El paso de este cronista de Rumbos por el último festival de cine de Berlín fue bastante variado: glamour, celebrities, cine independiente, presencia latinoamericana… y una bomba. Una bomba marca Lars Von Trier. El realizador danés presentó su ópera más explosiva: Nymphomaniac, un maratón Triple X que debió ser dividido en dos volúmenes de dos horas y media por sus pasajes de excesos y prohibiciones. Todo un punto de inflexión para la competencia oficial de un festival de los quilates de la Berlinale.
De la historia de Nymphomaniac, hay que decir que se conoció el volumen uno, de 145 minutos. De la otra mitad no se anunció oficialmente su estreno mundial, aunque ya circula en países como España e Italia y puede desembarcar en mayo en Cannes. ¿De qué va el filme con más escándalo previo de la historia? Es la vida de una ninfómana contada por ella misma: una fría noche invernal, un veterano solterón (el sueco Stellan Skarsgard) encuentra en un callejón a Joe (la londinense Charlotte Gainsbourg), una treintañera herida y casi inconsciente. La lleva a su casa, y después de cuidarla, siente curiosidad por saber cómo pudo haber llegado a semejante estado. Así empieza el relato que ella hace de su vida, plagada de conflictos y turbias relaciones. En este primer volumen, quien expone y exhibe el cuerpo es la Joe jovencita, en la piel de la bella y desconocida Stacy Martin, quien vive peripecias sexuales de todos los matices. Hay que decir que unos cuántos espectadores abandonaron la sala en medio de la proyección, sorprendidos e incómodos por el contenido Triple X. Tal vez nunca se imaginaron que un festival de esta jerarquía permitiría semejantes escenas que, hay que subrayarlo, son fuertes pero digeribles, con el sello maestro y estético de un sabio como Von Trier.
Cuando se presentó en la Berlinale, Lars Von Trier viajó a la capital alemana y se paseó petulante por la alfombra, posando para las fotos pero manteniendo a rajatabla su distancia con la prensa, luego de haber sido expulsado del Festival de Cannes en 2011, cuando sugirió cierta afinidad con el nazismo. Desde entonces, nunca más una declaración pública.
La que sí brindó entrevistas fue la protagonista de esta historia, la inglesa Charlotte Gainsbourg, que hizo un alto para hablar con Rumbos. “El sexo es siempre difícil de llevar al cine. Miren todo lo que ha generado esta película, simplemente porque hay escenas de sexo. Hasta ahora nadie me ha sabido explicar por qué la peor de las violencias es más tolerable que el sexo explícito”, reflexiona la actriz de 42 años, hija de dos celebridades: los músicos Serge Gainsbourg y Jane Birkin.
¿Cómo fue la experiencia de trabajar con Lars Von Trier?
Hace tiempo que lo conozco a Lars, hicimos Anticristo, Melancolía. Sé con quién estoy y yo quería seguir trabajando con Lars, pero nunca imaginé que llegaría tan lejos. El te pide, te exige, tiene una obsesión con lo sexual, es muy explícito.
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