China, dependencia y corrupción

El viaje de la Presidenta de la Nación a China cerrará el círculo de un acuerdo internacional arbitrario y espurio cuyas consecuencias negativas pagarán, posiblemente por mucho tiempo, las generaciones futuras.

China, dependencia y corrupción

Una vez más bajo el ropaje de unas palabras, en este caso el remanido nacionalismo antiimperialista, el kirchnerismo consuma una relación de dependencia económica y financiera con una de las grandes potencias imperialistas y antidemocráticas de nuestra época.

Para este viaje, donde como siempre, predomina el secretismo, se acaban de firmar más diez nuevos convenios en el marco de la asociación estratégica integral que desde julio pasado mantienen Argentina y China, convertida en su principal “financista” en tiempos de dólares escasos y necesidades urgentes.

El acuerdo tiene cláusulas muy claras que benefician a China, muy vagas para la Argentina, con resistencia de la oposición e importantes sectores empresarios y de opinión especializada, que fue aprobado por el Senado pero aún no por la Cámara de Diputados.

La historia comenzó en los inicios del gobierno de Néstor Kirchner cuando se jactaba de los 20.000 millones de dólares de inversión que llegarían de China. Siguieron con reiteradas promesas, anuncios que se renuevan, pero lo que va quedando en claro es que la Argentina es un muy buen negocio para la China y no lo contrario.

A los efectos conviene mirar la tendencia de largo plazo del comercio internacional bilateral entre ambos países. En 2003, Argentina exportó a China (en números redondos para simplificar) U$S 2.500 millones e importó por U$S 720 millones, con un saldo a favor de nuestro país de U$S 1.780 millones.

En 2014 la Argentina exportó por U$S 5.000 millones (el 7,6% del total exportado) e importó de China por U$S 10.800 millones (16,5% del total); el superávit de 2003 se ha transformado en un déficit de U$S 5.800 millones.

Visto de otra manera, en el lapso considerado, las exportaciones argentinas a China se multiplicaron 2 veces mientras que las importaciones de China se multiplicaron 15 veces.

A este hecho cuantitativo debe agregarse la composición o estructura del intercambio, ya que las exportaciones nuestras corresponden en su gran mayoría al complejo sojero, porotos, aceites y otros derivados.

En tanto, las importaciones son en su totalidad productos industriales; desde material ferroviario, materiales y equipos eléctricos a los miles de pequeños productos que pueden encontrarse en una ferretería.

El acuerdo de referencia profundizará esta asimetría ya que China incrementará la venta de bienes mientras la Argentina no ha logrado ninguna preferencia para colocar productos primarios con mayor valor agregado.

El convenio abre las puertas a China como proveedor directo de obra pública y otras contrataciones del Estado sin necesidad de licitación alguna, donde deba competir con otros oferentes por calidad y precio. Estas contrataciones se harán en forma directa por funcionarios públicos argentinos y los funcionarios chinos, por lo que no hace falta decir que las posibilidades de corrupción son infinitas.

Hay que pensar en las dos represas del Río Santa Cruz donde periódicamente el presupuesto aumenta y la obra está a cargo de la empresa Electroingeniería, de amigos del gobierno, y la china Gezhuoba.

Todo el equipamiento de las centrales eléctricas será provisto por empresas chinas relegando a empresas nacionales especializadas. La UIA ha cuestionado severamente el convenio que “contiene cláusulas de enorme riesgo para el desarrollo argentino.... La falta de información sobre los contenidos de los acuerdos específicos desconocidos hasta el momento por la opinión pública, a los que habilitará la aprobación del convenio marco, impide un análisis integral del mismo”. Cuestiona también la posibilidad de adjudicación directa de obras de infraestructura.

Otro tema a tener en cuenta es que las empresas chinas tienen importante participación en sectores como petróleo, ferrocarriles, biotecnología de desarrollo de semillas, comercializadoras internacionales de granos.

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales, que depende de la Presidencia de la Nación ha firmado un convenio que convierte al país en el primer y único miembro del programa chino de la Luna y Marte. Para ello se le han cedido 200 has. en Neuquén, en condiciones de extraterritorialidad, donde ya se está construyendo la estación de seguimiento espacial.

Venezuela, China, Irán, Rusia... nuestro país ha quedado geopolíticamente en el otro lado del mundo de donde debería estar.

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