Chiloé: de buena madera

Lo que no puede quedar afuera en el curso de un viaje al célebre destino insular.

Chiloé: de buena madera

Por estos días, los turistas que se encuentran recorriendo Chiloé están disfrutando del Festival Costumbrista Chilote.

Este evento tiene lugar cada año a fines de febrero y consiste en una muestra de cultura tradicional, en la que no faltan los platos típicos como el curanto, el yoco, el asado de cordero, el licor de oro y el mistela. Bailes, color local y venta de productos artesanales terminan de completar esta fiesta de verano. Una vez concluidas las celebraciones, los visitantes podrán retomar los paseos y actividades imprescindibles de este destino chileno. ¿Piensa ir? Apunte, entonces.

1 Mucho más que fe

Nadie que pisa este destino regresa a su casa sin haber recorrido por lo menos una de las más de 60 iglesias de la tradicional escuela chilota de carpintería. Especialmente las que están en la lista de Patrimonio de la Humanidad. Resulta que estas parroquias surgieron en el siglo XVIII, en el contexto de la Misión Circular. Este sistema de evangelización consistía en que un religioso recorría unos 80 sitios ubicados en el archipiélago. El itinerario completo les tomaba a los frailes unos 8 meses. Durante ese tiempo se movilizaban en unas pequeñas embarcaciones denominadas dalcas. Sólo podían quedarse en cada lugar unos días, para celebrar bautismos o casamientos, luego debían partir hacia otro punto insular. Fue durante ese tiempo que se levantaron estas iglesias, en cada una de las paradas de los sacerdotes. Los evangelizadores, que venían de países europeos, sugirieron diseños similares a los que se usaban en sus tierras de origen. No obstante los carpinteros chilotes aportaron su habilidad manual, materiales y técnicas propias y así surgió la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera, un verdadero orgullo local.

La recomendación: consultar días y horarios de apertura de los templos, no todos abren a diario, incluso algunas lo hacen sólo una vez al año.

2 La bella península

Sólo es preciso andar 10 km desde el centro de la Ciudad de Castro –la capital-, para llegar a la Península de Rilán. Una vez allí, la visita obligada es a los villorios de Quilquico, Yutuy, Curahue, sitios donde se preservan costumbres de antaño. Otra de las citas por allí es hacer avistamiento de aves. Zarapitos, flamencos y cisnes cuello negro se cuentan entre las especies que se descubren en la recorrida. Otro aspecto a tener en cuenta, especialmente por los que disfrutan de la fotografía, es que en la península hay varios miradores escénicos desde los que se pueden tomar las mejores instantáneas del entorno y de las islas cercanas.

El dato. En esta península se trabaja en el rescate de oficios patrimoniales de Chiloé. Así la "Escuela de Artes y Oficios Patrimoniales de Lingue" es un establecimiento rural donde todos los fines de semana enseñan la cestería, tallado en madera y a tocar el acordeón.

3 El arte de construir, el arte de vivir

La originalidad y la belleza con la que históricamente los lugareños han levantado sus construcciones han dado lugar a la creación de la corriente arquitectónica antes mencionada. Por eso, palafitos y casas tradicionales, además de las iglesias, son atractivos turísticos muy destacados. La corriente utiliza para trabajar elementos naturales existentes por allí, especialmente la madera. Al tratarse de islas, históricamente tuvieron que arreglárselas con lo que la naturaleza les ofrecía. La madera estaba allí, para ser utilizada para muchísimos fines.La arquitectura, sus artilugios, la religión, la política, la economía y hasta la calefacción en los hogares han sido posibles gracias a la madera y a la inteligencia e ingenio del isleño para darle forma y color.

Para reflexionar. Existe una verdadera cultura de la madera. No sóloha ayudado a la supervivencia, sino que es parte de su historia.

4 A navegar

Dicen los lugareños que ir a Chiloé y no navegar hacia alguna de sus islas es como no haber estado allí. Sin dudas que los turistas tienen muy en cuenta esta recomendación ya que cada tarde, a eso de las 16, se puede ver cómo los forasteros se arriman al puerto de Castro para tomar algún paseo embarcado. El destino, posiblemente las islas de Quehui y de Chelín. La idea al llegar a cada una de ellas es encontrarse con la esencia local más profunda. La rural es lo que se vivencia en esta excursión. En cada parada se encuentran todos los servicios que los viajeros necesitan, ya sea de alojamiento o gastronómicos, pintados por supuesto con el color chilota más auténtico.

Para no perderse. Además de las cabalgatas y los paseos en bote, descubrir las actividades propias de estos sitios alejados de la ciudad, es muy interesante.

5 La vuelta urbana

La ciudad de Castro invita a ser recorrida, a pie, si es de su agrado. Palafitos a orillas del mar, productos del campo en la feria Yumbel, iglesias y artesanía local, entre las postales sensoriales. Frecuentemente los visitantes comienzan su periplo en la Oficina de Información Turística, localizada en la plaza de armas. De allí, directo a la Iglesia San Francisco (Patrimonio de la Humanidad), luego la calle Blanco, famosa porque después del maremoto del año 60 se edificaron los primeros edificios de cemento (sólo su fachada es de concreto en su interior son de madera).La Feria Lillo con sus artesanos, la calle Pedro Montt, la Plazuela del Tren, con una pequeña locomotora que antiguamente unía la ciudad de Castro con Ancud, y la zona de bordemar, que ha mutado su faz de antiguos palafitos a modernas construcciones que conservan el estilo; más para ver en este paseo urbano, por supuesto no termina acá.

Para mirar. Es recomendable dar una vuelta por el Mirador Palafitos Barrio Gamboa.

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