Tenía 21 años cuando debutó con un disco, Vida, bajo la rúbrica Sui Generis. Charly García se había destacado desde pequeño, como precoz concertista de piano (gracias a las clases que su madre le brindaba) pero durante los ‘60 cambió a Chopin por Los Beatles y esa pasión iba a ser crucial para el rumbo del rock argentino de todos los tiempos.
Carlos Alberto García Moreno (tal su nombre original) cumple hoy 66 años y goza desde hace décadas de un lugar ganado en el Olimpo mayor de la música argentina. Charly es y ha sido siempre un músico popular, pero eso no le ha impedido una sofisticación y una capacidad para cambiar constantemente que puede tomarse también como uno de sus rasgos principales.
El jovencísimo y delgado chico que estaba en la portada en blanco y negro de Vida, sentado contra una pared junto a su compañero Nito Mestre, inició con éxito su recorrido gracias a la combinación de música folk estadounidense, rock y melodías irresistibles (sus estribillos, opinan muchos, son incomprables). Sui Generis todavía sigue siendo referencial, pero en su breve historia inicial, que duró seis años (de su fundación en 1969 hasta su despedida en 1975) fue capaz de dar golpes de timón estilísticos y saltar de esa limpidez folk de su disco debut hasta los intrincados laberintos progresivos de Pequeñas anécdotas sobre las instituciones (1974).
Tras ese álbum polémico, seguido de un doble en vivo llamado Adiós Sui Generis, vendría lo que podría llamarse la primera consagración de Charly. ¿Qué camino seguiría este músico de apenas 25 años tras el éxito interrumpido de su dúo musical?
Charly demostró, entonces, todo lo que tenía para ver. Se sumó a otros músicos para una especie de superbanda (PorSuiGieco, con Mestre, Porchetto y Gieco), innovó en la instrumentación rockera de los ’70 con su grupo La Máquina de Hacer Pájaros y luego de una estadía en Brasil, armó la que sería una de las bandas argentinas más importantes de todas las épocas: Seru Giran.
A la banda le tocó cabalgar entre el fin de los 70 y principios de los 80, y a pesar de estar conformada por el propio Charly y figuras como David Lebón, Oscar Moro y el joven pero ya claramente talentoso Pedro Aznar, fue siempre García (ya con bigote bicolor) el que manejaba los hilos del grupo.
Cuando Seru Giran se disolvió, por primera vez en 10 años fructíferos, Charly decidió lanzarse solo. Y lo hizo a lo grande: un debut extraño con un disco mixto "new age" Yendo de la cama al living y luego dejó sentadas las bases del rock argentino post-democracia con dos obras maestras: Clics modernos (para algunos, uno de los mejores discos nacionales de todos los tiempos) y Piano bar.
La influencia de Charly ya sería clara y todo lo que vendría después, aunque mucho más irregular, lo confirmaría definitivamente como el más grande rockero argentino, superando a otras leyendas como Luis Alberto Spinetta.
Claro Charly, un creador brutal y siempre desbordado, no sólo dio que hablar por su arte. También los escándalos lo acompañaron. Disturbios en hoteles, denuncias por exhibicionismo y numerosas internaciones por excesos de drogas marcaron también su historia personal.
Hoy en día, y luego de una crisis que estalló en Mendoza luego de un recital, Charly García parece estar restablecido. Y si bien su faceta creativa está más atenuada, continúa presentándose ocasionalmente en vivo.
Podemos decir que a sus 66 años Charly ya no sólo es una figura del rock. Es una estrella que brilla como pocas en el firmamento de la cultura argentina.