Charlize Theron sabía que no sería fácil hacer "El escándalo" (Bombshell), un film sobre acoso sexual en Fox News. Después de todo, cuando se trata de argumentos, esa trama significa una cuerda floja.
Sin embargo, Theron no esperaba que dos semanas antes de la fecha en la que se suponía que comenzaría la filmación, "El escándalo" casi se desbarata. "Parecía que habíamos ido a toda velocidad hacia algo riesgoso, y luego, repentinamente, se nos caía el piso", relató Theron.
Como una de las productoras, se había mantenido dentro de un presupuesto de 35 millones de dólares, aunque Annapurna Pictures se desvinculó de la producción de la película el otoño pasado, apenas unos meses antes de que la compañía estrenara su comedia política costosa "Vice", protagonizada por Christian Bale. "Es una píldora difícil de tragar, cuando te enterás que tu financista quiere echarse atrás -dijo Theron-, especialmente cuando representa casi la mitad del costo de algo que ya habían hecho con un hombre".
Aunque Theron entró en acción para asegurarse el financiamiento de último momento y una nueva distribuidora, seguía luchando con las dudas privadas sobre la decisión de aceptar el papel protagónico de Megyn Kelly, la presentadora férrea de Fox News, cuyas acusaciones contra el director ejecutivo del canal, Roger Ailes, ayudaron a derrumbarlo en 2016. Kelly continúa siendo una figura controvertida tanto para la izquierda como para la derecha política, y representarla requeriría el mismo tipo de transformación física que Theron había realizado para Aileen Wuornos, el papel por el cual obtuvo el Oscar en "Monster".
Pero en realidad, estamos hablando de Charlize Theron. ¿Realmente se puede esperar que la mujer detrás de "Furiosa" se acobarde frente a un desafío? "A menos que sea algo que realmente sienta que me va a aterrar, como estar en una cornisa y sé que me caigo de manera brutal", me dijo el mes pasado en West Hollywood.
-Cuando le comentaste a tus amigos que harías el personaje de Megyn Kelly, ¿cómo reaccionaron?
-Fue raro. El juzgamiento que recibe de la gente esa persona, también lo sentí un poco hacia mí. Hasta la cuarta semana de filmación, todavía trataba de captar quién era ella como persona, y no fue hasta que realmente me concentré y en la mitad de la historia pude defenderla.
-El film camina por una línea muy fina: Megyn es empática cuando se trata de su acoso sexual, pero "El escándalo" incluye algunos de sus momentos más controvertidos y famosos, como cuando insiste, en el aire, en que Santa Claus no podía ser negro.
-Hay comentarios que hizo con los que no estoy de acuerdo, pero eso no invalida cómo me siento respecto de su lucha. Evitar todo eso para conseguir un giro emocional a partir de su personaje, no quería ser parte de eso. Si éste fuera un film sobre mí, y espero que nunca nadie lo haga, estaría repleto de fallas y errores, y yo no querría que nadie las eliminara.
- Me imagino que como mamá de dos niños negros, no disfrutaste de recrear su segmento "Santa es blanco".
- (Enfáticamente) ¡Gracias! Sí, fue muy difícil para mí.
- Para hacer el papel de Megyn, contrataste al artista maquillador ganador del Oscar, Kazu Hiro, quien transformó a Gary Oldman en Winston Churchill. ¿Qué más tuviste que hacer para ponerte en la piel del personaje?
-De no haber tenido a Kazu, esto nunca habría sucedido. Hace poco vi material del detrás de escena, y fue tan desmoralizador, porque tengo una prótesis pero no estoy en personaje. No hacía eso que ella hace cuando entra a un lugar, algo que verdaderamente creo que viene de años y años de tener que probarse a sí misma.
-¿Qué hace cuando entra a un lugar?
-Avanza con el maxilar, y tiene esta postura muy estática, muy quieta que nadie puede penetrar. Es algo así como: “No dejaré que me radiografíes”. Incluso cuando comparte notas emotivas, a veces, se protege, aunque de verdad creo que el comportamiento fuerte en el carácter proviene de una necesidad emocional. Por ejemplo, con Aileen Wuornos, sus ojos eran tan grandes y el maxilar siempre tan apretado, que cuando hice eso durante la primera semana de filmación, parecía una loca hasta que me di cuenta de que el comportamiento provenía del hecho de que era de estatura baja y no había tenido casa desde los 13 años. Te agrandás porque intentás decir a los otros: “No te metás conmigo. Soy más grande de lo que pensás”.
-¿Qué te decidió a que la necesidad emocional de Megyn estuviera en la historia?
-Durante ese año y medio, enfrentó un dilema moral increíble: realmente apreciaba a Roger y lo respetaba por su carrera y hasta dónde llegó. También es una persona muy decidida que no quería que la definieran por las acusaciones de acoso sexual; lamentablemente, eso es algo importante para muchas mujeres: no querés que el mundo te mire como si fueras una víctima. Incluso un año o dos después de esa experiencia, vi a Megyn hablar en foros de mujeres, y el modo en el que hablaba del tema era de esta manera protectora.
-¿Cómo encontraste otra manera de indicar esas corrientes emocionales subterráneas?
-En el momento en el que el abogado, en su declaración le pregunta: “¿Alguna consecuencia en el largo plazo?”. Fue lo más cercano a un quiebre emocional que pude lograr debido a la estupidez detrás de una pregunta como ésa. Quiero decir, ¿por dónde empezar? En una de las tomas, cuando el actor dice ese texto, sentí que algo se rompía, y no respondí la pregunta. Agradezco tanto que el director terminara usando ese momento.
-En una escena clave, vemos a Roger Ailes (John Lithgow) ejercer coerción sobre una empleada de bajo nivel de Fox News (Margot Robbie) para que se levantara el vestido. Como productora, ¿cómo retratás un momento como ése sin explotar a la propia Robbie?
-Mi preocupación era asegurarme de que ella estuviera cómoda con la ropa interior que usaba. Las tres, Nicole, Margot y yo, hemos estado desnudas en films que no se trataban de desnudez. También hice desnudos en escenas en las que me sentí increíblemente empoderada, y no fue como me lo imaginaba. De lo que se trató más la escena y lo que la hizo brutal para ver ese día, fue el hecho de que Roger Ailes dictaba cómo iba a ser y ella no intervenía. Es el factor desvalorizador. Ver esto fue abrir los ojos para mucha gente. Hombres, especialmente. Decían: “No tenía idea de que las mujeres tuvieran que hacer cosas como ésa”. Es una lección de humildad poder crear ese tipo de momentos, porque muchas veces, conocemos personas que van a decir: “Éste es un film de una mujer y los hombres no la aprobarán”. Cuando lo hombres se pueden involucrar emocionalmente con lo que nosotras experimentamos y sentirse tan tocados por eso, es poderoso.
-El film me hizo pensar en las actrices a las que supuestamente Harvey Weinstein acosó, como Ashley Judd y Mira Sorvino, y cómo las marginaba o ponía unas en contra de otras, para mantener un sistema donde él estaba por encima.
-Sí, y eso lo hizo con todos. ¿Poner a mujeres unas en contra de otras? Realmente era bueno en eso. Decía cosas algo así como: “Bueno, estoy hablando con Gwyneth para este film...”. Una de sus líneas era que Renée [Zellweger] y yo nos acostamos con él para conseguir trabajos. No tenía límites. Incluso en los favores sexuales, ponía a uno en contra de otro.