Chicos van a la escuela entre tiroteos y rumores de saqueos

La violencia en la zona donde está la Juan Ramón Guevara crece sin parar. Las maestras temen por su vida y la de los niños. Un policía custodia adentro del edificio.

Chicos van a la escuela entre tiroteos y rumores de saqueos
Chicos van a la escuela entre tiroteos y rumores de saqueos

Si la medida de la inseguridad la da que chicos de una escuela salgan de clase en medio de un tiroteo, la escuela Juan Ramón Guevara se gana ese desgraciado mérito. En julio, y en dos ocasiones, hubo peligrosas balaceras en las inmediaciones del establecimiento, ubicado sobre la calle Uruguay en el barrio Sismo V, que algunos llaman todavía Maestri, en pleno distrito El Plumerillo.

La escuela está emplazada en una zona urbano-marginal y las casi 30 maestras que enseñan allí lo saben y lo supieron desde que tomaron sus puestos, pero no se arrepienten.

Al establecimiento primario concurren 270 chicos de los barrios de la periferia, varios de ellos construidos con operatorias de IPV y algunos levantados después del terremoto de 1985. Por la mañana, en la misma sede funciona el colegio técnico Homero Manzi.

En los últimos tiempos, la gravedad de los sucesos que se desencadenaron en torno a la amurallada y hermética escuela, superan todas las previsiones. Y la preocupación también alcanza a los familiares de los niños (ver aparte).

"Nosotras -dijo Alejandra, con 20 años en la docencia- habíamos experimentado hechos graves, como robos y algún despojo violento, pero lo que ocurrió el miércoles 3 de julio descontroló nuestros nervios. Cerca del horario de finalización de clases hubo un allanamiento policial a dos cuadras, que desencadenó la reacción de gente joven y la represión policial. Ocurrió poco antes del horario en que los chicos son retirados por sus padres y afuera sonaban los disparos. Inclusive, se quedaron con nosotros 4 niños que no habían podido ser buscados por los papás".

Como derivación de ese suceso, traumático y de gran riesgo, algunas educadoras estuvieron encerradas en la escuela hasta casi las 8 de la noche, cuando pudieron salir hacia sus casas, en medio de la tensión vecinal y el aire enrarecido por los gases lacrimógenos.

Pero no paró ahí la violencia periférica. Días más tarde trascendió que una patota iba a ingresar al colegio a robar, y aunque finalmente la supuesta invasión no se produjo, esa amenaza melló más el ánimo de los docentes y los padres que mandan sus hijos a la Guevara, que en general son integrantes de franjas sociales muy vulnerables, como changarines, cartoneros, amas de casa y no pocos desocupados.

El 24 de julio se produjo otro incidente entre desconocidos, con intercambio de tiros y el nivel de tensión volvió a subir. Y en respuesta a los diferentes incidentes, primero fue colocado un patrullero en la puerta del edificio, y posteriormente, se hizo ingresar a un policía dentro de la escuela, quien hace guardia mañana y tarde.

Maestros alarmados

Ayer, antes de entrar al aula, un grupo de maestras transmitió a Los Andes sus sentimientos y reclamos. "Nunca, pese a estar en una zona complicada, habíamos padecido lo que ahora está ocurriendo", sintetizó Mariana, la "señorita" de tercer grado.

"No queremos ser alarmistas, pero en nuestras cabezas ronda el triste final que sufrió nuestra colega Claudia Oroná (la maestra de 35 años asesinada por delincuentes en 2004, en Godoy Cruz). Nuestras familias están alarmadas, e incluso en algunos casos, nos han pedido que pidamos cambio de destino", fue otro comentario vertido por las educadoras.

En resumen, afirman que "la violencia está afuera de la escuela" y por eso aspiran seguir cumpliendo el cometido de instruir a los niños. "Queremos a la comunidad, al punto que con algunos padres hemos formado lazos y grupos de trabajo".

Pero hay una solicitud concreta, que resume Carmen: "Las autoridades, nuestras autoridades del ámbito educativo, nos tienen que garantizar poder trabajar y educar con sosiego; queremos llegar y retirarnos con tranquilidad. Por eso, avisamos respetuosamente a la DGE, al municipio (de Las Heras), y a la policía que seguiremos en nuestros puestos, pero la seguridad debe ser constante y continua; nosotras cumpliremos nuestra misión pedagógica, porque si quisiéramos hacer lío, no daríamos clase".

En la DGE fue imposible obtener una explicación sobre el difícil momento de la escuela Guevara. Sí habló con este diario el subsecretario de Relaciones con la Comunidad del gobierno, Alejandro Gil. "Es -dijo- un trabajo difícil, nuestra recomendación es que la gente se apropie de la escuela, y que se realicen trabajos comunitarios; afortunadamente no hay ataques a la escuela, sino que los actos violentos (como el tiroteo) ocurren en la zona. Hay que insistir y perseguir la comisión de delitos".

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