Acaba de sonar un tiro para el lado de la justicia. El juez Jorge Ballestero (a) Paty, renunció a su cargo en la Cámara Federal porteña. Lo hizo mediante una escueta nota dirigida al ministro de Justicia Germán Garavano. Muy buena noticia para los argentinos que quieren que se termine la corrupción y la impunidad en nuestro país, que los corruptos vayan a la cárcel y devuelvan los dineros que le robaron al pueblo.
Ballestero es un personaje histórico de Comodoro Py. Carlos Menem lo designó a cargo del Juzgado Federal Nro 2 y el kirchnerismo lo ascendió a camarista. Se hizo más conocido por el ciudadano común cuando, mediante un fallo insólito que firmó junto a su compinche el doctor Eduardo Farah, dejaron en libertad a Cristóbal López y su socio Fabián de Sousa.
Esa decisión generó una conmoción y un tsunami de bronca entre la mayoría de la gente. Fue tan fuerte la cuestión que hasta Mauricio Macri dijo que se había indignado. La credibilidad de la Justicia en todas las encuestas se cayó a pedazos. Porque no solamente excarcelaron a estos dos delincuentes que estaban presos. Encima cambiaron la carátula para que dejaran de ser acusados por lo que realmente hicieron, es decir una defraudación al Estado de 21 mil millones de pesos a valores de hoy. Pasaron a ser unos corderitos, acusados apenas de ser unos simples evasores.
Ese fue el objetivo que se logró a medias. Porque la mentira tiene patas cortas y en pocos días sus superiores corrigieron ese fallo y devolvieron a Cristóbal y de Sousa a la cárcel y la carátula volvió a ser la original que habían resuelto el juez Julián Ercolini y el fiscal Gerardo Pollicita.
Aquella bronca ciudadana general del comienzo se expresó incluso a través de una manifestación de protesta en la que el prestigioso constitucionalista Daniel Sabsay y el presidente del Colegio de Abogados, Guillermo Lipera, fueron los oradores que exigieron la independencia de la Justicia.
Pero las cosas se complicaron para estos jueces cuando la doctora Elisa Carrió denunció que habían cobrado coimas para cometer semejante salvajada ilegal. La propia Corte Suprema de Justicia se vio obligada a reclamar una investigación sobre el patrimonio de Ballestero y sobre el mecanismo que utilizó para conformar la cámara sumando a Farah para poder desempatar con el voto de Leopoldo Bruglia, que se opuso a esa incalificable operación.
La diputado Elisa Carrió conoce bien a Ballestero. Dicen que ella se lo comió en un Paty, jugando con las palabras y el apodo del magistrado que renunció hace unas horas. Es que Carrió y su amigo del alma de entonces, el diputado socialista Alfredo Bravo, le hicieron dos pedidos de juicio político. Uno por el sospechoso comportamiento ético que tuvieron en la investigación de lo que se conoció como la mafia del oro y otro porque ni su patrimonio ni su nivel de vida se correspondían con sus ingresos. No podía explicarlo en aquel momento, mucho menos ahora.
Ahora es el diputado Pablo Tonelli, presidente de la comisión de Disciplina y Acusación del Consejo de la Magistratura, el que exige que se revisaran sus declaraciones juradas en sus anexos tanto privados como públicos. Todos coinciden en que no puede justificar la fortuna que atesoró en estos años.
Ante semejante embestida los jueces resolvieron huir de la Cámara y dejarla vacía. Eduardo Farah solicitó un traslado a otro fuero y Ballestero pidió licencia por problemas de salud y acaba de renunciar a su cargo. Dos menos. Dos jueces que mancharon la Justicia y la pusieron al servicio de sus intereses y sus amistades políticas.
Les recuerdo que en su momento la sala que integraban Ballestero y Farah con el juez Eduardo Freiler era conocida como la sala K, en obvia referencia a lo bien que les iba a los funcionarios en ese ámbito. Les recuerdo que Freiler, también enriquecido ilícitamente a la velocidad de la luz y con bienes de un verdadero magnate, debió irse producto del juicio político que lo destituyó.
Es verdad que Ballestero tiene un par de intervenciones quirúrgicas en su corazón. En poco tiempo le colocaron 8 stents. Pero también es cierto que presentó su renuncia como una forma de evitar el escarnio de una destitución y para no perderse la jugosa jubilación.
Una investigación de Nicolás Wiñazky reveló los contactos de Ballestero con el grupo Oil Combustibles, la empresa Indalo y sus dueños, Cristóbal López y Fabián de Sousa. Un empresario que fue nexo entre Scioli y Cristóbal acompañó al juez a Uruguay por apenas un día y a España por tres días. Eso llamó la atención porque fue justo en momentos en que Ballestero se hizo cargo del expediente de Cristóbal. ¿Habrán ido a hacer algún depósito bancario?
Eso por un lado. Pero además hay otro vínculo. Karina Rubín es directora de una empresa satélite de Oil. ¿Quién es ella? Es la ex esposa de Fabián de Sousa hoy en pareja con el doctor Carlos Morales, que es socio de Julio César Ballestero (a) "Coco", el hermano de Paty Ballestero. Es un dato para tener en cuenta. Y como si esto fuera poco, la pareja vive en un departamento de Madero Center que pertenece a Cristina Fernández de Kirchner, no sé si la ubican, y obviamente son vecinos con Cristóbal. Todo queda cerca y en buena vecindad. Funcionó a full la Unidad Básica Puerto Madero del kirchnerismo. Hasta la Rosadita tuvo su lugar para contar miles de dólares sucios que hubo que lavar.
Hablando de vecinos, el juez que acaba de renunciar tuvo una mala experiencia en el Tortugas Country Club, donde había alquilado y pagado dos años de adelanto. Otros socios lo escracharon y obligaron a que se fuera de ese barrio cerrado por la mala imagen de Ballestero, que había vendido una mansión en el country Mayling.
El día que Ballestero y su cómplice Farah liberaron a Cristóbal y su socio, el ingenio de Rolo Villar fue demoledor. Cristóbal había dicho a los movileros en la puerta de su casa que había estado secuestrado. Rápido de reacción para editorializar con ironía, Rolo dijo que eso confirmaba que "habían pagado el rescate". Es lo que sostiene Elisa Carrió, que lo denunció ante la Justicia.
Ballestero ya no será más juez y esa es una buena noticia producto de la reacción popular a través de las redes y de las marchas callejeras. De algo sirven las protestas ciudadanas. De algo sirve el compromiso ciudadano. Es cierto que hubiera sido preferible que Ballestero no pudiese jubilarse y que fuera sometido a juicio político para su destitución. Pero también es verdad que ese es un proceso largo y que de todas maneras los delitos que hubiera cometido no prescriben y se podrán investigar a fondo como está ocurriendo actualmente con Norberto Oyarbide.
El kirchnerismo intentó colonizar la Justicia y utilizó varios mecanismos. La camiseta partidaria de Justicia Legítima, las órdenes de Alejandra Gils Carbó, que tampoco está más, y la corrupción y la extorsión. La derrota electoral de Cristina y su banda entre otras cosas posibilitó que lenta pero inexorablemente, la Justicia vaya recuperando su honradez y su prestigio. Manos limpias, uñas cortas y frente alta necesitamos de todos los jueces. Sin eso no hay República. Y sin República no tenemos futuro. Chau Ballestero, chau. La buena noticia es que Jorge Ballestero no es más juez. Será justicia.