Miles de chilenos intentaban ayer volver a la normalidad pese a la escasez y el miedo por las continuas réplicas del terremoto de 8,2 grados que el martes azotó el norte de Chile con saldo de seis muertos.
"Estamos viviendo ahora sin luz en algunos sectores, sin agua desde hace dos días. No sé si hoy día (por ayer) se restablecerá pero estamos complicados, los negocios no se abren, no tenemos cómo abastecernos", dijo Mirna Mela, pobladora de Iquique, la ciudad más cercana al epicentro del sismo.
Los daños en la infraestructura son menores, pese a la magnitud del sismo, y la preocupación de la gente se centra ahora en los problemas domésticos.
Los vecinos de Iquique, urbe de 180.000 habitantes, que en la noche del miércoles fueron evacuados de nuevo por una fuerte réplica de 7,6 grados, denunciaban el alza en los precios del pan -a unos 6 dólares el kilo- y del agua, al doble del habitual.
La Fiscalía de la región de Tarapacá ordenó detener a los comerciantes que especulen con los precios, y el portavoz del gobierno, Alvaro Elizalde, anunció sanciones para aquellos que acaparen elementos básicos.
"Estas conductas están debidamente sancionadas en el artículo 285 del Código Penal y en la Ley 16.282 sobre sismos y catástrofes", dijo Elizalde desde el palacio de La Moneda, la sede presidencial.
En tanto, en la tarde de ayer se puso fin al racionamiento en la venta de combustible en Iquique.
Las autoridades siguen revisando los daños causados por el sismo, que aún no han sido cuantificados, mientras el suministro eléctrico era repuesto en un 72%, y el agua potable en un 67% de la región de Tarapacá, la más afectada.
Los accesos a Iquique están restringidos por grietas y derrumbes en las principales rutas.
El papa Francisco envió ayer un mensaje de solidaridad a los chilenos y se declaró "hondamente apenado al conocer la noticia del sismo que ha ocasionado víctimas y heridos, así como daños materiales y cuantiosos desplazados en ese amado país".
La presidenta de Chile, Michelle Bachelet, se mantenía coordinando desde la zona norte los comités de emergencia. Bachelet tuvo que ser evacuada la noche del miércoles junto a otros miles de ciudadanos debido a una segunda alerta de tsunami que ya fue levantada.
"Estábamos por volver a nuestras casas pero este sismo nos obligó a volver a la calle y a dormir por segunda noche acá", dijo Lila Gómez Mamani.
Cansadas y maldormidas, las familias evacuadas en Pozo Almonte (cerca de Iquique) se concentraron en la madrugada en el estadio de fútbol, y en una cancha de pasto sintético, sobre el que desplegaron unas treinta carpas.
Ante la falta de luz, los vecinos se apilaron alrededor de decenas de fogatas que iluminaban y calentaban la fría noche de estas localidades desérticas, donde durante el día el sol quema, pero la temperatura baja a los menos de 10° C de noche en esta época.
El terremoto del lunes dejó daños en unas 2.500 viviendas humildes, techos caídos y ventanales quebrados, y unas 80 embarcaciones dañadas que preocupan especialmente a los pescadores.
La tierra seguía temblando ayer, a dos días del sismo que obligó a evacuar a casi un millón de personas. "En este momento se superan las 10 réplicas por hora", dijo el director del Centro Sismológico Nacional, Sergio Barrientos.
Sismólogos chilenos y del Instituto de Geología y Sismología de Estados Unidos han advertido que el terremoto de 8,2 grados que sacudió el martes el norte de Chile no es el megaterremoto que hace años se espera en esa zona, por la gran cantidad de energía que ha acumulado en los últimos 150 años.
"Según nuestros gráficos y de lo que estamos aprendiendo de la región, aún hay bastantes zonas donde podría haber energía acumulada que podría ser liberada en el futuro", dijo Barrientos.
Chile se encuentra al límite de una falla geológica que recorre los 4.200 kilómetros de su costa sobre el océano Pacífico.
El país es uno de los más sísmicos del mundo, y la población cuenta con entrenamiento para enfrentar terremotos y tsunamis que en otras países podrían ser devastadores.
Sin embargo, en 2010, Chile sufrió un terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter, al que siguio un tsunami que no fue alertado debido a fallas técnicas y que causó unas 500 muertes.