Chicos sin el control de sus padres

Centros comerciales y salones de fiesta están poniendo en práctica algunas medidas para frenar los desmanes que ocasionan algunos grupos durante los fines de semana especialmente. Para abordar este tema, se reunirán el jueves en la Bodega del 900.

Chicos sin el control de sus padres

Un disparador, o apenas un botón que basta como muestra. La reciente medida adoptada por el centro comercial Palmares -que prohíbe que menores de 18 años ingresen y permanezcan en el local sin la compañía de un adulto-, además de despertar infinidad de críticas y apoyos, abrió el debate.

A este panorama se le suma la preocupación de los dueños y encargados de salones de fiesta de Mendoza, quienes el jueves se reunirán (y han convocado a todas las personas que quieran participar) para sacar a la luz los problemas más comunes con que se encuentran cada fin de semana y que están vinculados a enfrentamientos de grupos de chicos, al consumo abusivo de alcohol y a desmanes y roturas ante la imposibilidad de ingresar a cumpleaños a los que no estaban invitados. Siempre protagonizados por chicos que no superan los 18 años.

"Es un problema de larga data y venimos reclamando desde hace más de un año sin que nos escuchen. Pero ahora queremos hacer una reunión, aprovechando que Palmares tomó la posta, porque son muy pocos los padres que se preocupan por lo que hacen sus hijos. Los llevan a los salones y ni siquiera se fijan si entran o si estaban invitados. Muchas veces los chicos se enteran de que hay un cumpleaños en un salón y se organizan para ir vía Facebook, sin siquiera estar invitados. Y como no pueden entrar, se pelean entre ellos o tiran piedras a los vidrios del salón y de los autos estacionados", coincidieron los propietarios de los salones consultados por Los Andes.

Este fin de semana, un joven de 19 años murió tras recibir un balazo en el cuello a la salida de un club donde se estaba celebrando un cumpleaños de 15. La fiesta se había convocado por Facebook y, aparentemente, el club no tenía la habilitación correspondiente.

"Estas situaciones (la de Palmares y la preocupación de los encargados de salones de fiesta) me parecen un excelente disparador para cuestionar, por un lado, por qué los chicos asocian el entretenimiento al alcohol y a la violencia y los consideran condimentos infaltables. Y, por otro lado, para cuestionarnos como adultos por qué nos cuesta tanto hacernos cargo de nuestros chicos y los 'depositamos' en lugares que usamos como guardería", reflexionó a su turno la psicóloga y psicopedagoga especializada en chicos y adolescentes, Nancy Caballero.

A fondo

Fueron (y son) infinitas las repercusiones luego de la disposición del centro comercial godoicruceño que impide ingresar a menores de 18 años sin la compañía de un adulto los días sábados.

Sin embargo, entre tanta crítica y apoyo, surgió el verdadero debate y es el que tiene que ver con los adolescentes, sus formas de divertirse y cómo intervienen los padres en este aspecto.

Cuando los coletazos por la prohibición siguen retumbando, esta semana se sumaron los dueños de salones de fiesta de Mendoza.

"Me parece excelente la decisión que tomó la gente de Palmares. Porque estos lugares, al igual que los salones de fiesta, terminan transformándose en una especie de guardería donde los padres dejan a sus hijos. Nosotros lo vemos todos los fines de semana, cuando los dejan y se van sin fijarse si entraron al menos. Entonces termina habiendo peleas, desbordes que protagonizan ellos mismos ya en la puerta", indicó Andrés Frugoni, dueño del salón de la Bodega del 900 y representante de la cámara que nuclea a estos comerciantes.

"A la salida y en la puerta de los salones tenemos este problema de larguísima data. Pero hay que hacerlo público para que la gente y los padres se enteren de lo que pasa. Porque en estos episodios violentos que tenemos cada fin de semana hay una fuerte presencia de alcohol, y estamos hablando de chicos de menos de 18 años", continuó Frugoni.

Para el representante de los "saloneros", lo más preocupante es la "desidia de los padres" que abandonan a los chicos en la puerta del salón. "Como los chicos no están invitados, no pueden entrar. Y como no pueden entrar por las buenas, se quedan toda la noche en el lugar intentando hacerlo o rompiendo vidrios y autos. Son muy pocos los padres que realmente se preocupan", indicó Frugoni, quien resaltó que es más que común en cumpleaños de 15 y fiestas de egresados, y que actualmente el mayor gasto de cada salón al momento de organizar cualquier evento se va en la seguridad, justamente para evitar estos desmanes.

En la misma sintonía, Fabián Manzur (propietario del salón Hostal de los Andes), destacó que directamente no organiza cenas ni fiestas de egresados ni cumpleaños de 18.

"Hace un tiempo quise organizarlas, pero decidí ir a las escuelas. Fui a 12 y ofrecía que sean las propias escuelas y los padres los que se encargaran de la organización y aclarando que no habría alcohol. Nadie quiso contratarme", ejemplificó Manzur.

Para este "salonero", no hay un único responsable de esta situación, sino que más bien es una crisis de toda la sociedad. "Hace más de un año presentamos un petitorio en la Legislatura para que se haga algo, pero no nos han dado bolilla. Hay una falta de compromiso de los padres, de los docentes y de los propios gobernantes", continuó.

Al igual que Frugoni, se mostró alarmado por la falsa concepción que tienen los adolescentes actualmente al considerar que la diversión pasa sí o sí por el alcohol. "Creen que no hay diversión sin alcohol", indicó.

Los comerciantes sostuvieron que la situación se va de control cuando, por ejemplo, los chicos se enteran de un cumpleaños por las redes sociales y se autoconvocan y "caen" sin estar invitados.

"¿Por qué los padres no le preguntan a los chicos de quién es el cumpleaños de 15 al que van? Directamente los llevan y se desentienden. ¿Dónde están los padres cuando rompen todo porque no pueden entrar?", se preguntaron retóricamente los voceros.

Los dueños de salones coinciden en que el problema debe atacarse y resolverse más profundamente aún y es por esto que han iniciado esta cruzada.

"Es fundamental que los padres nos acompañen en esta reunión y hablen con sus hijos para enterarse de todo lo que hacen. También es clave que no esté ese 'tío piola' o ese hermano mayor que les saque alcohol de la barra a los chicos. En la organización de las fiestas de egresados, por ejemplo, ni los padres ni escuelas se involucran", dijo Manzur.

Y agregó:"Hay que dejar de mirar para otro lado y hacerse cargo. Un gran problema es el de las fiestas nómades: una casa que alquilan, meten a 300 chicos y no hay ningún control de lo que se toma ni habilitación. Pero alguien les alquila esa casa a los chicos, indudablemente. Hay que intervenir como sociedad. La solución no es dejar de hacer fiestas de 18 o de egresados, sino que se involucren los padres y las escuelas".

Los dueños se reunirán este jueves a las 18 en la Bodega del 900. "Esperemos que vayan muchos padres y representantes del Gobierno", agregaron.

Padres ausentes

Para la psicóloga Nancy Caballero, el problema no pasa únicamente por los desmanes o las riñas que puedan protagonizar los chicos y no se soluciona solamente reforzado la seguridad.

"Esto abre todo un debate. Primero, por qué los chicos asocian el alcohol a la diversión y segundo, porque los adultos solemos hacer oídos sordos ante estas situaciones. Es una muy buena oportunidad para que los padres se acerquen a sus hijos y dialoguen", indicó Caballero.

Para la especialista, la violencia está muy arraigada en los chicos y adolescentes, a tal punto de que la consideran como la forma de solucionar cualquier cosa.

"En la escuela, un chico va y le dice a otro que Fulano está hablando mal de él y que 'tiene' que ir a pelear. Y ponen énfasis en el 'tiene'. Entonces se arma la pelea donde hay dos chicos peleando, otros dos que filman y otros 40 arengando. Pero a nadie se le ocurre desactivar la pelea. ¿Y dónde está el adulto para detectar y evitar esto?", se preguntó Caballero.

De hecho -según la mirada de la psicóloga-, cuando desde el colegio se da aviso a los padres de cualquier pelea protagonizada por su hijo, la respuesta termina siendo aún más irrisoria. "Lo primero que dicen es que no puede ser que sea su hijo. Después alegan que tiene que defenderse para que no se lo lleven por delante. Entonces la violencia y los destrozos son considerados divertimentos por los chicos", continuó la psicóloga.

"¿Por qué a un papá le parece tan disparatado tener que hacerse cargo de su hijo? Ellos los depositan en un lugar y los van a buscar después -si es que-. La clave está en que el chico pueda disfrutar y, a la vez, reflexionar sobre qué es disfrutar sin violencia. Y los padres tienen que dejar de dar por hecho que su hijo no es violento. Como padres no tenemos que cerrar los ojos frente a esto ni echarle siempre la culpa al otro", sentenció.

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