Chile y nosotros, relaciones entre el país hermano y nuestra provincia

Las conductas económicas de los hermanos chilenos que vienen a nuestra provincia de paseo y/o de compras, son una buena oportunidad para efectuar algunas reflexiones sobre las características y evolución de la economía de ambos países y el comportamiento

Chile y nosotros, relaciones entre el país hermano y nuestra provincia

Se puede definir a dos sectores económicos y sociales diferentes de la vecina república de Chile que vienen a Mendoza. Uno tradicional, el de mayor poder adquisitivo, cuyos miembros se alojan en hoteles de 4 ó 5 estrellas, comen en lugares de categoría, reservan almuerzos con anticipación en bodegas y no se miden en gastos.

Pero de a poco, la evolución económica de Chile hizo que se fuera incorporando otro sector de menores ingresos, cuyos componentes habitualmente no pasan vacaciones en Mendoza, sino que llegan con un fin específico: comprar productos de la canasta básica que en su país están más caros.

Son personas que conocen muy bien los costos de su país, rápidamente hacen un análisis de los precios relativos y determinan qué les conviene comprar. Como acceden a bienes y servicios a los que hace algunos años no podían, son cuidadosos en los gastos.

Más allá de las diferencias entre un sector y otro, las compras de ambos son importantes para el comercio de Mendoza. Van desde medicamentos, libros, artículos de tocador, además de alimentos y artículos de belleza para la mujer. Lo que ya no se compra como antes son los productos de cuero. En fin, la canasta de compras varía al ritmo de los precios relativos y de la evolución económica de los distintos sectores de la sociedad chilena.

Lo que ocurre con nuestros vecinos es muy positivo para la economía de Mendoza; algunos de los productos con mayor demanda tienen para el comercio atractivos márgenes de comercialización que ayudan a sostener estructuras empresariales en épocas de estancamiento como las actuales. Por otra parte, al parecer, esas compras no elevan los precios para nosotros, al menos en los productos de consumo masivo.

Hay algunos aspectos económicos y sociales para comprender esta ya larga relación de las “olas” de chilenos comprando en Argentina, y a la inversa. Una son las enormes oscilaciones del tipo de cambio que han tenido los dos países desde los años 70, con algunos periodos de estabilidad como en los 90 para nosotros y la última década para ellos.

Cuando se apreció el tipo de cambio en la Argentina, como ocurrió desde 2007 hasta la aplicación del cepo y los recargos, fue conveniente ir a comprar a Chile, y la inversa para ellos. La brecha cambiaria incentivó la llegada de los vecinos, unida a la apreciación del peso chileno.

Pero la diferencia sustancial radica en la distinta organización económica de uno y otro país. Chile tiene una economía libre y abierta, estable y sin inflación. No deben pedir permiso para salir de y entrar a su país, ni para comprar o vender dólares.

Cuando un chileno viene a Mendoza, carga su auto de compras y llega a la aduana de su país, no es tratado como un contrabandista. Si sus compras están dentro de las franquicias -mucho más altas que las nuestras- pasa y sigue; si tiene que pagar los impuestos correspondientes lo hace rápidamente en el lugar. Nuestra organización es todo lo contrario; entre otras cosas por las dificultades para entrar y salir del país disponiendo de nuestros ingresos.

Los resultados están a la vista, Chile que hace unas cuatro décadas tenía un ingreso per cápita de poco más de la mitad del nuestro, hoy nos supera ampliamente. En los primeros 80 años del siglo pasado Chile multiplicó por 2,5 veces su ingreso por habitante, mientras que en los últimos 40 años lo multiplicó por tres. Nosotros, con nuestros brutales altibajos, estamos en el mismo lugar de hace 30 años.

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