La situación de Mendoza, en el sentido de compartir con Chile más de 400 kilómetros de frontera y dos pasos internacionales (Libertadores y Pehuenche), ha sido un elemento central en el desarrollo político, social, económico y cultural de Mendoza.
Las provincias argentinas que limitan con Chile son 11, pero ninguna tiene un volumen de intercambio tan intenso. Basta señalar que el Corredor Bioceánico por Uspallata concentra el 80% del comercio terrestre binacional.
Además, desde el punto de vista del turismo, Mendoza se encuentra frente a las dos principales ciudades chilenas: Santiago (6 millones de habitantes) y Viña-Valparaíso (1 millón). Esto asegura a Mendoza un flujo de decenas de miles de turistas chilenos en forma periódica.
En el caso de la vitivinicultura, la fecundidad de estos contactos es muy notable. Mendoza tiene hoy una industria vitivinícola competitiva a nivel internacional; se diferencia de la industria rioplatense-atlántica, que sólo sobrevive a fuerza de subsidios, aranceles y cepos.
Sin embargo hay temas pendientes. Parece increíble que todavía no esté terminada la construcción del corredor por el Paso Pehuenche. Se han cumplido 16 años del tratado de 1996 por el cual se estableció el compromiso solemne de completar la obra; allí sigue a medio camino, por la notable falta de voluntad política del poder central. Tampoco se han terminado los cobertizos en la ruta internacional por Libertadores, que se sigue cerrando más de un mes por año.
La reactivación del Ferrocarril Trasandino sigue parada porque el gobierno nacional no genera confianza en los inversores, lo cual demora en forma indefinida la puesta en marcha del proyecto. Hay mucho por hacer todavía.
