Después del reclamo de ponerle fecha a la meneada promesa de un paro general, que se extendió durante la multitudinaria concentración del martes pasado y que los incidentes finales no llegaron a mellar, la conducción colegiada de la CGT quedó sin margen alguno de maniobra política.
Así, en su reunión del consejo directivo del jueves próximo definirá si el primer paro general de 24 horas contra la política económica y social del gobierno de Mauricio Macri será el martes 4 o el jueves 6 de abril, aunque difícilmente tras los sucesos de esta semana pueda estar acompañado de un acto, como lo pretenden algunos sindicalistas.
El cuestionamiento en que quedó sumida la representatividad del triunvirato, que integran Héctor Daer, Juan Carlos Schmid y Carlos Acuña, y las internas que quedaron expuestas con el acto del martes, sólo pudieron ser suturadas por ahora con la reaparición en la escena de la "mesa chica" cegetista de los númenes de la conducción colegiada.
Para poner paños fríos a los calores internos y confirmar que finalmente el paro general tendrá una fecha precisa, se requirió la presencia del trío que hasta la reunificación de la central en agosto pasado había encabezado cada uno por su lado las distintas facciones de la CGT: el camionero Hugo Moyano (ex CGT Azopardo), el metalúrgico Antonio Caló (ex CGT Alsina, alineada con el gobierno de Cristina Fernández) y el gastronómico Luis Barrionuevo (ex CGT Azul y Blanca).
También fue necesaria para esa sutura una negociación de los términos de la solicitada que se publicará hoy. En ella se convalidará la vigencia de los reclamos convocantes del acto del martes pasado, como también el sentido de la masiva protesta, pese a los incidentes del final: el texto los atribuirá a sectores kirchneristas y de izquierda, aun cuando algunos de los máximos dirigentes de la CGT atribuyen en off al propio “aparato de seguridad” del sindicato de camioneros.
Pero el puntapié definitivo para ponerle fecha al paro partió del cambio de postura de los estratégicos sindicatos del transporte, sin los cuales cualquier paro está condenado al fracaso. Tanto los colectiveros de la UTA de Roberto Fernández y los maquinistas de trenes de La Fraternidad de Omar Maturano, como los camioneros de Moyano, estuvieron ausentes del palco montado frente al Ministerio de la Producción.
De ese modo expresaron su desacuerdo con la estrategia seguida por el triunvirato de apertura y acuerdos con las CTA y con las organizaciones sociales de los trabajadores informales ("piqueteros"). De ese modo, buscan también revitalizar la Catt, la confederación del transporte, que lidera Schmid.
El retiro de parte del Gobierno de los subsidios a gran parte del transporte automotor de larga distancia, por ejemplo, terminó de convencer a Fernández, considerado un negociador concesivo hacia Macri, de inclinarse por el paro.
A estas alturas, con la presión de la multitud del martes, no torcería esa decisión ni el fuerte gesto político gubernamental que recibió ayer cuando una cámara laboral desconoció la personería gremial del sindicato de los “metrodelegados” ante un pedido de la UTA.
Tampoco el Gobierno pudo hacer mucho después de los hechos del martes. Y lo que hizo puede entenderse hasta contraproducente, como los allanamientos de la AFIP al sindicato gastronómico de Barrionuevo.
Y la convocatoria para el martes próximo de los cinco sindicatos industriales más afectados por la apertura de importaciones y por sus consecuentes despidos y suspensiones, para tratar sus casos específicos, nada menos que con el ministro de la Producción, Francisco Cabrera, cuya salida y la del secretario de Comercio, Miguel Braun, son reclamos de punta de la CGT.
Así las cosas, todo se encamina hacia el paro general en el que confluirán los distintos sectores del movimiento obrero. Por el lado de la CGT, desde los más proclives a la negociación con el Gobierno, como los “independientes” y los “gordos” (el estatal Andrés Rodríguez; José Lingeri, de Obras Sanitarias; Gerardo Martínez, Uocra), hasta los “combativos”, con los metalúrgicos de Caló y el secretario de Interior cegetista, Francisco Gutiérrez, a la cabeza.
La medida también será acompañada por los sindicatos que integran la Corriente Sindical Federal que lidera el bancario mendocino Sergio Palazzo, un radical abiertamente identificada con el kirchnerismo, integrante de la CGT pero no de su consejo directivo. Y por las CTA de Hugo Yasky y de Pablo Micheli, en proceso de reunificación.
Aunque aún no sentó posición, es probable que el Movimiento de Acción Sindical (Masa), conducido por el ferroviario Sergio Sassia, políticamente próximo al ex ministro kirchnerista Florencio Randazzo, sea también de la partida.