El gobierno del derechista Sebastián Piñera y la oposición de centro-izquierda conmemoraron ayer, en dos actos distintos, los 40 años del golpe de Estado que instauró la dictadura de Augusto Pinochet, mostrando que la fecha aún divide a Chile.
Casi con dos horas de diferencia pero el mismo día, Gobierno y oposición en Chile recordaron con matices el golpe de Estado del 11 septiembre de 1973 que derrocó al gobierno del socialista Salvador Allende e instauró la dictadura de Augusto Pinochet, que se saldó con más de 3.200 víctimas.
El acto encabezado por el presidente Piñera se realizó en el palacio presidencial de La Moneda, mientras que el de la oposición tuvo lugar en la explanada del Museo de la Memoria y fue encabezado por la exmandataria socialista Michelle Bachelet, favorita para adjudicarse las elecciones del próximo 17 de noviembre.
Tanto Bachelet como Piñera condenaron enérgicamente las violaciones de los derechos humanos cometidas durante la dictadura, y exigieron conocer la verdad sobre lo ocurrido con las víctimas y ampliar las responsabilidades a quienes justificaron el golpe o civiles que participaron del gobierno de Pinochet.
Pero difirieron sobre las condiciones políticas que llevaron al derrocamiento del gobierno de Allende, que fracasó en su intento de poner en marcha una vía chilena al socialismo, sin una revolución armada, por la resistencia de Estados Unidos, la oposición política de la época y los gremios de empresarios.
"Esa dolorosa fractura de nuestra democracia no fue algo súbito, intempestivo ni sorpresivo. Sabemos que fue más bien el desenlace predecible, aunque no por ello inevitable, de una larga y penosa agonía de los valores republicanos", dijo el presidente.
Posteriormente, aseguró que "no existen soluciones que puedan reparar todo el dolor y el daño causado, desgraciadamente no podemos resucitar a los muertos y recuperar a los desaparecidos, pero sí podemos y debemos hacer lo que esté en nuestro alcance para aliviar ese dolor y sufrimiento en materia de verdad, justicia, reparación y reconciliación".
La dictadura dejó un saldo oficial de unos 38.000 prisioneros políticos, 3.095 opositores asesinatos por agentes del Estado, de los cuales 1.200 son detenidos desaparecidos.
En los últimos 30 años el Servicio Médico Legal ha encontrado y logrado identificar pequeñísimos fragmentos de huesos y restos cadavéricos correspondientes a 125 personas.
"No es justo hablar del golpe de Estado como un destino fatal e inevitable. No es justo afirmar que hubiera una guerra civil en ciernes, porque para dar continuidad y dar respaldo a la democracia, se requería más democracia, no un golpe de Estado", afirmó por su parte Bachelet.
Sobre las responsabilidades, Piñera acusó a quienes tuvieron altos cargo en el gobierno militar como responsabilidades morales.
"La responsabilidad alcanza a quienes ejercieron altos cargos en el gobierno militar o quienes por su investidura o influencia en la época, y conociendo estos hechos, pudieron alzar la voz para evitar estos abusos y muchas veces no lo hicieron", dijo Piñera, que en su gabinete mantiene a al menos tres excolaboradores o simpatizantes de la dictadura.
"Las responsabilidades de la instalación de la dictadura, los crímenes cometidos por agentes del Estado, la violación de los derechos humanos no son justificables, no son inevitables y son responsabilidad de quienes lo cometieron y de quienes lo justificaron", señaló de su lado Bachelet.
Dos actos, 2 visiones de país
Al acto en el palacio de La Moneda, en cuyo interior se suicidió Allende en medio del bombardeo aéreo y terrestre por parte de las fuerzas golpistas, fue invitada Bachelet, junto a los otros ocho candidatos presidenciales, además de los partidos políticos de izquierda.
Pero prueba de que en Chile las heridas que dejó la dictadura aún están abiertas, cada bando optó por conmemorar de forma separada.
"Permanecen dos puntos de vista que todavía son demasiado distante para que pudiera existir un acto común. Tal vez las generaciones futuras lo pudieran hacer", dijo el senador del Partido Socialista (PS) Camilo Escalona.
"Creo que no había condiciones para hacer un solo acto, porque todavía éste es un país fracturado", señaló por su parte Isabel Allende, hija del exmandatario socialista y hoy senadora del PS.
"Ellos cambiaron su acto para el día de hoy. Eso revela que lo que se buscaba más bien era tener un acto de características mucho más políticas y electorales que lo que buscamos aquí en La Moneda, que es tener un acto con una idea y con una profundidad de unidad nacional", dijo de su lado el ministro del Interior, Andrés Chadwick.
"Estaban todos invitados, queríamos que todos estuvieran presentes (...) pero hay un interés en marcar o seguir marcando una diferencia, una división", agregó el ministro.
Para el próximo 11 de septiembre, el gobierno tiene previsto realizar un acto religioso nuevamente en el palacio de La Moneda.
Los familiares de las víctimas y agrupaciones de izquierda, en tanto, depositarán ofrendas florares en la llamada puerta de Morandé 80 de la casa de gobierno, por donde salió el cadáver de Allende y que fue luego clausurada por la dictadura.