Las crónicas deportivas de hoy hablarán del empate entre Independiente Rivadavia y Talleres de Córdoba, así como también del destacable segundo tiempo que jugó el Azul ayer, donde no se notó la distancia que separa en la tabla de posiciones del Nacional B a ambos equipos.
Pero de lo que no hablarán esas crónicas es de la gran tarde que vivieron 11 estudiantes godoicruceños, hinchas de la Lepra del Parque, que ayer asistieron a la cancha como espectadores, y que son parte de los más de 60 chicos con los que la comuna ya comenzó a trabajar en una temática por demás abarcativa: la violencia en el fútbol.
Se trata del programa "El partido más importante: ganale a la violencia", con el que las áreas de Seguridad Ciudadana y el Consejo de la Juventud de Godoy Cruz buscan concientizar sobre este problema a alumnos de escuelas secundarias. Y lo hacen por medio de charlas informativas y desestructuradas, invitándolos además a ver partidos de la Lepra o de Godoy Cruz Antonio Tomba (de local) y con actividades organizadas en los establecimientos posteriormente.
"El objetivo es acercar a los chicos a la cancha, concientizándolos de que la violencia nos aleja de ese sitio. Muchos nos cuentan que les gusta el fútbol y son hinchas -está en el ADN de todos-, aunque no van a la cancha porque sus vecinos del barrio son violentos y -dicen- 'arman bardo'. Trabajamos en la seguridad desde la prevención de la violencia", destacó Daniel Patiño (27), uno de los responsables de este programa que ya ha llevado a los estudiantes godoicruceños a ver dos partidos del Tomba y ayer llevó a los primeros a la cancha de Independiente.
"No me gustó que hayan tenido que irse los hinchas de Talleres porque los amenazaron y corrieron. Tienen el mismo derecho que cualquiera de ver el partido. A nosotros nos ha pasado lo mismo dentro del colegio, para la presentación de los buzos ya que hay pica entre los distintos quintos y ha habido algunos episodios violentos. Pero tenemos que entender que somos todos iguales, y que pertenecemos al mismo colegio", indicaron Noelia (17) y Nicole (18). Ambas cursan y son parte del centro de estudiantes del colegio Belgrano y ayer, junto a chicos de las escuelas Champeau y Álvarez Condarco estuvieron en el Parque San Martín.
En un micro se pasó a buscar a los chicos por las escuelas y se los llevó al estadio.
En acción
Faltaban algunos minutos para las 15 cuando, en la platea descubierta del Gargantini se registraron algunas corridas: hinchas mendocinos salieron al encuentro de un nutrido grupo de hinchas "neutrales" (habían comprado su entrada aunque no estaba autorizado). Estos últimos no tuvieron alternativa y debieron abandonar sus lugares.
Del otro lado, en la platea techada y mezclados con otros simpatizantes azules observaban lo que ocurría Nacho (16), Jennifer (17) -ambos de la escuela Champeau-, Leandro (17), Noelia (17), Nicole (18), Lautaro (15), Paula (25) -de la Belgrano, la última de ellas egresada-, Daniela (14), Michelle (13), Ezequiel (14) y Cristian (13) -Álvarez Condarco-.
"El deporte en sí no es violento. Afuera de la cancha también pasan cosas, y el que es violento acá, también lo es en su casa, en la escuela y en el trabajo. Si uno está dispuesto a romper las rejas de su propia tribuna, en el fondo no es tan hincha o no quiere tanto a su club como dice", reflexionó Leandro (17) cuando el partido había terminado.
Marianela Próspero es profesora y coordinadora del centro de estudiantes del Belgrano. "Este año estamos trabajando dentro del colegio y haciendo mediación para que todos puedan presentar sus buzos sin violencia", destacó la profesora, quien ayer integró el grupo que fue al Gargantini.
Desde el primer partido, ya son cerca de 40 los chicos godoicruceños que han sido parte del programa, y la idea es llegar a 60.
"Se divide en tres pasos. Primero hacemos una breve charla en cada escuela. Ahí hablamos lo que es la problemática de la violencia en el fútbol en general y lo comparamos con cómo viven, por ejemplo, los torneos escolares. Con la ayuda de los preceptores y los gabinetes psicopedagógicos elegimos a quienes van a ir a la cancha. El segundo paso es llevarlos, y tratamos de que no sean los mejores promedios y nada más, sino que sean aquellos que se esfuerzan y que se interesan por el tema. Y después participamos de una nueva charla en las escuelas, buscando nuevos chicos y allí participan también quienes ya fueron", destacó Patiño, quien integra el área de Seguridad Ciudadana.
Por parte del Consejo de la Juventud, el responsable es Matías Videla (26) y son ellos quienes se han encargado de entablar los vínculos entre el municipio y ambas instituciones deportivas.
"Estamos en una etapa piloto, pero la idea es que en el segundo semestre esto continúe. Después de que terminen los torneos -junio o julio- el objetivo es hacer un cierre del que participen todos los chicos que han sido parte, y jugadores del Tomba y de la Lepra. Y que cada uno pueda exponer lo que vivió. Incluso hasta firmar un acta de compromiso para prevenir la violencia en el fútbol", continuó Patiño, resaltando que "con la violencia lo único que aportamos es alejarnos del fútbol".
Los padres y abuelos de los chicos también se han comprometido con la iniciativa y hasta los acompañan, satisfechos de poder llevarlos a la cancha.
"Cuando era joven íbamos a ver a la Lepra a San Martín, a Maipú, a San Juan o a cualquier lado. Había rivalidad y pasaban cosas, pero nunca como las de ahora. Hace más 2 de años que no voy a la cancha", contó en la previa del partido de ayer Sergio Báez (63), quien acompañó a su nieta Jenni al Gargantini. "Está genial el programa, da la posibilidad de ir a quienes no tienen los medios, o a muchos chicos a quienes -de otra forma- los padres no dejarían ir", acotó la adolescente de 17 años.
"El concepto de violencia es más amplio de lo que se ve. Hace años la única respuesta del Estado ante esta problemática es poner más policías o prohibir, como hacen con los hinchas visitantes. Pero hay más mecanismos disponibles para trabajar en la violencia", destacó Patiño.
Otra idea en la que están trabajando es la posibilidad de que los chicos puedan escribir un relato en la escuela de lo que viven en la cancha y, de esa manera, participar por camisetas de ambos equipos.