La falta de trabajo o los malos pagos de jornales, la costa de un río, o en algunos casos el mismo cauce “propiedad de nadie o de todos”, la cercanía a la ciudad y la necesidad de afincarse en algún sitio que permita desplazarse sin problemas hasta ese misma centro urbano para buscar el sustento diario, son algunos de los condimentos básicos -entre otros muchos- que se conjugan para la formación de asentamientos habitacionales precarios en muchos lugares de nuestro país.
San Rafael no escapa a ello: hay varios en los alrededores y mucha gente que habita estos lugares se enfrenta al estigma que significa ser de “ahí”, en la misma sociedad que los fue desplazando prácticamente en una pelea que en realidad algunos ya sienten perdida.
Sin embargo, otros siguen en la lucha silenciosa y aseguran que no todo está perdido y se animan a insertarse en ese mundo nada menos que para educar a los niños y jóvenes en riesgo social. Ardua es la tarea y muy satisfactorio cualquier resultado positivo.
Esto es lo que sienten los docentes de la escuela 4-195 El Molino, ubicada en un costado del barrio homónimo y de otro con la misma carga social, el Pobre Diablo. Unos 15 chicos, de los más de 150 que asisten diariamente a clases, ganaron un premio nacional con un proyecto elaborado por ellos.
Los docentes observaban cómo día a día faltaban motivos para que los chicos mostraran interés y compromiso con su futuro. Y las ideas aparecieron buscando entre los jovencitos a quienes quisieran embarcarse en un proyecto que sirviera a sus barrios.
Así fue que desde principios del año lectivo Flor, Mabel y Lucas (16), entre otros 12, empezaron a averiguar los orígenes de sus barriadas para intentar explicar las causas de su establecimiento sobre el cauce del Río Diamante.
Se empleó como estrategia la cartografía social colaborativa, donde se recopilaron datos de la percepción del riesgo aluvional que existe ahí y así, lentamente, se fueron involucrando con todos los actores sociales que intervienen en el lugar, como representantes del Promeba, Defensa Civil, Bomberos, estudiantes de Geografía del IES del Atuel y otro establecimiento educacional superior de las cercanías. Con ellos se logró elaborar un mapa social preliminar del riesgo aluvional y las prevenciones que se pueden adoptar en caso de emergencia.
Esta fue la base del proyecto que se presentó a nivel nacional en el concurso “Premio comunidad a la educación 2015”, destinado a descubrir y apoyar proyectos que ayuden a transformar la realidad de los alumnos, en este caso de 368 escuelas, entre las que fue elegida la de El Molino, San Rafael. Este premio es patrocinado por (entre otras entidades) las fundaciones La Nación, OSDE, Telefé, LAN y el Banco Galicia. La distinción, además de premiar el proyecto en sí, otorga fondos para desarrollar en forma integral el proyecto.
Simulacro de evacuación
Sonrientes todos, explicaron a Los Andes que ahora se dedicarán a completar lo que trabajan desde hace meses, como es la concientización entre sus vecinos (algunos ya se han integrado con los chicos) del riesgo aluvional en sus barrios, que se encuentran aguas abajo de las presas Agua del Toro, Los Reyunos, Arco de Protección Los Reyunos y El Tigre.
“Al principio se reían o no nos daban bolilla -cuentan los chicos-. Ahora ya nos empiezan a tomar en serio y nos escuchan, y con el premio podremos imprimir folletos, hacer videos y muchas cosas para afirmar esta idea del riesgo y cómo estar preparados”. Y como final de proyecto, contaron Rosa Ruiz (regente de la escuela) y Horacio Muros (director), se hará un gran simulacro de evacuación con los vecinos.
Hidisa (empresa que administra las centrales hidroeléctricas del río Diamante) también pone su parte y colaborará con la incorporación de esos conglomerados urbanos a su sistema de alertas de crecidas. Se instalarán, con parte de los fondos del premio, sirenas en lugares estratégicos y se aceitará un sistema de emergencias con los centros de salud y los organismos de seguridad.
El entusiasmo es mucho y el cambio en el interés de los chicos -según aseguran los docentes- es fantástico. “Poco a poco se suman todos al proyecto. Encuentran un sentido para asistir a clases que antes no tenían -dicen-. Este es el sentido real de este premio nacional”.