Charla con Héctor Moreno. Bailarín, coreógrafo y director

Conocemos la historia de un artista apasionado. Recorremos su carrera y descubrimos una vida impregnada de música popular.

Por Analía de la Llana

Como artista –en donde coloca su pasión y su saber como bailarín, coreógrafo y director- estuvo al frente de la Fiesta de la Vendimia que pasó. Pero su vida –como una especie de “necesidad urgente”- está impregnada de tango y de folclore a lo largo de todo el año. El secreto: la felicidad de hacer lo que le apasiona y el sostén de una familia con la que trabaja a la par.

Como hace diez años, Héctor Moreno, volvió a pararse en marzo frente a la dirección del Acto Central de la Fiesta de la Vendimia; la excusa para una conversación que deriva hacia otros lugares más allá de la celebración que lo tuvo como protagonista y que, casi como un guiño autobiográfico, se llamó “Con la Vendimia en la Piel”.

El baile folclórico lo encontró desde muy chico acompañado por sus padres, quienes captaron la veta artística que lo distinguía y rápidamente colocaron una semilla que daría enormes frutos en el futuro. “Desde muy chiquito mis papás se encargaron de guiarme hacia diferentes academias de baile folclórico, que existían por aquella época. Me llevaban a aprender no sólo folclore sino toda la danza existente que te imagines”, relata el coreógrafo quien está casado con Claudia Guzmán.

"QUIERO SIEMPRE MOSTRARLES A TODOS QUE SOMOS UN PUEBLO DE ARTISTAS DE GRAN CALIDAD"

Con ella, no sólo comparte la vida y los hijos que tienen juntos sino también la pasión por la danza y el arte de armar composiciones que -a partir del movimiento del cuerpo de uno o de varios- comuniquen algo más allá del baile en sí. Se trata de Claudia Guzmán quien, como bailarina, coreógrafa y dramaturga, tiene su propia voz dentro del mundo del arte local.

Esta conversación transcurrió en los días previos a la Fiesta, cuando Héctor iba y venía -feliz pese a los tiempos apretados- con el objetivo de atender los detalles de lo que mendocinos y turistas vieron durante el primer fin de semana de marzo. Por fortuna, según él mismo declama, realiza buena parte de la tarea junto a su familia, con la que ha logrado formar un gran equipo en el que cada uno aporta y hace crecer al resto.

Los apuros y los inconvenientes no impiden que el bailarín se tome un momento para la charla. Al parecer, las palabras surgen solas cuando de hablar de su pasión se trata. Y aunque queda claro que sus grandes amores son la danza y los suyos –con una mención especial para sus nietos- pareciera que a Héctor Moreno le gusta todo lo relacionado con la mendonicidad. Basten algunos ejemplos para ilustrar esa sensación: su canción folclórica favorita es “Hay un niño en la calle” del local Armando Tejada Gómez quien –junto con Abelardo Vázquez- es su escritor preferido.

NOMBRO VENDIMIA Y ME DA MUCHA EMOCIÓN Y AMOR POR DENTRO, PORQUE LA HE VIVIDO DESDE DIFERENTES LUGARES Y HE CONOCIDO GENTE HÍPER VALIOSA, ADEMÁS DE GRANDES AMIGOS.

Uno de sus grandes miedos son las fuertes lluvias. En especial si éstas se ciernen en la época de las fiestas vendimiales. Miedo que, pese a ser su favorito, ni una copa de vino malbec puede desterrar. El tango, no obstante, surge como una “mancha” en su especie de fanatismo por la cultura local; ritmo que le ha permitido grandes logros y ha contribuido a la vida feliz –según el mismo define que ha logrado construir.

- ¿Cuál fue el origen de una carrera y una pasión que, desde lo personal, lo guió a convertirse en director?

- Esta pasión se fue dando en mí de la mano de mis viejos, ellos eran verdaderos amantes de la música folclórica y también del tango.

- ¿Recordás algún gran tango que te haya impactado?

- El tango rítmico tiene muy bien marcado el dos por cuatro como es, por ejemplo, el caso de “La Cumparsita”. Era uno de los temas favoritos de mi viejo. De hecho, yo bailaba con mis hermanas y cerrábamos con ese tango cuando éramos chicos. La escuela, por su lado, también tuvo mucho que ver. Me acuerdo de que cuando era chico tuve una señorita llamada Marta que tocaba la guitarra y que en todos los actos patrios me elegía a mí para que bailara. ¡Imaginate lo feliz que estaba yo! Mucho tiempo después, me enteré de que esa querida profesora era la mamá de Nora Foncea; una gran bailarina y coreógrafa. Durante el secundario seguí bailando en cuanto evento o acto había. Mi pasión era brindar lo que humildemente podía hacer como bailarín. Me considero un gran perseguidor de sueños.

- ¿Cómo fue bailar en tu primera Fiesta de la vendimia?

- Para mí fue algo imborrable, emocionante y único. Se dio porque me dijeron que estaban enseñando a bailar para la Fiesta Central. Entonces fui, me anoté y mientras hacía la fila –recuerdo- estaba muy asustado y nervioso porque no sabía de qué se trataba.

No obstante, parece que me vieron condiciones y me dejaron participar. En aquella época existían categorías de bailarines (A, B, Y C), por lo que se tomaba la prueba a cargo de quienes estaban al frente en ese momento y yo quedé para la “C”. Sin embargo, a medida que pasaban las pruebas me iban trasladando de categoría y llegué a estar en la A así que debuté en la categoría más alta, no lo podía creer. Es como si un futbolista arrancara su carrera en la A. Yo estaba absolutamente feliz.

- ¿Qué te atrapó del tango y el folclore a la hora de elegirlos?

- Me encanta toda la música pero con estos dos géneros me pasa de todo. Del folclore me apasiona su ritmo así como tratar de transmitir mi esencia como cuyano en las cuecas y gato. El tango, por otro lado, directamente me traspasa el cuerpo. Yo tengo como padrino artístico al gran Juan Carlos Copes, denominado como el bailarín del siglo, y fue con él con quien comencé a incursionar en el tango cuando fui a formarme a Buenos Aires. Recuerdo de preguntarle en una oportunidad por qué, cuando yo bailaba tango me pasaban por dentro sensaciones raras que eran difíciles de describir, como emocionarme luego de dar una clase o de bailar. El maestro me respondió: eso se llama “hermosa angustia”. Me quedó grabado para toda la vida.

CADA DÍA ME PROPONGO CONTAGIAR A MIS ALUMNOS CON EL ÁNIMO DE QUE BUSQUEN Y LOGREN CONVERTIRSE EN GRANDES ARTISTAS Y PROFESIONALES.

- ¿Cómo fue trasladar esa hermosa angustia a tus clases de tango? ¿Te pasó algo parecido con las vendimias?

- Soy un tipo que se emociona cuando pienso en Vendimia (se le quiebra un poco la voz, cuando lo dice). Nombro Vendimia y me da mucha emoción y amor por dentro, porque la he vivido desde diferentes lugares y he conocido gente híper valiosa, además de grandes amigos. Imaginate que fui bailarín del Ballet Folclórico de Capital durante diez años y luego la vida me dio la posibilidad de ser el director de ese elenco 10 años más.

- ¿Por esta estrecha relación nombraste a la Fiesta, "Con el vino en la piel"?

- Es un título que puso Claudia y que a mi juicio logra condensar muchas emociones y vivencias arraigadas en todos estos años de amar y transitar la vendimia Yo apunto al mendocino y quiero siempre mostrarles a todos que somos un pueblo de artistas de gran calidad.

- ¿Qué es lo que te devuelve el espejo a partir del camino andado?

- Se me vienen muchos recuerdos que atesoro, pero la amistad es uno de los que se destaca a la par de tener el placer de trabajar al lado de mi esposa Claudia, que es un compañera increíble con quien hace 26 años que estoy casado y quien me dio dos hijos maravillosos que llegaron a sumarse a mis otros cuatro hijos de mi primer matrimonio.

¿Qué más puedo pedirle a la vida? Veo familia y pasión por lo que hago cuando analizo ese camino.

- Cómo empezás tu día y de qué manera lo terminas?

- Arranco desde la mañana pensando en lo artístico ya que dirijo junto a Claudia la “Compañía de Tango y Folclore Argentino”, compuesta por un par de parejas que me acompañan durante todo el año. Cada día me propongo contagiar a mis alumnos con el ánimo de que busquen y logren convertirse en grandes artistas y profesionales. Además, tengo la oportunidad de prepararlos para el Mundial de Tango, lo que para mí ha sido una experiencia única.

- ¿Hay espacio para otras cosas además de la danza y la vendimia?

- Me gusta escribir pero, ojo, no soy poeta. Escribo lo que siento y me pasa a partir pensamientos repartidos en una muy numerosa cantidad de cuadernos. Claudia -que es la dramaturga y poeta de la familia- con eso va armando los guiones. Así, vamos trabajando juntos. Ella capta con una poesía distinguida lo que yo expreso.

- Un verdadero equipo.

- Totalmente. Además compartimos las clases de tango desde hace 20 años en el Club Mendoza de Regatas. Igual, lo mejor es lo que viene en el tercer tiempo, cuando nos vamos a charlar y a compartir un cafecito con los amigos de baile.

- ¿Tus hijos te acompañan siempre en tus emprendimientos artísticos?

- Sí, la familia siempre está aunque tienen diferentes profesiones. Por ejemplo, mi hija Romina está recién recibida de arquitecta pero, a la vez, participa como bailarina del elenco de la Fiesta del Acto Central. Algo parecido sucede con mi hijo Facundo –a quien le falta una materia para recibirse de licenciado en Administración de Empresas. Él se desempeña en la producción. Mi otro hijo, Matías, trabaja como traspunte. Incluso mi hijo mayor -que se llama como yo- estuvo este año acompañándome en la producción de la Fiesta. Y eso que es licenciado en Administración de Empresas.

- Al parecer has trasmitido tu pasión a los tuyos.

- Esta profesión requiere de mucho sacrificio y entusiasmo, y siempre he tratado de que sean mis hijos quienes decidan el rumbo de sus propias vidas. Soy feliz si ellos lo son. Tengo 7 nietos (el más grande de 17), a mi viejita querida, una familia maravillosa y una pasión que me puede. Soy muy feliz.

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