotas de los nacionalismos separatistas, han dado un cierto aliento a la unidad. En pocos días más habrá comicios para la Asamblea nacional en Francia y se verá cómo queda conformada y qué alianzas apoyarán al presidente Macron.

Este complejo contexto de Occidente motivó que el gobierno de China expresara de inmediato su apoyo al libre comercio, el rechazo al proteccionismo y la defensa de los acuerdos que crean grandes bloques comerciales. Reafirmó lo que venía haciendo y se ha propuesto ocupar un rol central en la economía mundial, al que parece renunciar EEUU y difícilmente pueda ocupar la debilitada UE. Para ello China realizó hace unas semanas, con la presencia de los jefes de Estado de sus socios asiáticos, una trascendente reunión donde lanzó el formidable proyecto denominado "Cinturón o Franja de la Ruta de la Seda". Rememorando, o recreando, a aquella que por 1.500 años vinculó Asia con Occidente y África. Se trata de un gigantesco programa de inversiones, especialmente en ferrocarriles, carreteras, puertos que involucra a decenas de países desde el extremo de Asia hasta la Europa de los Balcanes, pero también incluyendo al África y la India.

El plan (el Marshall del s. XXI) abarca el período 2017-'21 y los recursos previstos alcanzan a un billón de dólares, para entender mejor, un millón de millones. China procura propósitos económicos y políticos con el gigantesco programa. Por un lado, tiene una gran capacidad excedente de producción de acero, cemento y otros insumos para la construcción, lo mismo con los recursos humanos. Esos sobrantes se van a colocar en las obras a realizar en los demás países. Terminadas las mismas, esa situación facilitará a China colocar sus productos industriales en mercados de demanda creciente. Asimismo, muchas de esas inversiones procuran la seguridad alimentaria y de materias primas para el enorme país. Desde el punto de vista político no se puede ocultar el deseo y la oportunidad que se le presenta a China de disputar el poder a los EEUU.

En ese mundo complejo, Argentina tiene una importante relación económica y política con China, y puede considerase parte de la Ruta de la Seda. En algunos casos la relación es alentadora; en otros requiere precaución. Es el gran mercado de granos, carnes y alimentos en general. Más si se considera lo que se denomina "China ampliada", que incluye a Vietnam, Indonesia, Filipinas y Tailandia. Nuestra economía y la de esos países son complementarias, son el gran mercado para nosotros. Precaución exigen los acuerdos, poco conocidos, firmados por el gobierno anterior, como los de las represas en el río Santa Cruz y la construcción del "observatorio" en Neuquén. Cooperación sí, dependencia no.

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